domingo, 17 de febrero de 2013

334.- LAS ¨CASITAS¨ DE AYER III


PARTE III/III

Gerardo Raynaud


Casa residencial de la familia Vargas, en la Avenida 1a con calle 18, hoy Clínica Norte. En el terreno del frente, desde donde se tomó esta fotografía, construiría posteriormente su residencia Agripino López Lucas.


A medida que fue transcurriendo el siglo 20, la ciudad comenzó a invertir la polaridad de su desarrollo inmobiliario. La zona que antaño fuese desdeñada para extenderse comenzó a mostrar cierto interés. Las tierras ubicadas al sur, apenas empezaron a adquirir importancia. Los profesionales y la gente pudiente veían buenas oportunidades, así como las instituciones educativas, en las tierras colindantes con el rio, las que a su vez, constituían la puerta de entrada a la ciudad. Abandonada la aventura de la línea sur del Ferrocarril de Cúcuta, la cual alcanzó a llegar hasta El Diamante, en la actual vía a Pamplona y garantizada la seguridad de la rivera izquierda del Pamplonita, con la construcción de una incipiente pero robusta muralla protectora, los terrenos adyacentes comenzaron a ganar atractivo, desde el Barrio Blanco pasando por las tierras en las que posteriormente se construyera el Barrio Colsag, cuando las petroleras comenzaron su fase de explotación, hasta el muy conocido corregimiento de El Salado, lo que permitió, a mediados del siglo, el desarrollo de la zona de tolerancia, diría yo, más famosa del mundo de esa época, tanto así, que recuerdo varias películas, especialmente venezolanas, en las que se hace mención, a veces de manera positiva y otras no tanto, de este lugar.

El hecho es que, pasada la primera mitad de la centuria, las construcciones se fueron haciendo más espaciosas y lujosas, al sur y al suroriente del centro de la ciudad. Atrás fueron quedando las lujosas viviendas aledañas al parque principal, de las cuales mencionaré sólo dos; la de don Nicolás Colmenares, que presumo fue construida más por la comodidad que le ofrecía la cercanía al negocio, que por cualquiera otra razón, pues quedaba a escasas dos cuadras de su almacén. La avenida sexta era la dirección que tenían ambos sitios, la casa, entre las calles 14 y 15 y el negocio, entre las calles 12 y 13. La segunda residencia, ésta situada en el otro extremo, era la de don Asiz Abrahim, que fue construida frente al que sería el Colegio La Salle, en la confluencia de la Avenida Cero con Diagonal Santander, cuando estas dos aún no estaban construidas y menos pavimentadas.

A medida que se fueron presentando y construyendo los servicios públicos básicos, especialmente el de acueducto y más tarde, el alcantarillado, familias enteras comenzaron a migrar hacia los nuevos barrios. Comerciantes y profesionales fueron los primeros pobladores de las nuevas ubicaciones. Las grandes residencias de entonces, comenzaron a llenar los espacios y lotes al sur de donde construyeron, cien años antes, los negociantes alemanes de la Quinta Teresa y la Quinta Steinworth, comprada años después por el señor Cogollo, quien le puso su nombre con la que hoy se conoce. Tal vez, el primero de quienes construyeron en esa zona al sur, fue el ingeniero Fernando Seguin. Su casa, diseñada y construida por él mismo, a pesar de ser ingeniero de ferrocarriles, estaba localizada en la calle 18 entre avenidas segunda y tercera. Fernando Seguin, fue el ingeniero encargado del trazado y construcción de la línea sur del Ferrocarril de Cúcuta, hasta que el gobierno decidió suspenderla.

