jueves, 20 de junio de 2013

396.- SIEMPRE QUISE SER UNA FIGURA DE LA NARRACION


Rafael Antonio Pabón




Jorge Rolón García recibió reconocimiento de la Acord Norte de Santander por el trabajo cumplido en la radio, en calidad de periodista deportivo. Muchos redactores, cronistas, comentaristas, narradores y locutores metidos en el mundo del deporte lo antecedieron en el honor.

-Es como el último premio que le dan a uno. Lo importante es que me lo dieron en vida – dijo en ese tono de ironía que maneja en el ejercicio de la profesión a la que llegó por azar.

A la hora de dedicar el premio, que consiste en una placa para poner en el escritorio (nada de efectivo), recordó a los amigos, a los que han recorrido el mismo camino y a las nuevas generaciones, que trazarán otro sendero en los medios de comunicación hablados y escritos.

La memoria no lo traiciona al recordar el año exacto del inicio en este oficio. En 1962, en su pueblo natal, el padre Baudilio Flórez le entregó la responsabilidad de trasmitir el primer partido de fútbol por la emisora local. El sacerdote, por amistad, lo indujo a lo que sería su pasión, su arte y su modo de conseguir lo suficiente para vivir con decencia.

El cura se convirtió en ese ángel guardián que no lo quería perder para la radio. En distintas épocas llegaron a Cúcuta y el destino los unió. Otro ofrecimiento, como el de esa tarde dominical, pero ahora en la ciudad.

La Voz del Norte fue su primera casa radial. Encontró a Álvaro Barreto y Roque Mora, hombres históricos de la radio cucuteña. En ausencia de Barreto, Mora se atrevió a ponerlo a leer los marcadores de la jornada del fútbol colombiano. Hizo de ese pequeño ejercicio una obligación diaria.

-Todos los días escribía algo, decía algo, y se lo entregaba a ellos. Les recordaba fechas – no fue el gran inicio, sin embargo, le sirvió para dar otro paso, y más grande, en pos del mejoramiento.

La siguiente estación la encontró en Caracol, por recomendación de Barreto. Tomó el puesto de control de sonido, a los dos meses estaba frente al micrófono. Adquirió compromisos que le aumentaron los gastos económicos, pidió incremento de sueldo y para conseguirlo se hizo narrador de fútbol.

La prueba de fuego fue una mentira. Grabó el entrenamiento imaginario del Cúcuta Deportivo, llevó el casete al gerente Carlos Pérez Ángel y lo convenció. Al domingo siguiente debutó en el General Santander. Ese día el once motilón enfrentó a Deportes Quindío.

Los pasos dados en la radio aumentaron y lo pasearon por el Grupo Radial Colombiano, Todelar, la Guerrilla Deportiva, RCN y Colmundo. El tiempo trascurrió tranquilo, aparecieron colegas con otras iniciativas y pensó que era el momento para independizarse, dejar el deporte y meterse en el periodismo general.

Una etapa de la vida que lo marcó fue la vivida en Ocaña. En ese municipio narraba, vendía publicidad, cobraba las cuñas, conducía el carro de la empresa y hacía la mensajería. La parte ejecutiva lo envolvía y no le dada tiempo para estar pendiente del deporte.
-         Esa clase de periodismo me ha dado de comer y me ha dado con qué criar los hijos – lo dijo no porque en el deporte no hubiera conseguido para el sustento diario, sino porque así es para hablar.


Al tomar la decisión de cambiar de escenario puso en marcha una de las normas que tiene para vivir y es ‘poner los pies en el piso’. Los nuevos lo arrasarían y antes de que ocurriera optó por el retiro. Ideó el noticiero que todavía dirige y que tiene posicionado como el segundo en sintonía. El primer lugar deja que lo disputen los demás.

-Me retiré de narrador en el momento justo. Salí por la puerta grande. No salí quemado – no se ruborizó al sincerarse, soltó las palabras que el premio recibido corrobora como ciertas.

En el momento de recitar nombres con los que compartió momentos especiales recordó a Gilberto Maldonado, el mejor de ese momento en Cúcuta. Entre los nacionales nombró a César Augusto Garizábal, Armando Moncada Campuzano, Pastor Londoño y Marco Antonio Bustos. Estos nombres, en su momento, fueron los ‘grandes ligas’ de la narración en el país.

Echa mano del anecdotario para mencionar a Carlos Arturo Rueda, con quien trasmitió un partido, en Caracas, sin ser amigos. Ese día tuvo la oportunidad de subirse por primera vez a un avión, salir al exterior y vivir la experiencia inolvidable.

