martes, 13 de noviembre de 2012

284.- EL MAESTRO ELIAS M. SOTO


José Pablo Tarazona Montañez



Piano que Elías M. Soto le regaló a su hija Carmen, foto
obsequio de su bisnieto Ricardo Ramírez Jiménez


José Elías Mauricio Soto Uribe, nació en el Valle de Tonchalá en la hacienda cacaotera del mismo nombre, el 22 de Septiembre de 1858, propiedad esta que pertenecía a su familia desde varias generaciones atrás. Sus padres fueron Carlos Soto y Benedicta Uribe, prematuramente  desaparecidos, y con sus hermanos María y Marcos Antonio fueron ayudados por Juan Antonio Ángel, sacristán e intérprete del piano y por consiguiente del órgano, en la iglesia de San Antonio, y con quien el pequeño Elías inició tempranamente sus estudios de música, motivado por la admiración que sentía por su padrino y ayudador. Estudia sus primeras letras en la escuela de Juan de Dios Bustamante y Julio Rueda, maestro de maestros, bogotano radicado en el valle de San José de Cúcuta, y quienes lo encaminaron por los caminos del solfeo y el piano.

Sus primeros escarceos con la música, lógicamente de la mano de su mentor, los hizo en la iglesia de San Antonio, sitio en el cual en ocasiones lo reemplazaba en su labor de organista, lo cual años después le sirvió para ser el cantor de la iglesia de San José (actual templo catedralicio arzobispal de la ciudad capital), y en la histórica capilla de El Carmen, contigua al Hospital San Juan de Dio.

DONDE ESTABA EL MAESTRO CUANDO EL TERREMOTO?

Contaba 16 años para el aciago día del terremoto de 1875, y como todos los cucuteños sobrevivientes, que salieron a las calles para presenciar aterrados como lo que era una ciudad pujante quedaba reducida a escombros, tuvo que salir al sitio de “La Vega” donde se hacinaron estos a esperar la ayuda del gobierno del Estado. Pero a su vez esta generación que renació de los escombros ha sido considerada la mejor generación que ha tenido la ciudad, ya que en 20 años reconstruyó la ciudad, construyó el camino al puerto de San Buenaventura (Puerto Villamizar), el ferrocarril de Cúcuta que llegaba a Puerto Santander, el tranvía de la ciudad, inauguró el telégrafo, instaló la empresa de teléfonos que la comunicaba con las poblaciones vecinas incluidas San Antonio, Rubio y San Cristóbal en Venezuela, dio al servicio la primera planta hidroeléctrica, pero también sufrió la endemia de la fiebre amarilla y el sitio de Cúcuta cuando la guerra de 1900.

En la crónica cucuteña se registra que siendo párroco Marcos Hernández, el 12 de Mayo de 1889, al colocarse la primera piedra del templo que reemplazaría al destruido por el terremoto del 18 de Mayo de 1875, dentro de ella junto con las firmas de los patronos iniciadores, fueron depositados unos papeles de música donde estaba escrita, la interpretada y cantada por los hermanos Marcos y Elías Soto, durante la ceremonia de ese día. Sería interesante conocer el paradero de estos documentos.

Como lo relata Luis Jesús Romero Peñaranda, el maestro “… hundía sus raíces genealógicas en la noble dama célibe doña Juana Rangel de Cuéllar y por esta circunstancia nace en la finca de esta ilustre matrona, hacienda “Tonchalá”, a donde volvería en luna de miel con la bella, esbelta y aristocrática dama rosariense doña Elisa Ramírez Matamoros, que le inspiró los bellos bambucos “Te amé”, “Te amo”, y “Te amaré”; de este católico y practicante ejemplar hogar nacieron 7 hijos…….., así como su hija Carmencita Soto Ramírez, que conjugó en su bella y señorial estampa los encantos de su madre y el genio musical de su padre”.

Este aspecto de la vida civil del maestro se realizó el 27 de Enero de 1894, en la parroquia de San José de Cúcuta (Libro de Matrimonios No. 8, Fol. 40, 1894), con doña María Elisa Ramírez Matamoros, y de esta unión, Luis Edo. Suárez asevera en su libro que nacieron 12 hijos, a saber:

Rafael, María Antonia, Ana Dolores, Conchita, Sofía, José María, Carlos, Marcos Antonio, Carmencita, Pedro Elías, Alfonso Lorenzo, y Manuel Francisco.

De los cuales, solo Carmencita heredó el gusto por la música de su padre, destacándose como excelente pianista y profesora de la Escuela de Música de Cúcuta.

