Antonio García Herreros
Antonio García Herreros convirtió su ingenio en un oficio que le daba licencia para tomarle el pelo a todos los cucuteños y superar así su dificultad real de poderse comunicar con las personas, porque padecía la enfermedad de muchos de sus parientes que siempre tienen cara de bravos a pesar de que están contentos. ¨
¨Sabatina, no las hacía de mala fe sino en busca de conseguir sonrisas¨.
1.- LOS JUBILADOS. Cuando me jubiló el Municipio de Cúcuta, coloqué en la puerta de mi casa el siguiente aviso:
Antonio García Herreros, jubilado, se encarga gratuitamente de reparar planchas eléctricas, licuadoras, sandwicheras y demás artefactos electrodomésticos. Se sueldan vasos de noche, ollas esmaltadas y todos los objetos en los que se pueda emplear soldadura de estaño. Se escriben discursos, cartas, telegramas y se garantiza absoluta reserva. Se remiendan cajas de dientes con acrílico. Recuerdo que mi primer cliente fue don Víctor Pulido, quien me llevó unas ollas y una plancha eléctrica a la que se le había quemado la resistencia.
Intenté aprender el juego de ajedrez, que como se sabe, es un juego para ociosos; pero me desesperé cuando el jugador contrincante se demoraba media hora para correr un peón y dos horas para movilizar una reina y es porque los jugadores de ajedrez no se concentran sino que lucubran, mientras juegan, sobre los problemas caseros.
Los jubilados residentes en Cúcuta, si son de la Colpet, se estacionan todo el día alrededor de una pila del Parque Santander y si son del Municipio, en la esquina de la avenida 5ª con calle 11, contiguo a donde se sitúa Juan de Dios, Antonio y Jacinto Peñaranda.
La preocupación única de los jubilados es el pago de la pensión. Los de la Colpet, todos los días cuentan los que faltan para ello, del mes. Cuando madrugan a hacer cola en la puerta del Banco Cafetero y los del Municipio. Empiezan a averiguar por la mesada inmediatamente después de que reciben el último pago que se realiza a mediados de cada mes. Ocho días antes del pago a estos jubilados se les sube la tensión y enardecidos comentan que "la planilla la están elaborando en la Caja" que "está en el Control Previo" que "donde el Contralor" que "en la Tesorería" que "en el Banco" y mientras tanto los jubilados le sacan la madre al funcionario de turno más veces que los peatones al Alcalde que sembró con tacos las calles, cada vez que se tropiezan.
Los jubilados y es señal inequívoca de vejez, se levantan muy temprano, a las 5 de la mañana y viven todo el día de un genio condenado, como si estuvieran elaborando la declaración de renta, lo cual está comprobado es el motivo que más altera los nervios, así no se pague impuesto alguno. Oyen radio hasta las 8 de la mañana, y cuando llegan a la esquina estacionaria están muy informados sobre las últimas noticias de Polonia, de Irán, de Irak, de San Salvador, de Nicaragua, de Cuba, del M-19.
Como añorar es el supremo placer de la vejez, los jubilados conversan sobre los sitios, acontecimientos y personas de hace 50 años: Los de la Colpet hablan de Mr. Drolet, Miller, Thompson, Hietower, de la Alcabala, de la Mina de Barro, del Sol naciente, de la Mona, de la Vieja Pabla, de la 400, de la Jamuga; los jubilados de Cúcuta: de la Cucaracha, de Caracolito, de la Piedra del Galembo, de la Garabatada, del padre Mendoza, de don Agustín Berti, del General Cuberos Niño, del revolucionario venezolano Gral. Peñaloza, de Puente Espuma, del señor Kellerhor, del señor Maiwald, de la Caremango. Si el jubilado esde Salazar, habla de la Casita de Miel, del Atillo, del Padre Zafra, del Padre Quintero, del General Castellanos, de la loca Carlota, de la Bombarda, de la inauguración de la planta eléctrica en 1916, de la coronación de la Virgen en 1919; si de Pamplona, del padre Rochero, como dice el exseminarista Rafael Miranda: el Padre Rochereau: del Padre Faria, del Seminario: de don Leopoldo Castellanos, de la Copa de Oro; de la Favorita de Abraham Papas de Nigua, de Carlitos Mendoza, del Dique; si de Ocaña, de la Siete Almuerzos, del Cuquero Rodríguez, de Juancho la mosca, de Moncha, de Juan Panochas, del Planetario, del Molino.