‘El Campeón’ me dijo ‘haga lo que yo haga’. Si él tosía, yo tosía; si pedía una cerveza, yo también. En un  momento del vuelo entre San Antonio y Maiquetía me dijo ‘Ala, ¿vos me están mamando gallo?’. Le respondí, no ‘Campeón’, aprendiendo.

La constancia, la disciplina y la alegría con la que toma la vida no le permiten tener un mal recuerdo del trabajo en la radio, que califica como bonito, grato, importante y serio. Sin amargura ni resentimientos confesó qué quiso ser y no pudo.

-Siempre quise ser una figura de la narración y no pude. Se me dieron las condiciones, pero sabía que había gente mejor que yo. Quería ser el mejor. Me dije, ‘si no soy el mejor, no soy narrador’. Por eso me retiré.


La Opinión


El día 28 de septiembre de 2013 falleció el director del Noticiero El Magazín y columnista de La Opinión Jorge Rolón García tras afrontar una penosa enfermedad los últimos meses lo que no le impidió estar al frente de su informativo. De 69 años, quien nació el 15 de julio de 1944 en San Roque, Sardinata, estuvo en la Clínica San José los últimos 15 días en la habitación 518.  Su labor periodística la comenzó en 1963 y se aprestaba a celebrar sus Bodas de Oro en el ejercicio de su profesión, la que dignificaba a todo momento y lo que le sirvió para no tener ningún problema en las empresas donde estuvo.

En sus comienzos trabajó para Radio Sonar de Ocaña, de donde pasó a la Voz de Cúcuta de Caracol donde tras varios años se independizó y darle vida al noticiero El Magazín que hizo en los últimos años en Radio Monumental en compañía de Jesús Alfonso Ramírez, con quien también estuvo en la Voz del Norte y Colmundo Radio.

Jovial y frentero, Jorge Rolón García, era conocido como ‘El Sateno’ porque estuvo en el accidente del avión de la empresa Satena, el 3 de mayo de 1975, cuando venía para transmitir un compromiso del Cúcuta Deportivo en el estadio General Santander.

Su columna de La Opinión llevaba el nombre de una de las frases más pronunciadas en su vida, “O me equivoco”.

Junto a Arbenis Petit López dio vida al Premio El Perol donde resaltaba a sus colegas como también a los personajes deportivos, políticos y gremiales de la región.

En la década de 1990 conformó el equipo de Periodistas que recorrió varios municipios del departamento para conocer sus problemas para tratar de dar una solución a sus inconvenientes.

Jorge Rolón era un loco genial. Un día, cuando el equipo jugaba un compromiso en el Tennis Club se llevó el balón porque era de él y lo habían dejado en la banca lo que le pareció inconcebible.


Gustavo Gómez Ardila

San Roque es un corregimiento de Sardinata, de dos calles y cinco callejuelas, una plaza, una iglesia pequeña y gente trabajadora.  Los sanroqueños son alegres, fiesteros y dedicados a sus labores en especial del agro. Son una región rica y sus habitantes se sienten orgullosos de ser de allí.

En ese pueblo pequeño, de sol fuerte y calor bravo, nació hace setenta años Jorge Rolón García, un muchachito enclenque, que jamás engordó, pese a lo comelón que era. En la escuela se distinguió por su afición a la lectura, pero malo para las matemáticas. Un día, ya muchacho, resultó en Sardinata, donde el párroco, padre Baudilio Flórez, de grata recordación entre los sardinatenses, había fundado una emisora parroquial, llamada Ondas del río Sardinata.

Jorge llegó donde el cura y le solicitó trabajo en la emisora, presentándose como alguien muy bueno para leer propagandas y mensajes.  Al padre  se le ablandó el corazón al verlo tan flaco y desmirriado, y,  tal vez por ayudarlo,  lo contrató para que le cuidara la emisora. El joven aceptó y desde entonces se fue familiarizando con los botones de la consola, y con los misterios de la transmisión radial. Al poco tiempo era la voz comercial de la emisora: El turco Elías Mrad le compra café y cacao, a los mejores precios. Si va a viajar, pregunte por Tiburcio, su amigo chofer de Peralonso.  Cuando venga de Las Mercedes o de La Victoria, hospédese en el hotel Miramar, donde recibe las mejores atenciones. Un día lo pusieron a leer noticias que el cura redactaba, los boletines de la parroquia y la lista de deudores morosos de los diezmos y primicias de la Santa Madre Iglesia. No lo hacía mal, y Jorge se hizo famoso en todo el municipio. Fue entonces cuando supo que su destino era la radio.

