Gustavo Gómez Ardila
El estafeta entró a la tienda de campaña donde se encontraba el coronel y le entregó un sobre lacrado que acababa de llegar.
-¿De dónde viene? -preguntó el comandante.
-De Urimaco, mi coronel.
- ¿Quién lo envía?
-Es correspondencia secreta, mi coronel.
-Está bien, retírese.
Le sonaron las alpargatas al soldado al ponerse firme para obedecer la orden del Comandante. Bolívar se fijó en los rasgos femeninos de la letra, que en el sobre decía: “Para el coronel Simón José Bolívar y Palacios, comandante en jefe de los ejércitos patriotas”. Sonrió y procedió a leer el mensaje, escrito en una hoja de cuaderno: “Mi coronel: Los ejércitos españoles están acantonados en Cúcuta, al mando de Ramón Correa. Si usted apresura la marcha, puede sorprenderlos, pues este fin de semana están de carnavales en la ciudad y es posible que esos días bajen la guardia. Estoy loca por conocerlo a usted, mi coronel, pues me han hablado maravillas suyas. Le tengo preparada una sorpresa para después de que derrote a los españoles. Yo veré. El corazón me late apresurado por tenerlo cerca. Abrazos, Mercedes Reyes Ábrego”.
Bolívar llamó a su ayudante y le preguntó:
-¿Quién es Mercedes Reyes?
-Una costurera de Cúcuta. También le dicen Mercedes Ábrego. Es la que nos mantiene informados sobre los movimientos de Correa.
-¿Entonces es de confianza?
-Totalmente, mi coronel.
Era el viernes 26 de febrero de 1813. Los ejércitos patriotas habían acampado en el sitio llamado Mal abrigo, entre Ocaña y Cúcuta. El sábado 27 partieron de madrugada hacia la población de San Cayetano, a donde llegaron ya entrada la noche. Un nuevo mensaje de Mercedes Reyes Ábrego informaba que el camino hacia Cúcuta estaba despejado. La orden del comandante fue tajante: “A la madrugada de mañana domingo partiremos en total silencio hacia Cúcuta. Entraremos por el cerro occidental. Repito: la marcha es en total silencio y sin prender fuego, ni linternas”.
Así fue. Cuando, aquel domingo 28 de febrero, el sol iluminó las lomas occidentales de Cúcuta, ya los patriotas estaban apostados en lo alto. El despelote de los españoles fue intenso. El enemigo se les había metido hasta sus propias barbas. Como lo había dicho la informante patriota, Mercedes Ábrego, la soldadesca española estaba de carnavales y Bolívar los había podido tomar por sorpresa. A las carreras, más llenos de culillo que de coraje, los españoles llegaron a la loma, pero ya era tarde. En poco tiempo fueron vencidos y Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios sumó un triunfo más a los ya obtenidos a lo largo del río Magdalena.
Después de la batalla, Bolívar y Mercedes Ábrego se conocieron, se dieron un patriótico abrazo y sucedió lo que tenía que suceder, es decir, Mercedes le regaló a Simón José Antonio una chaqueta bordada con hilos de oro, que el Comandante siguió luciendo en adelante en todas las entradas triunfales, después de las batallas.
Así quedó sellada aquella amistad entre dos grandes de la independencia granadina: El venezolano y la cucuteña.
En octubre de aquel mismo año, el español Bartolomé Lizón ordenó pasar por las armas a la heroína cucuteña. Cuando Bolívar lo supo, algunas lágrimas asomaron a sus ojos. Esa tarde, Bolívar lució la casaca que Mercedes le había bordado. “Mi coronel está como loco”, murmuró el ayudante.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
Interesante y curiosa carta! contrasta casi dramáticamente con la ausencia de documentos oficiales que den certeza de la persona que fue Mercedes Ábrego. Si no fuera por la tradición oral familiar podría creerse cualquier cosa acerca de ella hasta convertirla en un mito.
ResponderEliminarEsta recopilación tiene una fuente real o es una recopilación imaginaria de un documento imaginario e inteligente que hace mas divertida la aburrida historia formal?
Conociendo al autor del escrito don Gustavo Gómez Ardila, quien pertenece a la Academia de Historia de N. de S., el fondo del acontecimiento debe ser fruto de sus estudios serios de la historia, combinándolo con su característica de presentar los escritos de una forma entretenida, sencilla, con diálogos imaginarios y hasta jocosa en ocasiones.
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