viernes, 26 de octubre de 2012

272.- LA QUINTA TERESA


Luis Fernando Carrillo 



1. La avenida cuarta devenía su importancia, hacia los años cincuenta, por ser la vía de entrada  Cúcuta cuando se venía del sur, Pamplona, Bucaramanga, Bogotá y pasar por allí el ferrocarril del sur.
En esta avenida, con calles quince y dieciséis, se construyó la Quinta Teresa, nombre dado por Andressen Moller, ciudadano danés, en honor de su esposa Teresa Briceño, hacia el año 1.893.
Hermoso sitio habitacional que con el paso del tiempo se convirtió en referente de los cucuteños.
Como que allí los Hermanos Cris­tianos, venidos hacia 1906, sembraron la semilla de un saber .En el que se nutrió la juventud de la ciudad.  Cuya importancia para esos tiempos era de las mejores del país.
Aquí floreció el comercio, que integrada a la cultura, que de Europa venía por el lago de Maracaibo, la hizo propicia al desarrollo. Las crónicas de la época son testigas de este florecer.
Desafortunadamente los tiempos cambiaron. Cúcuta no se preparó para el asalto.  Vi­no la ramplonería. Como estilo de los nuevos que llegaron a montar sus tenderetes. Detrás de ellos ese espectáculo desolador actual.
Y con el te­mor que los que vienen sean peor. Lo que se palpa en el ambiente no pre­dice algo bueno. Como ciudad alquilada Cúcuta está expuesta a todos los vejámenes.
La neodirigencia no puede dar la talla porque está en otras  cosas. Esas cosas que se viven y se duelen hoy.
En el atardecer que no era el que se merecía este pueblo. Otrora sembrado de gente buena.  Como sus  acacios y sus almendros.




2. Fiel retrato de esta agonía es la Quinta Teresa. El transeúnte desprevenido  que por allí pasa observa la  mansión, “de estilo hermosamente clásico”.  Con su glorieta que servía en el crepúsculo de refugio. Contra la dureza del clima que en ese momento comenzaba apaciguar.
Pero al mirar hacia ella ya no está el esplendor de otros tiempos. Sólo la decadencia que ame­naza en convertirse en ruina. 
A no ser que se decida volver a la Cúcuta de aquellos días y emprenda su recuperación. Con la misma generosidad  con que lo hacían ayer los raizales y los venidos de otras partes. 
Entonces  podrá mirarse hacia aquella casa. Referente de una Cúcuta de ayer que debe ser la de hoy.
No con la nostalgia del pasado, sino con la presencia del presente que debe ser futuro. Deben saber los que no vivieron aquellos  días que esa Quinta Teresa es la ciudad misma.
Allí construida en una de sus  partes. Querida y cuidada por esa muchachada que allí se hizo, y que con el título de bachiller se lanzaba a recibirlos vientos de la vida.
No  entenderlo así sería una agresión al civismo y la decencia. Ahora que es tiempo de reconstrucciones no se puede andar con migajas y miserias pa­ra con la Quinta Teresa. No se puede ser inferior a esas mujeres y esos  hombres que construyeron la ciudad para todos los tiempos y todas las gentes.
 3. No habrá un gobierno nacional, departamental, o municipal, una dirigencia, que desplace su vitalidad hacia aquella casona  de la cuarta y le dé la presencia que se merece?.
Será qué los cucuteños no son capaces de esto?
Será qué los nuevos dueños de la ciudad no se acercarán a un libro de historia para conocerla mejor?
Difícil contestar positivamente porque esos que por ahí caminan no muestran casta ni empuje para lo bueno.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.




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