Poco se sabe sobre el acaecer ciudadano de nuestro compositor, pero se cuenta con la descripción de cronistas contemporáneos suyos como Pedro Ma. Fuentes quien lo pintaba como “Distinguido ciudadano cucuteño, que dio lustre y renombre a su tierra natal como inspirado artista musical. Don Elías M. Soto supo trasladar al pentagrama los aires musicales de los valles cucuteños y sus producciones musicales, de un relieve popular y autóctono, vivirán mientras subsista en el alma sensitiva el placer y la alegría de oír la original musicalidad de nuestros aires.” (Efemérides Cucuteñas), el periodista Montegranario Sánchez hacía esta semblanza del músico “Alto, moreno y buen mozo como el personaje de la película, parecía un príncipe moro” Don Luis Hernández Gómez (Luhergo), periodista y cronista de la ciudad en la mitad del siglo pasado, apuntaba que “Don Elías M. Soto, perteneció a una generación de hombres buenos, sustantivos, y hombres que tuvieron por norma una vida decorosa y ejemplarizante de virtud, dejando en cada uno de los cargos desempeñados la huella de su dignidad, de su inteligencia, de su conducta irreprochable y de su fiel compañerismo”, y en otra anotación transcribía, “…No tuve la oportunidad de conocer al maestro Elías. ¡ Cuánto me hubiera gustado! Quienes tuvieron ese privilegio lo describieron como: un hombre alto, erguido, de rostro risueño y bondadoso, de caminar suave y alegre, de finos y artísticos ademanes, pulcro en el vestir, y amable y cordial con todos…”

El pueblo de Cúcuta en un gesto de gratitud al cantor de su río, le confirió la Lira de Oro en Diciembre de 1936; así mismo en gesto de reconocimiento la Federación de Empleados Nortesantandereanos lo condecoró el 22 de Enero de 1937, con una corona de laurel en su pecho se le reconoció su aporte cultural y musical a la región, y poco antes de morir, el Concejo Municipal de Cúcuta le otorgó la medalla al mérito ciudadano el 21 de Abril de 1943, reconociéndole sus virtudes excelsas de cantor al alma de su tierra.

Entregó su alma al Creador el 11 de Octubre de 1944, a la edad de 86 años (Acta de Defunción, Parroquia de San José de Cúcuta, Libro No.17, fol. 186. Marginal 144/1944); su cuerpo fue expuesto en cámara ardiente en el recinto del Concejo Municipal, de donde se llevó al cementerio central. “ Entregó su alma al Creador, su cuerpo a la madre tierra y su obra musical a la inmortalidad”, escribió Luis Edo. Suárez Ramírez, en su obra “Las Brisas del Pamplonita y sus autores”.

AGRUPACIONES MUSICALES EN SU VIDA

Elías M. Soto, como lo conoce la música y la historia, además del piano ejecutaba el violín, corneta, pistón y bajo.

Con su hermano Marcos Antonio y Luis Eduardo Meyer integraron la orquesta de la “Sociedad Filarmónica de Cúcuta”, constituida el 28 de Junio de 1880, y de la cual también hacían parte: Carlos Jácome (director), y José Ma. Ardila (1°s fl autistas), Federico E. Faría, Domingo Díaz Irwin y Enrique Fernández (2°s fl autistas), Julio Angulo Lewis (1er violín), Arístides Osorio y José del Carmen Hernández (2°s violines).

En la banda “Progreso” que dirigía su hermano Marcos, tocaba el 1er cornetín, y compartía con los siguientes intérpretes: Pedro Moros - 2do cornetín, Marcos Girón y Paulino Ramírez – Bombardas, Víctor Merchán - Trombón cantante, Julio Fontiveros - 1er clarinete, Valentín Lindarte - 2do clarinete, Hernán Cortés - Trombón bajo, Saturnino Cortés - 1er flautín, Marcos Romero y Alberto Rojas – Bajos, Pedro Tobías Vega - Clarinete requinto, Simón Parada (El Chato) – Bombo, Jesús Ramírez – Platillos.

Posteriormente figuró en la del batallón “Tiradores”, la del regimiento “Santander”, la Cúcuta, la del Ferrocarril y la del Departamento, la cual dirigió hasta finales del año 1931, cuando fue reemplazado por el músico de Bochalema José Rozo Contreras.