Otro tema preferido de los jubilados es el de sus dolencias: de la artritis, de la próstata y se quejan de la micción se realiza gota a gota. Cuando de estos temas se trata, elegantiza la conversación Rafael Vergel, quien habla con extraña familiaridad de los más famosos vinos, del de Rioja, Sauternes, Madeira. Chanti, Falerno, Mosella que no ha probado pero los paladea con deleite imaginariamente. Como Antonio Girado, que no ha asistido a una ópera, pero tatarea íntegramente la Ópera Carmen y oyéndolo se perciben el "crecendo", el "andante non tropo", el "molto vivace".
Una cosa buena tienen los jubilados y es que perdieron la pasión política: los liberales ya no juran que "los godos asesinaron al Gral. Uribe Uribe", ni los conservadores ya no odian a Olaya Herrera. Se ha apagado en ellos la pasión política y la sexual. Añoran la edad incandescente de los 18 años. Dan ganas de llorar...
2.- EL CUCUTA DEPORTIVO. Parece que el Cúcuta Deportivo ha "tomado aire" como dicen en boxeo, pues la afición durante toda la primera vuelta vivió perennemente la angustia que se siente cuando castigan un penal y es que el fútbol tiene en Cúcuta una notable tradición y desde que fue establecido en 1923 por el dominicano David Maduro y el venezolano Federico Williams, goza de desbordante entusiasmo.
La bandera roja y negra la inventaron los mismos jugadores cuando en las primeras olimpiadas de Cali en 1928, los representantes del Norte de Santander se presentaron con un trapo rojo y negro, sin haber pensado en la filosofía ni en el significado de los colores. Así nació nuestra oriflama deportiva que es hoy también la bandera de Cúcuta y del Departamento Norte de Santander.
Tanta ha sido aquí la afición al fútbol, que el padre García Herreros cuando niño si compraba una cocada que valía un centavo, no se la comía toda; dejaba un pedazo para darle una patada y jugaba fútbol con la vejiga de un toro en el solar de la casa. Nosotros leímos en un alegato jurídico del doctor Ciro Díaz Lozano, esta cita: "Jaserán, Boudry Lacantienerie y todos los grandes cracks del Derecho Civil ..." y el doctor Epaminondas Sánchez en una conferencia sobre patología dijo: "Pasteur, quien con el descubrimiento de los microbios, creó la bacterióloga patológica y médica y vivió 100 años antes que Terra ..." y el doctor Guillermo Eliseo Suárez no aceptó la Embajada de Washington porque allí no se veía buen fútbol y el profesor Pablo Tarazona escribió una partitura por una buena combinación de pases que vio en el estadio.
Y es que Cúcuta ha visto una constelación de estrellas de ese deporte: Sixto Jaramillo, Pacho Neira, Valeriano, Dimas, Anacleto, Alfonso Lara, Jorge Jiménez Gandica, Santos Ramírez, Gallito Contreras, Palito, Turico, Capino, Daniel Antolínez y después los profesionales: Gambeta, Tejera, Zunino, Terra, Lauro Rodríguez, Toja, Villaverde.
Nosotros los consideramos los héroes y recordamos que cuando éramos niños y encontrábamos a Sixto Jaramillo quien jugaba de "wing" en el Cúcuta, lo seguíamos para admirarlo más de cerquita que cuando en la cancha cogía el balón y todo el público se ponía de pie, y driblaba a uno, a dos, a tres, a cuatro, a cinco jugadores, paraba la pelota y con el guayo encima del balón, miraba hacia adelante para calcular mejor el pase; resolvía seguir con el esférico, driblaba a uno, a dos y embalado disparaba a todo el vértice de la portería rozando los palos. El grito: goooooool retumbaba en el firmamento.
