Daniela Villegas Cortés
y otra información
El Mercado Cubierto, el principal de la
ciudad de Cúcuta ocupaba toda la manzana comprendida entre las avenidas sexta y
séptima y las calles once y doce. Pero el 21 de mayo de 1949 sucedió un
incendio que destruyó totalmente el lado hacia la calle 11 y parcialmente hacia
la calle 12, quizás ese sea el motivo por el cual en el primer lado mencionado
se construyó el edificio San José, dejando una calle intermedia, y que el
alcalde Enrique Cuadro Corredor la remodeló en 1994 y la entregó a los
cucuteños como “Estación Central” o llamada también “Plaza Central”.
La Plaza
Central es un espacio cucuteño donde se respiran tranquilidad y paz. Hace 18
años, allí se vivía en medio del caos vehicular. Los pitos de los carros y el
afán de los transeúntes eran parte del trajín diario del lugar (calle 11A, entre
avenidas 6 y 7). La calle 11A es la
calle intermedia que dividió en dos el área que abarcaba el Mercado Cubierto que
se incendió. En 1994, dejó
de ser sitio de bullicio para convertirse en la plazuela agradable. Almacenes
de ropa y calzado, y joyerías hacen parte del ambiente cotidiano.
Hombres y
mujeres mayores de edad son los habituales visitantes. Desempleados y
pensionados se reúnen a jugar cartas, parqués y ajedrez para pasar las horas
distraídos. Hablan, se ríen a carcajadas y desbordan alegría.
En medio de
la plaza llaman la atención tres vendedores de comida por las filas que hacen los
clientes para probar los alimentos. Doris vende pasteles, llega a las 4:00 de
la tarde; Ana vende morcillas ricas e inigualables, ese es su lema, y Luis, el
caballero del café, a diario divierte con chistes gastronómicos que cuenta con
gracia.
No solo la
arquitectura de un lugar y la gente lo hacen bello, la naturaleza es parte
fundamental de la belleza. Los techos de los almacenes son adornados por
las inquietas palomas, que vuelan libres.
En la mañana, el lugar permanece solo. La movilidad empieza a partir de las 3:00 de la tarde, hora indicada para que los vendedores se ubiquen en los puestos de trabajo y comiencen a atender a los compradores.
En la mañana, el lugar permanece solo. La movilidad empieza a partir de las 3:00 de la tarde, hora indicada para que los vendedores se ubiquen en los puestos de trabajo y comiencen a atender a los compradores.
Este sitio
parece congelado en el tiempo. Los objetos y la ropa que venden los almacenes
son clásicos. Las modas son aptas para abuelos. La fuente de agua funciona
esporádicamente y sirve de asiento para los que se quedan sin banca y quieren
ver a los jugadores, o para que las aves sacien la sed.
Los árboles que circundan las ceras dan frescura al lugar. El calor tradicional de Cúcuta no se siente debido al empeño que le ponen los asiduos visitantes. Aquí, las preocupaciones estorban. La única regla es pasarla bien y disfrutar el momento.
Los árboles que circundan las ceras dan frescura al lugar. El calor tradicional de Cúcuta no se siente debido al empeño que le ponen los asiduos visitantes. Aquí, las preocupaciones estorban. La única regla es pasarla bien y disfrutar el momento.
El busto de
Víctor Manuel Guerrero vigila la plaza de noche y de día. Este músico tocaba
todos los instrumentos de cuerda en especial el violín, por tal motivo lo
llamaban ‘El poeta del violín’, como está escrito en el busto que hace homenaje
a su historia.
Los hombres y
las mujeres que pasan por la plaza sienten que nada ha cambiado con los años.
El trato familiar y la fachada siguen intactos. Esta plazuela, sin que los
propiciadores lo pensaran, se convirtió en refugio para los que quieren vivir
felices en su época y conservar las tradiciones.
Recopilado por: Gastón Bermúdez Vargas
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