jueves, 23 de mayo de 2013

382.- LA CRISIS DE LA EDUCACION PUBLICA


Hna. Isabel García de la Parte
Jaime R. Reyes Calderón

Por años la sociedad cucuteña ha visto la labor formativa que llevan a cabo los colegios públicos dirigidos por Comunidades Religiosas.

En todo este tiempo, que son décadas para algunos colegios (Normal Superior María Auxiliadora, Técnico Salesiano, I.E. Santo Ángel, Camilo Daza (Misioneros Scalabrinianos), Seminario Menor y Corporación Cambio y Esperanza) y centenario para otro (Sagrado Corazón), se ha ofrecido una educación integral que insiste siempre en las dimensiones morales y trascendentes de la educación, como fundamentos para un futuro ciudadano, familiar, profesional y laboral, de bien y de progreso.

La rectitud, calidad y eficiencia de sus propuestas formativas son fácilmente constatables gracias al testimonio de miles de alumnos, ex-alumnos y padres de familia que las conocen de primera mano y que sólo tienen para tales colegios expresiones de afecto y agradecimiento.

Los colegios dirigidos por comunidades religiosas no tienen problemas de baja matriculación, tampoco de exceso de docentes ante “estudiantes fantasmas” que aparecen matriculados, pero no asistiendo a clases. Se reciben cantidades de solicitudes que no se pueden aceptar porque no se tiene el espacio y la logística para ampliar aún más las posibilidades de cobertura. La corrección, seguridad, limpieza y belleza de las plantas físicas, así como la riqueza en recursos didácticos, programas formativos, deporte, ciencia, arte y grupos juveniles, reflejan las buenas inversiones que se han realizado para la optimización de todas las actividades formativas, curriculares y extracurriculares.

En este momento, pareciera que problemas de las administraciones municipales pasadas, hacen creer al Ministerio de Educación Nacional que ha existido un mal manejo, por parte de las comunidades religiosas, del presupuesto destinado para la educación pública. La realidad del manejo de recursos también tiene el sello de rectitud, claridad y transparencia que caracteriza sus sólidas filosofías educativas, sus cimeros valores religiosos.

Así, en el diario vivir de nuestra ciudad hemos visto, durante años, total honestidad, respeto y compromiso con la delicada y enaltecedora misión de educar a las niñas, niños, adolecentes y jóvenes cucuteños. Sorprende la actitud del Estado que pareciera desconocer y suprimir con vanas argumentaciones burocráticas y leguleyistas una historia, una tradición, una trayectoria tan bien reconocida como la labrada por los colegios regentados por religiosos.

Si el Ministerio de Educación llegara a separar de la dirección y administración de los centros educativos a las comunidades religiosas, más de 15 mil estudiantes de primaria y bachillerato de nuestra ciudad se verían fuertemente afectados y se expondrían al riesgo de quedarse sin la educación recta, sólida y de calidad a la que siempre han aspirado.

Los colegios afectados con esta medida serían Normal María Auxiliadora con 1809 alumnas; Instituto Técnico Salesiano con 2185 estudiantes; Sagrado Corazón de Jesús con 3172 alumnos; Institución Educativa Santo Ángel con 1738; Comunidad de Misioneros San Carlos Scalabrinianos, con 3502; Corporación Diocesana para el desarrollo de la educación Cambio y Esperanza ‘Camina Conmigo’, con 3090, y el Seminario Menor con 480 alumnos.

Cúcuta debe mucho de su formación, identidad e idiosincrasia a la labor formativa de las comunidades religiosas que se han asentado y han desplegado sus carismas a lo largo de la historia de nuestra región. Por ser siempre nobles y leales, constituye un deber seguir defendiendo lo que hace mucho tiempo es patrimonio de calidad de todos los cucuteños: la buena educación integral que ha regalado universos de saber, horizontes de fe, panoramas de rectitud y superación personal y moral. La buena educación que sabe a respeto, a razón, a honestidad y a donación, por igual. La buena educación que lleva trascendencia y excelencia a los más necesitados. La buena educación que riñe con politiquerías y se constituye en muestra auténtica de democracia.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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