Y Santos Ramírez quien se desempeñaba como "back de quedada" y de un brinco para patear el balón quedó a horcajadas sobre el arco y a Toja, quien desde 40 metros metió un gol de cabeza y a una altura de solo 80 centímetros de la grama y a Pedro Elías Soto, quien de un saque atravesaba la cancha de portería a portería y Zaparían quien desde la esquina metía gol describiendo la pelota una parábola perfectos.
Pero toda esta afición se derrumbaba con el comportamiento del Cúcuta en la primera vuelta. Se ensayaron toda clase de exorcismos, se mandaron a decir misas, se alfileraron a todos, las piernas de los jugadores contrarios y nada valía. . .
El Doctor César Darío Gómez, quien es uno de los abogados de mayor prestigio en Cúcuta, con su habitual perspicacia mental, comentaba con mucha seriedad, sin mover un músculo de la cara, sin espabilar sus ojos bovinos: "Es pura mala suerte. Lo que deben hacer los directivos del Cúcuta es formar un equipo con las personas de más suerte en la ciudad: como defensas se alinearían a Eustorgio Colmenares quien heredó una Senaduría y Jefatura del partido. La otra defensa sería Teodosio Cabezas, quien heredó también una jefatura y un periódico; medios, Hernando Ruán, quien sin pedirla aceptó un curul en la Asamblea y por él votaron 11.778 liberales en las pasadas elecciones y en cambio por Julio Moré Polanía solo votaron 887, cuando el sí recorrió el Departamento, gastó en cada pueblo un sancocho para los jefes de partido, comió chinchurrias con papa cocida en todas las veredas con el boticario y el policía, y tomó Tres Brincos en todas las parroquias con los párrocos y sacristanes.
Otro medio seria Alberto Estrada, que lleva 20 años como Gerente de Centrales Eléctricas y se ha desempeñado con reconocida probidad e idoneidad, pero ya son muchos los años . . . usted nos dice, también podría formar en el equipo, aunque sea para llevar las naranjas, pues estuvo 20 años en la Alcaldía, con 34 Alcaldes de todas las ideologías ...
Ahora, como verdaderos "cracks" que serían los delanteros y con dos de ellos basta, serían los dos congresistas que exportaron a Venezuela hijuemil toneladas de zanahorias y van a tener que exportar otra vez hijuemil toneladas de melones, porque con las puras zanahorias el cutis de los venezolanos se está poniendo color zapote mamey y la combinación o mezcla de este color con el melón, resultará un color rosa como el cutis de las colegiales de Pamplona, como el de Carlos Silva Carradini, como son nuestros vehementes deseos.
3.- CHUPE. Una misma palabra no siempre tiene el mismo significado: CHUPE, es una expresión que puede significar una venganza satisfecha, es también el imperativo del verbo chupar, succionar.
Esta diferencia la entendieron muy bien quienes estaban en la clínica a donde fue llevado un alto funcionario, inconsciente, con la vista vidriosa, sin más muestras de vida de una fatigosa respiración y con los labios fruncidos y moviéndolos como succionado algo.
Lo llevaba en un lujoso carro una elegantísima dama quien al acomodarlo en una cama de la clínica informó que iba a avisar a los familiares y sí avisó a la esposa, pero no volvió ni con el carro, ni con la billetera del enfermo.
Al rato entró a la clínica la esposa del funcionario quien al verlo le gritó: “chupe”, por sinvergüenza, “Chupe”!!! Pero el funcionario adormecido, moviendo los labios fruncidos, oía solamente la voz de la amiga que le rogaba: “chupe”!!! Mijo, chupe mi amor” en forma tan entusiasta como el grito de nuestro Presidente en el recibimiento del ciclista Lucho Herrera: “Dale, Lucho, dale, Lucho!!. . . . .
