jueves, 26 de septiembre de 2013

448.- CÚCUTA SOMOS TODOS



Donamaris Ramírez Lobo

Hablar de Cúcuta con los cucuteños y cucuteñas es un ejercicio que  debemos fomentar más a diario. A unos pocos les resulta más fácil rajar de los demás que evaluarse a sí mismos, prefieren despotricar de todo con tal de no hacer nada y criticar la democracia mientras se abstienen de participar en ella.

Afortunadamente la idiosincrasia, aunque define los rasgos de una colectividad, es un valor individual que con una apropiada educación se puede reorientar, pero únicamente trabajando en equipo, llámese organismos, núcleos laborales, familias, colegios, universidades, gremios, ciudad y justamente es lo que necesitamos: trabajar en equipo y dejar de ser un elemento perturbador de la armonía social y desarrollar nuestras virtudes en conjunto. Cuando se comparte una ciudad resulta inútil pretender ignorar al  vecino o tratar de replegarnos en nuestro entorno inmediato. La vida en comunidad es inevitablemente la suma de individuos, la reunión de muchas rutinas particulares y hasta anónimas, que unidas han marcado decididamente nuestras vidas y la de los centros urbanos.

Cualquier ciudad es el resultado de muchos esfuerzos, de muchos logros y frustraciones que se mezclan en un largo proceso del cual todos formamos parte. Muchas cosas han pasado desde el 17 de junio de 1733 cuando Juana Rangel de Cuellar, a sus 84 años firmara la escritura de donación de 782 hectáreas de su hacienda Guasimales, que sirvieron para que los casi 50 vecinos blancos del resguardo indígena del cacique Cúcuta (Lo que hoy es San Luis) fundaran una población a orillas del río Pamplonita.

Las abuelas suelen decir que todo tiempo pasado fue mejor, y en algunas cosas la historia parece darles la razón. Los cucuteños sobrevivientes del terremoto que en 1875 destruyó la ciudad, forjaron una pujante generación digna de imitar. La misma que en menos de 20 años reconstruyó la ciudad, implementaron el camino a Puerto Villamizar, el Tranvía, el Telégrafo; instalaron una empresa de teléfonos que los comunicaba con las poblaciones aledañas, incluidas Rubio, San Antonio y San Cristóbal; ese mismo grupo de Cucuteños dio al servicio una de las primeras plantas hidroeléctricas y a pesar del terremoto, no dejaron su idea de construir el tren, a finales de la década de los ochenta se inauguró la primera fase del proyecto, 18 kilómetros que cubrían el trayecto Puerto Villamizar- Alto Viento, y que en julio de 1926 empalmó en Puerto Santander con el gran ferrocarril del Táchira, que permitía viajar de Cúcuta a Encontrados (160 km) en 8 horas y de Maracaibo a Nueva York en 8 días en barco. Fue para entonces el primer servicio férreo y en mar de dos países.

La exigencia y el reto es no perder esas ganas de hacer ciudad. No podemos perder los ímpetus de Francisco de Paula Santander, la iniciativa de Camilo Daza y de Mercedes Abrego! La visión de Juan Atalaya y Juana Rangel de Cuellar! La creatividad de Jorge Gaitán Duran, Ana María Vega Rangel (Alma Luz), Eduardo Cote Lamus! El ejemplo vivificante de Rafael García-Herreros! El civismo de Carlos Ramírez Paris quien  conmemoramos 32 años de su asesinato. Ah! C.R.P, que falta le haces a Cúcuta. Debemos ser visionarios y creadores como el recientemente fallecido E. Cuadros Corredor, Ex alcalde que proyecto lo que hoy vemos… Puentes, Avenidas, Centros Comerciales.

Hacer mucho por Cúcuta no resulta tan complicado.

Cúcuta, como la mayoría de los centros urbanos de nuestro país, no fue concebida ni diseñada para ser lo que es. En muchos aspectos somos el resultado de contingencias y circunstancias, de invasores y caprichos; hemos venido creciendo porque los hechos lo demandan, sin una planificación consecuente con las necesidades.

Cúcuta no está totalmente preparada para colmar las exigencias actuales de sus ciudadano, ni para enfrentar apropiadamente un mundo globalizado.

Reinventar a Cúcuta es llegar a un acuerdo entre todos para unificadamente y de manera creativa, volver a encauzar nuestros esfuerzos individuales en busca de provecho común, en un decidido cambio de actitud que nos permita asumir sin tapujos nuestro destino. Cúcuta es usted, Cúcuta soy yo, Cúcuta somos todos. Cúcuta es inevitablemente el reflejo de cada uno de nosotros, el eco de nuestros esfuerzos o indiferencia; usted yo somos causa capaz de transformarse en actividad, somos fuerzas que al sumarse producimos una energía social de insospechadas proporciones, ya sea para bien o para mal. Es precisamente por eso que ¡Si quiere hacer lo que se le da la gana por favor váyase de Cúcuta!

