Alfonso
Gandica Dávila
Promoción de
bachilleres 1962 del colegio La Salle. Izq. a der. 1ª fila: Juan José Mendoza,
Jaime Blanco Villamizar (q.e.p.d.), Antonio Berbesí, Anatolio Estupiñán, Sergio
Rosas Sayago, Arnulfo Alarcón (q.e.p.d.) y Augusto Fernando Duplat
Troconis; 2ª fila: Edgar Humberto Arellano, Ricardo Andrade
(q.e.p.d.), Rafael Yáñez (q.e.p.d.), Orlando Avendaño, Benjamín Ochoa Moreno,
Jorge Eduardo Zúñiga Alvarado, Luis Francisco Villamizar Rivera, Carlos Cárdenas
Mantilla, Oscar Monsalve y Julio E. Colmenares Sayago; 3ª fila: Alberto
Vicente Conde Vera, Jaime Hernández Flores, Euro Claret Uzcátegui (q.e.p.d.),
Miguel Angel Contreras, Alberto Marciales, Alvaro Buitrago (q.e.p.d.), Orlando
Antonio Arenas Alarcón, José Francisco Ramírez Uribe, Joaquín Eduardo Bermúdez
Vargas; Ultima fila: Alvaro Eduardo Hernández Bermúdez, César Augusto Gallardo,
Jorge Sánchez (q.e.p.d.), Miguel Antonio Cárdenas, Leandro Gálviz, Carlos
Arturo Pinto (q.e.p.d.), Guillermo Lara, Alfonso Gandica Dávila, Luis Eduardo
Barreto, Eduardo González Dávila. Ausente Julio César Castillo.
El 17 de
noviembre de 1962, treinta y siete bachilleres del Colegio La Salle
empezamos un viaje por la vida al recibir nuestros diplomas en el Teatro Zulima
y ocho días después, en la nefasta noche del 25 de noviembre, perdimos el
primer compañero de viaje, nuestro querido amigo Jaime Blanco Villamizar. La
carta que sigue expresa mis sentimientos en este aniversario,
20 de noviembre del 2012
Reverendo Hermano Rector:
José Alexander Santafé Andrade F.S.C.
Colegio La Salle
Avenida 2ª. E No. 6-80
Cúcuta, Norte de Santander
Colombia.
Estimado Hermano Rector:
En esta conmemoración de las cinco décadas
de la graduación de la promoción de 1962 dedico mi donación a la memoria de mis
padres Alfonso Gandica y Elena Dávila de Gandica; mis tíos Carlos Arturo González Reyes y
Matilde Dávila de González, padres de mi
primo y compañero de clase, Eduardo González Dávila; el doctor Luis Humberto
Duplat y doña Beatriz Troconis de Duplat, padres de mi amigo y compañero
Augusto Fernando Duplat Troconis; don Francisco Blanco, padre de Jaime Blanco
Villamizar, el primer compañero que perdimos en este viaje por el océano que
empezamos el 17 de noviembre de ese año en la noche nefasta del 25 de
noviembre; don Antonio Arenas y doña Elisa Alarcón de Arenas, padres de otro
amigo y compañero, Orlando Arenas Alarcón; y, los otros siete compañeros que
hemos perdido en dicho viaje: Arnulfo Alarcón Arias, Ricardo Andrade, Alvaro
Buitrago, Carlos Pinto Bohórquez, Jorge Sánchez Clavijo, Euro Claret Uzcátegui
y Rafael Yáñez Parada.
¡Que sus memorias, así como las de los
demás familiares de mis compañeros, vivan para siempre en nuestros corazones!
También
le quiero agradecer al Colegio porque todo lo que sé se lo debo a la
gran labor de nuestros profesores laicos Rafael Macías, Aquilino Durán, Jaime
Castro, los hermanos Mora, Adolfo Paz y el profesor Palacios y de los Hermanos
Lasallistas Benildo de Jesús (primer rector), Antonio Camilo, Antonio, Mariano
de Jesús, Fausto, José, Daniel, Lucas (segundo rector) y Rodulfo Eloy (tercer
rector) y varios más que se me escapan de la memoria.
Siempre recordaré con gusto los triunfos
de mis compañeros de grado en los deportes.
En el fútbol sobresalieron entre otros Miguel Ángel Contreras, Miguel
Antonio Cárdenas, Edgar Humberto Arellano, Guillermo Lara, Oscar Monsalve,
Alberto Vicente Conde Vera y Jaime Blanco Villamizar (q.e.p.d.). En el
baloncesto las hazañas de Luis Eduardo Barreto, Alvaro Eduardo
Hernández Bermúdez, Jorge Sánchez, Jaime Antonio Cárdenas, José Francisco
Ramírez Uribe, Sergio Rosas Sayago, Oscar Monsalve, Julio E. Colmenares Sayago,
Orlando Avendaño y mi primo Eduardo González Dávila son una leyenda. Varios de ellos pasaron a las filas de
selecciones colombianas en varios torneos internacionales.
Finalmente, como dijo Mario Vargas Llosa
en el primer párrafo de su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura en
Estocolmo, Suecia, hace dos años:
“Aprendí a leer a los cinco años en la
clase del Hermano Justiniano en el Colegio La Salle en Cochabamba,
Bolivia. Es la cosa más importante que
me ha pasado. Setenta años después
recuerdo claramente cómo la magia de traducir las palabras en los libros a
imágenes enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del espacio y del tiempo y
ayudándome a viajar con el Capitán Nemo veinte mil leguas de viaje
submarino; pelear junto con D’Artagnan,
Athos, Portos y Aramis contra las intrigas que amenazaban a su reina en los
días del astuto traidor Richelieu; ó, través de los alcantarillados de París
transformarme en Jean Valjean llevando el cuerpo inerte de Marius a mi espalda
al leer Los Miserables, la obra maestra de Víctor Hugo”.
¡Que Dios los bendiga y siga iluminando su
camino educando a los futuros líderes cucuteños!
Atentamente,
Alfonso Gandica Dávila
Linwood,
New Jersey
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario