martes, 25 de octubre de 2011

71.- EL APASIONANTE CASO DEL APARTAMENTO 301 III


PARTE III/III

GERARDO RAYNAUD

El aspecto más interesante de lo ocurrido al interior del apartamento 301 de seguirse la hipótesis del crimen sería la perfección. Varias y variadas observaciones pueden establecerse en torno a este caso. Veamos, la víctima, una muchacha que públicamente ante su esposo, sus amigos, sus parientes y aún ante la misma policía había anunciado su intención de suicidarse, tenía motivos más que suficientes para adoptar tan funesta determinación y además, como se ha dicho, acostumbraba a cargar un revólver. A todo esto agregamos que el victimario, si es que lo hay, cumplido su criminal propósito abandona misteriosamente el sangriento escenario después de echar el seguro interior a la puerta sin que nadie notara su escapada. Continuando con el supuesto desarrollo de los acontecimientos, llegan unos apartamenteros y descomponen todas las apariencias del crimen perfecto que dejó el supuesto asesino, llevándose el revólver causante del suicidio. Posteriormente llega la Policía y acaba de descomponerlo todo. A todo lo anterior debemos agregar lo más importante, la ausencia total de móviles.

Pero ¿cómo fue lo de los apartamenteros? Recordemos que todo se inició con una llamada anónima a la estación del F-2 de la policía. “Oiga, soy un apartamentero. En el 301 hay una francesa muerta”. Esa llamada alertó a los detectives ese sábado 27 de julio, quienes no tuvieron mucha dificultad en localizar la ubicación del apartamento a pesar que el anónimo no daba la dirección. Aunque la versión de los apartamenteros estuvo rondando la investigación durante algún tiempo, el hecho que no faltara ninguno de los principales documentos ni objetos personales de valor, que no debían ser muchos, de la victima hizo dudar a los detectives de la veracidad de los hechos. Es más, la policía logró capturar a los ladrones quienes efectivamente confesaron el robo del arma y contaron que intrigados por el olor nauseabundo estuvieron buscando su origen hasta descubrir el cadáver; se habían asustado y por esa razón salieron de la escena lo más pronto posible.

En verdad y tal como apareció ante los ojos de la policía la escena macabra en la habitación principal del 301 ya había poco para trabajar en la investigación. Pero tanto jugó la imaginación de los funcionarios así como de los mismos periodistas y la especulación en cuanto a los posibles móviles del supuesto crimen que el misterio se oscureció mucho más y terminó por hacerse impenetrable.

El caso fue de tal trascendencia que parecía de la mayor importancia haber tenido algún tipo de contacto o de relación no sólo con la víctima sino con cualquiera de los protagonistas. Se mencionaba con insistencia en los artículos de la prensa social los festines y las parrandas a las que asistían. Tal como acontecía en la época dorada de la mafia del narcotráfico, asistía lo “más granado” de la sociedad y la política, sin faltar los personajes de la farándula, que por entonces era muy reducida y por demás incipiente, las aspirantes a “reinas de belleza” y otras damas con especiales atractivos.

En alguna oportunidad se hizo mención de la madre de una reinita de Cundinamarca que desfiló en las pasarelas de Cartagena y que en consideración a su nivel nunca fue nombrada por la prensa que la llamaba “la dama X”.  Era una cuarentona muy bien proporcionada dueña de una extraordinaria simpatía y excesivamente liberada, como era factor común entre todas las amigas de Myriam Guerrero.  Esta damita, en una entrevista que se realizó por iniciativa de ella misma, le mencionó al periodista que “le importaba un pito el qué dirán” y que no quería que la siguieran llamando “Dama X” sino que escribieran su nombre completo y a continuación le dijo su nombre, tanto el de soltera como el de casada. De la entrevista sostenida se pudo concluir que había sido efectivamente, muy amiga de la victima pero por razones desconocidas la prensa prefirió omitir su nombre real y continuó llamándola “la dama X”.

El caso del apartamento 301 indudablemente, fue el de mayor resonancia entre los acontecimientos policíacos de fin del siglo XX el cual se diluyó en la memoria de los atareados cronistas judiciales y en la impotencia de los despistados investigadores. Para tranquilidad de algunos, el crimen fue rotulado finalmente con el eufemismo de “un extraño caso de suicidio”.

Para el día de las exequias, el cual no fue tan multitudinario como los eventos investigativos que posteriormente se sucedieron, dice la crónica amarilla de la época que el caballero “multicornio” de su ex marido, en actitud solemne  y con los ojos húmedos presidió los actos fúnebres del sepelio y aún más, frente a su sepultura estuvo a punto de  pronunciar un discurso en honor de su alegre difunta pero al final y con un pañuelo blanco hizo un ademán de despedida al dejarla descansar en su última morada.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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