ASPECTOS RELEVANTES DE SU MÚSICA

La mayor parte de su producción musical está compuesta para piano. Diversos poetas de la época acudían a él para que le pusiese música a himnos de diverso género; de su extensa obra solo se conoce nacionalmente “Las Brisas del Pamplonita”, y de la cual se han hecho diversas instrumentaciones y arreglos que han sido grabadas por prestigiosas agrupaciones musicales y acreditados intérpretes del país.

Es autor de casi un centenar de composiciones musicales entre bambucos, valses, pasillos, himnos escolares, municipales y religiosos, y marchas de carácter fúnebre y patriótico.

Puso música además, al himno a Mercedes Abrego (heroína cucuteña), al del Regimiento Santander, al “Canto de la Gran Colombia”, con letra de Eustaquio Mantilla Bretón, quien era el rector de la Normal de Varones de Cúcuta, a quien también le compuso el himno, con letra de la poetisa María Teresa Blanco, al himno al maestro, texto poético de Clemente M. Blanco Godoy, el cual se interpretó por vez primera el 1° de Diciembre de 1916; al Himno Mariano, cuya letra corresponde al párroco Jesús Jaimes, entre otros.

Con Roberto Irwin Vale se conocieron desde la época de la Sociedad Filarmónica y los cronistas cuentan el grado de intimidad en sus relaciones personales, que hacen pensar en que nuestro compositor era de ideas liberales, habida cuenta el acendrado sentimiento libertario del músico-poeta, autor de la letra del bambuco “Las Brisas del Pamplonita”.

Varios años después de la desaparición del maestro, su esposa Elisa, inscribió ante el Director del Registro Nacional de Propiedad Intelectual en Bogotá, un total de 59 obras de su autoría, según consta en el certificado No. 52 del 17 de Agosto de 1949, de las cuales se hace la siguiente relación, de acuerdo a su estilo:

BAMBUCO: *Te amé. Te amo. Te amaré. Las Brisas del Pamplonita. *Fiesterito.
VALS: Durazno, Nuevo parque, Juan Pereque, Galanteos, Efluvios, Canicular, La tarde, Piruetas, Deferencia, Amatista, Nupcial, Mis aguinaldos, El Neptuno, Juventud, Festivales, Anhelos, Entre fulgores, Gratitud, En Santa Clara.

PASILLO: San Piter, El loco Ramón, Amigable, Apoteosis, Cúcuta Sport Club, Calandraco, Centenario, Dominical, Tricolor, Ay ay ay, El Diarito, *Aperitivo, Rubí, *Neblinas, Reproches, Carmen, Entusiasmo, Siempre amigo, Santander Foot-ball Club, Club Deportista, Chichonera, Blando rumor, En espera, Victorioso, Tres estrellas, Temores, Besos y mieles, Aromas, Ideales, Patriotismo, San Pedro.

ROMANZA: Rogad por mí.

DANZA: Euterpina.

MARCHA: Circo Real Palacio, Batallón Cúcuta, Primavera.

Los indicados con (*) corresponden a obras que se encontraron en la Biblioteca Nacional, Fondo Oriol Rangel, Centro Colombiano de Documentación, Cultural, Colcultura, algunas de ellas son trascripciones de obras para piano realizadas por Doña Carmen Soto de Ramírez, hija del maestro, en la década de los años 50.

Para el análisis y compilación de las obras del maestro se ha contado con la casi totalidad de las obras arriba mencionadas, conservadas por la Familia Escalante Hernández, y de cuyo archivo se pudo disponer.

HOMENAJES Y RECONOCIMIENTOS AL MAESTRO

1-Mediante el Decreto No. 390 del 11 de Octubre de 1944, el Departamento Norte de Santander honró la memoria del maestro desaparecido, y lo mismo hizo la Alcaldía Municipal con el Decreto No. 306 de similar fecha.

2-El Decreto No. 192 del 31 de Octubre de 1957, expedido por la Alcaldía Municipal, se le colocó el nombre del maestro al puente sobre el río Pamplonita, que comunica la Diagonal Santander con la autopista a la frontera, y además se ordenó colocar el nombre en placa de bronce, con los primeros compases del inmortal bambuco.

3-La Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, Sayco, en acto especial realizado el 29 de Agosto de 1971, colocó una placa en homenaje póstumo en las afueras de la casa ubicada en la Calle 11 No. 3-14, que por muchos años fue su residencia.

4-El 11 de Agosto de 1983, atendiendo lo ordenado por la ley, en el parque contiguo al puente que lleva su nombre, margen izquierda, se colocó un busto en concreto, obra del maestro Carlos Cormane, el cual fue destruido, siendo reemplazado en 1989, por la obra de Luis Villamizar.




Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario