Gerardo Raynaud D.
Comencemos por situarnos en los comienzos del año y digamos que deportivamente recibíamos a nuestros basquetbolistas que habían quedado subcampeones en el Campeonato Nacional de ese deporte, pues en el último partido habían perdido con Antioquia que los derrotó 89 – 63. Era la preparación de los deportistas, pues el año siguiente estaríamos realizando el Campeonato Suramericano de Baloncesto en la -entonces Cancha Rojas Pinilla- aún sin construirse.
La directiva de FENALCO, muy activa entonces, solicitaba al embajador de los Estados Unidos la apertura de una oficina consular en Cúcuta, a lo cual el embajador Phillip W. Bonsal le responde al doctor Fernando Gómez Rivera, director ejecutivo de entonces, que la autorización para el establecimiento de nuevos consulados es una decisión que toma directamente el Congreso de los Estados Unidos ya que no es una medida administrativa sino política; sin embargo, le aseguró que estudiaría la petición detenidamente pues la tendencia de ese momento era concentrar las funciones consulares en lugar de aumentar el número de consulados. Jurisdiccionalmente Cúcuta dependía del consulado de Barranquilla, por lo cual el embajador indagaba si sería más conveniente que los ciudadanos de Cúcuta utilizaran los servicios del consulado de Bogotá en lugar de tener que desplazarse a la costa atlántica. Hoy sabemos que en desarrollo de esa política, el consulado de Barranquilla fue clausurado, sus servicios trasladados a la capital y todas las gestiones se concentran en un solo sitio, consulado y embajada, todo por razones de eficiencia y seguridad.
La Cámara de Comercio comenzaba a efectuar el balance de sus actividades que entonces se circunscribía al manejo del Registro Público del Comercio y a la promoción de empresas y actividades en tal sentido. Para el año 1955 la actividad registraba, en la jurisdicción de la Cámara, es decir, en los 25 municipios de la provincia de Cúcuta y la de Ocaña más la ciudad de Cúcuta, los siguientes indicadores:
Empresas Comerciales 643 Capital $54.020.000
Empresas Industriales 147 Capital $30.473.900
Empresas de trasporte 29 Capital $ 4.943.700
Empresas agrícolas y ganaderas 23 Capital $10.004.700
Total 842 Capital $99.442.300
Solamente en Cúcuta se concentró el 92% de la actividad empresarial, tal como se muestra en el cuadro siguiente:
Empresas Comerciales 331 Capital $48.700.000
Empresas Industriales 122 Capital $30.100.000
Empresas de trasporte 29 Capital $ 4.943.700
Empresas agrícolas y ganaderas 16 Capital $ 7.700.000
Total 498 Capital $91.443.000
Mientras esto sucedía, en los municipios de Chinácota, Toledo y Labateca se vivía un gran jolgorio, pues se estaba inaugurando la carretera que unía estas poblaciones. La espera había sido bastante larga, pues esta vía había sido planificada bajo el régimen del gobierno liberal y fue impulsada y terminada, con grandes esfuerzos, por el progresista gobierno del doctor Gonzalo Rivera Laguado.
Esta carretera, no sólo uniría estos pueblos, sino que se convertiría en la puerta de ingreso al Sarare, especialmente importante por el beneficio que le traería a la capital nortesantandereana para traer el ganado y por productos agrícolas desde esa región.
En el sector de la salud ya comenzaba a vislumbrarse las perspectivas de nuevas y mejores atenciones a la población enferma, distinta de la atención que brindaba el casi centenario Hospital San Juan de Dios y la Clínica de la Fundación Barco, dedicada exclusivamente a la atención materno-infantil. Se gestaba la constitución de una nueva y moderna clínica entre los más destacados galenos. Efectivamente, venían reuniéndose desde hacía algunas semanas, con el objeto de consolidar un centro médico que cubriera las necesidades de la población con mayores recursos, con la última tecnología y los más modernos aparatos y dispositivos que permitieran la aplicación de las técnicas más sofisticadas en procura de lograr los mejores resultados en salud y bienestar de sus pacientes.
Igualmente, se venía pensando en el aprovechamiento de los pacientes de la vecina república, quienes entonces acudían cada vez con mayor frecuencia en busca de solución a sus males. Ya acordada la constitución de una sociedad de responsabilidad limitada que se denominaría Clínica Santa Ana Ltda. veinte médicos aportaron cada uno la suma de tres mil pesos ($3.000) hasta reunir los sesenta mil pesos que fue el capital con que inició operaciones la nueva empresa que abrió sus puertas en una vieja casona acondicionada par tal efecto en la calle 16 No. 3-35. Se reunieron en las instalaciones de la notaría primera de Cúcuta, siendo notario el doctor Gustavo Urquijo Silva, en su oficina de la calle 10 No. 3-28, los siguientes médicos: Adolfo Martínez Badillo, Alfonso Sanjuán Peñaranda, Alfredo Landínez, Alirio Sánchez Mendoza, Camilo Vivas, Carlos Celis, Carlos E. Ardila, Ernesto Buitrago, Homero Niño, Gustavo Villamizar, Humberto Faillace, Joaquín Abello Peñaranda, Jorge E. Pérez, José María Rodríguez. Lucio Febres Cordero, Luis Figueredo Corrales, Luis Humberto Duplat, Mario E. Mejía, Hernando Villamizar y Salvador Cristancho, quienes suscribieron la escritura pública No. 64 el 27 de enero de 1956.
En la misma escritura se dejó constancia del nombramiento de los dignatarios que serían los responsables del manejo de la nueva clínica y que recayó en la persona del doctor Alirio Sánchez Mendoza como gerente y representante legal, con la primera suplencia del doctor Jorge E. Pérez y segunda en cabeza del galeno Homero Niño Cely.
La primera junta directiva quedó conformada por los socios Alfonso Sanjuán, Luis H. Duplat, Joaquín Abello, Humberto Faillace y Salvador Cristancho. A pesar del entusiasmo que les había generado la nueva empresa y la posibilidad de incrementar generosamente sus ingresos, parece que no fueron muy optimista respecto del futuro que les esperaba y por esa razón, solamente proyectaron dicha sociedad a diez años, tiempo suficiente, según pensaban, para evaluar la continuidad de esa idea que este año está cumpliendo 55 años.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
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