Había sucedido, según cuenta Carlos Pérez Ángel que el funcionario paseaba por la carretera a Los Patios, aquella tarde, a esa hora inefable cuando la luz del sol se confunde con la noche…
Paseaba despacio, despacito, mirando al lado y lado cuando vio que dos damitas pizpiretas y culilivianas le hicieron señas. Paró, las recogió y a los pocos minutos una de ellas pidió que se bajaba porque “mi casa queda allí”.
La otra se dejo llevar, abanicándose con una mano por el calor y con la otra se desabrochó, dejándose ver, complacida, el busto que por lo erguido y firme no necesitaba brassier.
“Ni de fierro que uno fuera” explicaba en la clínica el funcionario, ya repuesto por haber succionado la burundanga que se había untado en sus picachos la damisela. “Chupe, sin vergüenza”. . .
4.- LA CALLE 10. La calle 10 principiaba en la Pesa (av. 0) y seguía derechito hacia el occidente. Muy circunspecta llegaba hasta la avenida 13 donde se torcía hacia la izquierda y como todo lo que se izquierdiza se envilecía y perdía dignidad. Seguía por el camellón del Cementerio donde funcionaban los planteles de las viejas culiprontas y de la misma familia de Putefar. Las casas vecinas de la Caremango y la Rabiseca en señal de escándalo alzaban los brazos tiznados, que eran las chimeneas.
Al final del Camellón donde Casildo, se albergaban la escoria y zupia de aquellas mujerucas que se desempeñaban con tarifas muy democráticas: La Guarapera, la Cerro Fúnebre, la Suira, la Mapurito, la Altincarada…
Pero vengan y le digo: La calle 10 era la más alegre de la ciudad, como que allí había todas las tardes corridas de toro, pues uno o dos novillos de los que llevaban al matadero o Pesa se desgaritaban y obligaban a las familias que se sentaban en las glorietas a guarecerse en sus casas y cerrar las puertas, y donde no se tomaba esta precaución, el novillo se metía hasta la alcoba donde retumbaba el mujido del animal Bummm, Bummm,Bummm… Al fin salía a la calle cuando Pedro Sandia le torcía el rabo.
A las 3 cuadras de distancia Gaona lo desafiaba con el pañuelo extendido. Aniceto Arenas, que así se llamaba Gaona, cuando veía un novillo se demudaba y no por el miedo sino por la emoción. Con los labios desencajados, se empinaba, zapateaba al empedrado gritaba valerosamente: Venite solo! Mardita sea tu mare!... Gaetano Severini encaramado en una ventana gritaba desafortunadamente Avanti, avanti, cornutto!
La calle 10 era la más importante de la ciudad. Allí funcionaba la Aduana, el Club de Comercio, el Club Deportista, los periódicos Comentarios y La Mañana, las casas comerciales de Van Dissel Rode, Bechman, La Novedad, La Casa Vale, las zapaterías de Pelayo y la de Báez, las tiendas de La Cruz Roja y La Rosa Blanca. El Torbes, La India, La Roca, El Circo, Curazao…
El Puente Nariño, entre avenidas 8 y 9 canalizaba la toma pública. En diversos sitios habían unas escalinatas para bajar a la toma, donde se recogía el agua. Las mujeres la transportaban en botijas que colocaban con un chique en la cabeza y caminaban muy airosas, echadas de para atrás. Los hombres transportaban el agua en baldes que cargaban en un yugo.
Sucedió que un bobo a quién apodaban Meleguindo quien hoy vende loterías, llegó al cogedero de aguas de puente Nariño, asentó los baldes y el yugo mientras atendía a pedradas las burlas de los muchachos que correteaba cuando le gritaban Meleguindo! Meleguindo!. Por perseguir a un muchacho, cuando regresó le habían escondido el yugo y en esas pasaba Gregorio Rojas, quien era popular por su exagerado estambre. Sigo. Meleguindo observó a Rojas, se le abalanzó y abrazado a la pierna gritaba: Gregorio, deme el yugo! Gregorio, deme el yugo!
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
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