Luego comenzaron a poblar los alrededores, Luis Alberto Contreras y Sixto Jaramillo a una cuadra de allí, posteriormente fue construido el Colegio Santa Teresa. Comerciantes reconocidos, como Juan Ríos y Julio Alvarado se constituyeron vecinos del colegio. Mientras tanto, por la avenida primera, otros comerciantes y profesionales, no menos importantes fueron asentándose. En la esquina de la calle diecisiete, don Salvador Saieh, comerciante de la calle doce con séptima, quien construyera años más tarde, el hotel San Jorge, era a la vez propietario de la ferretería más importante del momento, El Gallo de Oro. En la esquina siguiente, se construyeron, casi simultáneamente, dos grandes residencias; la de Agripino López Lucas, una construcción de una planta con jardines interiores muy lujosa y al frente, en la esquina suroriental de la  calle 18, estaba la casa de habitación de la familia Vargas, donde hoy queda la Clínica Norte. Unos metros más allá, construyó su casa de habitación el ingeniero químico Luis Francisco Peña, a quien le decían Peñita, más por cariño que por su baja estatura. Esta última, tenía la característica de ser una vivienda con muchas habitaciones, pues Peñita y su señora, no eran propiamente apasionados del control de la natalidad, así que requerían de espacio suficiente para albergar toda su prole. Peñita era el ingeniero de la Licorera del Norte de Santander y además, catedrático de química de los colegios más importantes de la ciudad, entre ellos el Sagrado Corazón de Jesús. Lo recuerdo desde esa época, ya que fue mi profesor y posteriormente, cuando la ELNS lanzó al mercado su famoso aguardiente “Barbatusca” del cual fue su inventor, un día cualquiera tuvo a bien, obsequiarnos una caja del licor para departir en un viaje que hiciéramos, un grupo de cucuteños, a tierras aztecas. Con orgullo le dábamos a probar a los mexicanos nuestro aguardiente y ellos, acostumbrados a su tequila, nos decían que “ese es el traguito que le damos aquí a los niños”. Siguiendo por el mismo lugar, una cuadra arriba, en la diecinueve con primera, construiría más tarde, uno de los hijos de Pedro Felipe Lara, quien tengo entendido, había adquirido un globo de terreno por esos contornos.


Casa residencial de Juan Tomás Sayago, en la Avenida Gran Colombia.


Ya para terminar, no puedo dejar de mencionar una de las viviendas de mayor lujo de la ciudad que, aunque no se construyó en el sitio que venimos narrando, se constituyó en una de las más hermosas, me refiero a la mansión construida por don Juan Tomás Sayago. Habíamos dicho al comenzar esta crónica, que las tierras al oriente de la ciudad, donde antes existían extensas haciendas ganaderas, también comenzaron a ser desalojadas para dar paso a la urbanización, especialmente por donde había las facilidades de acceso que brindaba la antigua ruta del ferrocarril a la frontera, a su vez, paso para dirigirse al que fuera llamado, en la colonia “Pueblo de Indios,” a partir del cual se concibió la idea de fundar una parroquia que se llamaría, con el tiempo, San José de Guasimal y finalmente, Cúcuta.

En esa suntuosa mansión funciona hoy la casa de funerales y servicios exequiales Los Olivos, perteneciente  al grupo empresarial Coomeva. Esa casa, al igual que casi todas las mencionadas en estas crónicas, pocas adecuaciones fueron requeridas para ofrecer los servicios que hoy prestan, lo cual nos da una idea de las dimensiones con las que se construía en el pasado.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

3 comentarios:

  1. COMENTARIO RECIBIDO
    334.- LAS ¨CASITAS¨ DE AYER III

    Apreciado amigo:

    En el blog que Gerardo Raynaud escribe sobre casas hermosas de Cúcuta, aparece la fotografía de la esquina sur-oriental del cruce Av. Gran Colombia con Av. 5E, para esa época era del Barrio Popular, y era la casa de Don Benito Neira padre de José y Rafael Neira Rey, pero equivocadamente la identifica como la casa de Juan Tomás Sayago.

    Pues Gastón hay otro detalle que me reafirma y es que Gerardo precisa que en esa casa está actualmente la Funeraria Los Olivos, que efectivamente era la casa de los Sayago y la cual está entre Av. 4E y 5E, en tanto que esta es esquinera como se ve en la foto, además recuerdo el corredor cubierto y con arcos que allí se ve.

    En la casa de la foto vivieron antes de los Neira el comandante de la policía de apellido Castillo, y los Alvarez Barrios. He vivido toda mi vida en la acera del frente de esa casa.

    Un abrazo

    Ing. José Pablo Tarazona M.
    Presidente Consejo Municipal de Cultura de San José de Cúcuta

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  2. Completamente de acuerdo con Pablo,esa no fue la casa de los Sayagos.

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  3. Completamente de acuerdo con Pablo,esa no fue la casa de los Sayagos.

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