No podemos permitir que nuestra energía social se atomice en busca sólo de intereses particulares y la ciudad mientras tanto desaproveche una serie de talentos y oportunidades que por no estar debidamente dirigidos, se pierden en la nada.

Hemos llegado al extremo doloroso en que ciertos clarividentes del desastre claman con toda su incapacidad por un pasado que ya se fue y se niegan a apostar un peso por el futuro de Cúcuta, renegando así de lo que usted y yo somos capaces si nos decidimos a trabajar juntos.

Debemos borrar, eliminar de nuestra historia lo que nos estorbe y hacer del pasado no un lastre si no una piedra angular, un borrón y cuenta nueva que nos permita seguir construyendo nuestra ciudad. Necesitamos trazar el futuro a la medida de las necesidades.

Por la descentralización planteada en la constitución del 91, el municipio moderno ha dejado de ser una simple instancia del Gobierno Central para constituirse en el escenario del Estado más próximo a la población, en la célula básica del desarrollo regional y nacional. Es ante el municipio que la comunidad plantea sus demandas en servicios y en donde debe encontrar soluciones, y es el contexto local donde se inician y consolidan los procesos de producción, asentamiento y desarrollo social.  Aunque debemos continuar buscando que el estado salve la enorme deuda social que tiene con los cucuteños, adquirida en gran parte por nuestra condición fronteriza (desplazados, deportados, migraciones, invasiones, etc.) no podemos esperar que desde Bogotá nos definan el futuro. Vamos a trabajar y exigir.

La construcción de Cúcuta es tarea de cada uno de nosotros; debemos trabajar hasta lograr redefinirla como una unidad capaz de asimilar al máximo nuestras energías y responder a nuestras necesidades, como una organización que retome elementos de identidad y pertenencia. Está bien que en lo individual cada quien tenga su interpretación, su lectura particular de las cosas, pero cuando se trata de la ciudad se hace indispensable un consenso que nos permita aunar esfuerzos, por eso somos comunidad.

Durante los últimos 20 años me he referido a la construcción de ciudad, que es lo tangible, las obras de ladrillo y cemento, necesarias si están enfocadas a mejorar el nivel de vida de la comunidad; y a construir ciudadanos, a través de un aprendizaje adecuado que, aunque intangible, es factor decisivo si se pretende mejorar la calidad de vida del individuo y asegurar el desarrollo de todos. Y no me cansaré de abogar por esto.

Se trata más bien de priorizar las obras con base en las necesidades reales de los cucuteños, no las necesidades sentidas, si no las reales.

Esta concepción de la ciudad como organización eficiente requiere una reconceptualización de las ideas tradicionales, cuya esencia es la búsqueda de un cambio de mentalidad o de modo de pensar y de ver, de relacionarse con la realidad, con la nueva realidad de Cúcuta que vamos a construir.

Es por eso debemos aprender que Cúcuta somos todos. ¿Y cómo lograrlo?... aceptando que Cúcuta es nuestro compromiso.

Compromiso: es la obligación contraída, la palabra dada, la fe empeñada. Etimológicamente, compromiso es una promesa compartida, un acuerdo entre las partes de sacar adelante una tarea de beneficio común, y para eso necesitamos ser buenos ciudadanos.

¿Qué es ser un buen ciudadano? El que construye no el que destruye.

¿Cuál sería entonces la manera más honesta de medir si somos o no buenos ciudadanos?

Considero que a los ciudadanos se les debe medir analizando la ciudad de la cual forman parte. Al fin y al cabo la ciudad no es otra cosa que la suma de los esfuerzos individuales de quienes la conforman. Cúcuta es lo que entre todos hemos hecho de ella.

Mirando la realidad de Cúcuta, ¿Somos usted y yo buenos ciudadanos?

Uno podría sacar disculpas, como cuando los jugadores de fútbol le echan la culpa al técnico, al árbitro, a sus compañeros de equipo, o cuando se defienden diciendo que ellos hicieron lo que pudieron. Al final lo que cuenta es el resultado que logramos, unido a que el esfuerzo se haga apegado a caminos de rectitud y justicia. Lo que necesitamos es a todos los cucuteños y cucuteñas (de nacimiento o corazón) dispuestos a asumir responsabilidades a sudar la camiseta. Ciudadanos integrales capaces de sumar valores y esfuerzos para conseguir la Cúcuta que queremos!

