Walther Camilo Cámaro Carvajal
Este es un relato oído de boca de antiguos cucuteños sobre el famoso sitio KING KONG, ubicado en cercanías del cementerio central y en la entrada del barrio La Magdalena. Hoy es la sede de una comunidad de monjas de clausura o Clarisas.
En los inicios del siglo XX, un señor de origen libanés cuyo apellido, si mal no recuerdo, es Atallah empresario llegado a Cúcuta en las postrimerías del siglo XIX, construyó el edificio de dos pisos con salones amplios destinado a la diversión sana de los cucuteños. Por esa época décadas del 20 y del 30 lo que se estilaba eran las estudiantinas (música de cuerdas) y luego las primeras orquestas; no había equipos de amplificación ni aparatos reproductores de música.
El salón social KING KONG funcionaba como salón de baile los sábados por la tarde y los domingos desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde. Los cucuteños disfrutaban con la familia esta novedad y aprovechaban para caminar por las calles de la capital en sano esparcimiento. Esta novedad en las costumbres de Cúcuta hizo que los cucuteños dejaran de frecuentar los bares y bailaderos de la Magdalena y de ir a comer caldo de venas en el cenadero Aquí me Quedo de doña Petra, la Turra.
Los damnificados de la zona de la Magdalena no sabían qué hacer para recuperar a su clientela. Después de varios meses de éxitos del KING KONG y de sesiones de hechicería y maleficios para hacer fracasar al libanés las sesiones de sábados y domingos eran más exitosas y la sociedad cucuteña disfrutaba de tan agradable programa familiar. Las nuevas orquestas empezaron a desplazar a las estudiantinas.
Pero una idea del dueño de “El Trompezón”, por cierto este bar funcionó hasta el año 1955, hizo el efecto tan esperado por todos los dueños de bares y prostíbulos de La Magdalena: se echó a correr la información según la cual el diablo en persona, ese que el Prof. Carlos H. Africano en su artículo Cuentos de Espanto y Miedo describió como ¨un parroquiano grandulón, negro, rigurosamente vestido también de negro, bigotón, luciendo sombrero alón, sacando chispas con sus botas, deslumbrando y agraciando a las chicas con monedas y objetos de oro que sacaba de la nada y luego desaparecían de la cartera de ellas, e invitando a los caballeros a unirse a su mesa¨, salía a las 3 pm, a las 6 pm y a las 9 de la noche.
En algunos sábados y domingos durante la noche salía humo y fuerte olor a azufre y se sentían movimientos y ruidos extraños, lo cual fue ahuyentando a la clientela. Así, al cabo de unos meses más el salón social dejó de funcionar y el edificio quedó cerrado por mucho tiempo. Posteriormente fue alquilado para un prostíbulo de renombre en el sector. Por acción del padre Jordán fue cerrado como sitio de lenocinio y nuevamente abandonado.
Finalmente, luego del nueve de abril de 1948, llegadas las monjas de clausura o Clarisas a Cúcuta y no habiendo lugar para asignarles, les fue adjudicado este edificio y allí trabajan sin que se les haya aparecido el diablo. También debemos recordar que este edificio sirvió de escuela pública, en algún momento, en el cual estudió parte de la primaria el doctor Miguel Torres primer contador titulado de Cúcuta.
No sabemos si el señor Atallah vendió o cedió este edificio. Si alguien recuerda mejor la historia del KING KONG por favor adicionarla o aclararla.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
El nombre de "...un señor de origen libanés...", era José Miguel Atala Ilsaine. Mi Nono (abuelo).
ResponderEliminar