viernes, 14 de octubre de 2011

25.- LA PRIMERA VUELTA AL NORTE I

PARTE I/II 

 Gerardo  Raynaud

Terminada la segunda guerra mundial Europa comenzaba su reconstrucción al ritmo del plan Marshall,  principalmente en los países que más sufrieron la devastación como Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y los Países Bajos. Paralelamente con la reconstrucción física, las actividades complementarias se fueron incorporando a la rutina diaria de sus habitantes, tanto así que los actos deportivos retomaron el puesto que habían dejado obligados por los afanes de la contienda. Las primeras competencias en reiniciar labores fueron las ciclísticas, toda vez que no requerían de grandes inversiones en equipamiento ni en escenarios. La primera gran competencia de ciclismo que comenzó nuevamente a rodar por las carreteras europeas fue la Vuelta a Francia en 1947.

En Colombia el entusiasmo por el deporte de las bielas comenzó a gestarse recién iniciada la segunda mitad del siglo veinte con la organización de la primera vuelta a Colombia en 1951, un experimento que el recientemente creado Comité Ejecutivo Nacional de Ciclismo con la asesoría de la federación francesa de ciclismo se propuso impulsar a pesar de las limitaciones que rodeaba el evento, pero que la iniciativa y el empuje de sus principales gestores, en su mayoría antioqueños, lograron superar.

Corría el año 1956 y ya tomaba fuerza la carrera ciclística de mayor tradición en Colombia y en buena parte de la América latina, la Vuelta a Colombia.  Por aquel entonces la Vuelta a Colombia era toda una odisea en nada comparable con las pruebas europeas. El estado de las carreteras, en su mayoría sin pavimentar, y lo agreste del terreno sin punto de comparación con las etapas del Tour o el Giro, y en donde los premios de montaña de la Vuelta sobrepasan holgadamente los 3.000 metros como son los casos de La Línea, Letras o aquí no más El Picacho. Los equipos representaban las regiones, los departamentos para ser más exactos y como es obvio ganaban los que más recursos tenían, es decir aquellos que contaran con los mejores y más abultados patrocinios. Los premios eran exiguos, las transmisiones acaloradas y como se premiaba el último lugar a manera de consolación, muchos se “escondían” literalmente para llegar en ese puesto y obtener la consabida recompensa. Eso sin contar con aquellos “avivatos” que corrían con el “patrocinio” de la Virgen del Carmen, lo cual aprovechaban para realizar la respectiva colecta al final de la etapa y continuar en el recorrido hasta finalizar triunfalmente la carrera. También se invitaban equipos extranjeros y aunque pocos se arriesgaban debido a lo difícil del recorrido siempre hubo quienes se le medían a correrla.

Fue precisamente en 1956 que en Cúcuta comenzó a pensarse en la representación de un equipo que asistiera por el departamento a la vuelta del año siguiente. Por ese año se comenzó a construir la carretera Cúcuta – el Catatumbo como parte de los proyectos que el presidente Rojas Pinilla  inauguraría en su visita a la ciudad. Tanto las autoridades deportivas como las departamentales se reunieron para esbozar un proyecto de organización de un evento que permitiera dar un mayor lucimiento a la apertura de la tan ansiada carretera y por esa razón decidieron programar la Primera Vuelta Ciclística al Norte; el telón de fondo era que tanto la vía como la carrera se haría en honor a la señora Nena de Rivera Laguado esposa del gobernador.
Antes de pasar a relatar el desarrollo de esta Primera Vuelta al Norte quiero dejar en claro que ninguna de las circunstancias que rodearon este proyecto cumplió con su objeto, pues primero se había hecho obligatoria para los ciclistas que quisieran representar al departamento en la vuelta a Colombia y en ese año el departamento no envió ninguna representación por falta de patrocinio y de apoyo oficial, segundo la carretera no se terminó (todavía hoy no se ha terminado) y tercero, no se bautizó la carretera con el nombre de la primera dama del departamento.

Inicialmente se programó del 1 al 10 de marzo de todos los años y la carrera sería de orden nacional, logro alcanzado por el delegado de la Zona de los Santanderes y Boyacá ante el Comité Consultivo del Comité Ejecutivo Nacional de Ciclismo el médico Mario Díaz Rueda.

Fueron invitados equipos de Cundinamarca, Antioquia, Valle y Tolima y a nivel local equipos de Bucaramanga, Pamplona, Ocaña; se invitó también un equipo de San Cristóbal.

Las inscripciones eran gratuitas y se recibieron hasta el 20 de abril ya que en definitiva la prueba se realizó entre el 23 y el 28 de ese mes. Para la inscripción de los equipos departamentales se hacía a través de las ligas y la de los equipos municipales  por medio de sus respectivos Comités locales. Era requisito haber cumplido 18 años y se les exigía la presentación de la cédula o la tarjeta de identidad postal o en su defecto la partida de nacimiento (se aceptaba también la partida de bautismo eclesiástica), así como 3 fotografías (que eran en blanco y negro) tamaño cédula y un certificado médico de buena salud con máximo 15 días de antigüedad. Los corredores debían llevar camioneta acompañante obligatoriamente.

En la próxima entrega haremos el recuento de los accesorios y equipamiento que debían tener los ciclistas, así como el desarrollo de la carrera que constituyó el mayor evento deportivo del año en la región.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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