Cuando el universo  de Sardinata le quedó pequeño, le pidió una recomendación al padre Baudilio y se vino a La Voz del Norte, en Cúcuta. Con buena voz, que sabía modular según las circunstancias, y vestido de corbata que alguien le aconsejó que usara siempre, se paseó por las diversas emisoras de la ciudad: La Voz del Norte, Radio Reloj, La Voz de Cúcuta, Radio Guaimaral, Radio Tasajero, Todelar, Grupo Radial Colombiano, Radio San José, Radio Monumental, R.C.N. 

Probó en otras regiones y estuvo en Ocaña, en Radio Sonar.  Precisamente, en uno de sus viajes a Cúcuta desde Ocaña, Jorge, que ya no viajaba en Peralonso sino en avioneta, se vino a tierra en un espectacular accidente, del que se salvó, gracias a las oraciones de doña Amelia García, su mamá.

Paralelamente a la radio, se volvió columnista de opinión en La Opinión.  “¿O me equivoco?”, se llamó su columna periodística, en la que echaba vainas a un lado y a otro, pero siempre de buena manera.  Luego, con Arbenis Petit, organizó una empresa de publicidad y periodismo,  PEROL, por los dos apellidos: Petit y Rolón.
   
El año pasado publicó un libro de anécdotas de la radio, El parajito chismosito, y este año, a raíz de su enfermedad escribió otro, de testimonio y gratitud a Dios: Entre Dios y la vida.
   
Hasta última hora Jorge mantuvo su alegría, y hablaba de su enfermedad con valentía de sardinatense y fe de católico convencido. Sabía que su enfermedad era mortal, pero estaba preparado para el paso final.  Jorge fue todo un caballero de la radio y un ejemplo para los del gremio. En el más allá estará contando anécdotas y chismes, y un día de estos lo oiremos de locutor en las Ondas del Cielo, al lado de sus maestros, el padre Baudilio Flórez, el Mocho Barreto y Carlos Ramírez París. ¡Un excelente combo!

Mary Stapper 

A Jorge Rolón García, le dio por morirse en la madrugada. Lo hizo, después de sufrir los rigores de una enfermedad que lo alejó de la radio, de las tertulias y del mamagallismo cucuteño.

El día anterior a su fallecimiento estuvimos hablando de él con Arbenis Petit López, desde la distancia, y con Ricardo Durán Murillo, en el restaurante El Recetario. Lo recordamos con el mismo cariño de siempre, por las bromas que en ocasiones hacía. Hicimos memoria sobre el accidente de Satena, ocurrido en Sardinata el 3 de mayo de 1975, en el cual se salvó milagrosamente, aunque no pudo hacerlo de los avisos funerarios que alcanzaron a publicarse. Así quiero recordar a Jorge Rolón: vital, tomador del pelo, positivo, quien le sacó el quite a la muerte en plena faena. Seguramente en esta ocasión también lo intentó, pero ya no pudo hacerlo. La muerte no se dejó arrebatar, por segunda vez, su trofeo.

Paz en la tumba de nuestro colega Jorge Rolón García y que donde quiera esté en este momento, lleve la luz de la alegría y le saque la piedra a la “implacable” por llevárselo. Que Dios lo bendiga y los ángeles lo protejan. ¿O me equivoco?

Arbenis Petit López

Desde Tuluá, el colega Arbenis Petit López, su compañero de trabajo en Caracol, envió el siguiente mensaje:

Estoy con el corazón roto del dolor por la triste noticia de la muerte quien, sin haber sido mi hermano biológico, siempre me brindó toda la fraternidad que nacía de su noble corazón. Jorge Rolón García, un hijo ilustre de Sardinata, quien dedicó toda su existencia al noble ejercicio de la profesión de periodista, fue un ejemplo de cómo se debe vivir y cómo se puede ser feliz brindando cariño y afecto a los demás sin orgullos, soberbias o posturas falsas pues si algo tuvo de grande fue la sinceridad y lealtad en su accionar.

Con Jorge compartí las alegrías y tristezas que depara el diario trajinar en la profesión. Y junto a él aprendí que la vida es mejor si se toma desde el lado amable, y también conocí como se puede ser útil a la sociedad sin hipocresías.

Jorge hoy está junto al Divino Creador y seguramente desde allí seguirá enviándonos su energía positiva a quienes fuimos sus amigos pero muy especialmente a Marielita, su compañera de toda la vida y su hija Mariángelica, sus hijos y nietos que siempre tuvieron en él un digno ejemplo a seguir.

Rosalba que compartió tantos momentos gratos y felices en su compañía y quien recibió sinceras muestras de su amistad y yo, estamos elevando a Dios todopoderoso nuestras oraciones por el eterno descanso de su alma en un lugar destinado a los elegidos. Que Dios te bendiga  HERMANO DEL ALMA. Su recuerdo lo llevaremos en nuestros corazones por siempre.


Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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