¡Cúcuta es lo que es, debido a sus ciudadanos!

Una ciudad que no elija honestamente a sus dirigentes y trabaje codo a codo con ellos está condenada al fracaso. Por eso, hay que votar conscientemente.

La realidad de Cúcuta exige ir más allá, lo que necesitamos es ciudadanos dispuestos a sudar la camiseta roja y negra, mujeres, hombres, jóvenes, niños que quieran sacar adelante una ciudad que ya ha soportado suficiente indiferencia y maltrato de algunos de los que la habitan.

¿A qué ciudad tienen derecho nuestros hijos?

El futuro de Cúcuta es tarea de todos, es nuestro compromiso, porque Cúcuta es usted, Cúcuta soy yo, Cúcuta somos todos. Lo que necesitamos con urgencia es un cambio de actitud hacia lo nuestro.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
 

martes, 24 de septiembre de 2013

447.- HACE 50 AÑOS: COLEGIO LA SALLE



Alfonso Gandica Dávila


Promoción de bachilleres 1962 del colegio La Salle. Izq. a der. 1ª fila: Juan José Mendoza, Jaime Blanco Villamizar (q.e.p.d.), Antonio Berbesí, Anatolio Estupiñán, Sergio Rosas Sayago, Arnulfo Alarcón (q.e.p.d.) y Augusto Fernando Duplat Troconis; 2ª fila: Edgar Humberto Arellano,  Ricardo Andrade (q.e.p.d.), Rafael Yáñez (q.e.p.d.), Orlando Avendaño, Benjamín Ochoa Moreno, Jorge Eduardo Zúñiga Alvarado, Luis Francisco Villamizar Rivera,  Carlos Cárdenas Mantilla, Oscar Monsalve y Julio E. Colmenares Sayago; 3ª fila: Alberto Vicente Conde Vera, Jaime Hernández Flores, Euro Claret Uzcátegui (q.e.p.d.), Miguel Angel Contreras, Alberto Marciales, Alvaro Buitrago (q.e.p.d.), Orlando Antonio Arenas Alarcón, José Francisco Ramírez Uribe, Joaquín Eduardo Bermúdez Vargas; Ultima fila: Alvaro Eduardo Hernández Bermúdez, César Augusto Gallardo, Jorge Sánchez (q.e.p.d.), Miguel Antonio Cárdenas, Leandro Gálviz, Carlos Arturo Pinto (q.e.p.d.), Guillermo Lara, Alfonso Gandica Dávila, Luis Eduardo Barreto, Eduardo González Dávila. Ausente Julio César Castillo. 


El 17 de  noviembre de 1962, treinta y siete bachilleres del Colegio La Salle empezamos un viaje por la vida al recibir nuestros diplomas en el Teatro Zulima y ocho días después, en la nefasta noche del 25 de noviembre, perdimos el primer compañero de viaje, nuestro querido amigo Jaime Blanco Villamizar. La carta que sigue expresa mis sentimientos en este aniversario,

20 de noviembre del 2012

 Reverendo Hermano Rector:
 José Alexander Santafé Andrade F.S.C.
 Colegio La Salle
 Avenida 2ª. E No. 6-80
 Cúcuta, Norte de Santander
 Colombia.

 Estimado Hermano Rector:

En esta conmemoración de las cinco décadas de la graduación de la promoción de 1962 dedico mi donación a la memoria de mis padres Alfonso Gandica y Elena Dávila de Gandica;  mis tíos Carlos Arturo González Reyes y Matilde Dávila de González,  padres de mi primo y compañero de clase, Eduardo González Dávila; el doctor Luis Humberto Duplat y doña Beatriz Troconis de Duplat, padres de mi amigo y compañero Augusto Fernando Duplat Troconis; don Francisco Blanco, padre de Jaime Blanco Villamizar, el primer compañero que perdimos en este viaje por el océano que empezamos el 17 de noviembre de ese año en la noche nefasta del 25 de noviembre; don Antonio Arenas y doña Elisa Alarcón de Arenas, padres de otro amigo y compañero, Orlando Arenas Alarcón; y, los otros siete compañeros que hemos perdido en dicho viaje: Arnulfo Alarcón Arias, Ricardo Andrade, Alvaro Buitrago, Carlos Pinto Bohórquez, Jorge Sánchez Clavijo, Euro Claret Uzcátegui y Rafael Yáñez Parada. 

¡Que sus memorias, así como las de los demás familiares de mis compañeros, vivan para siempre en nuestros corazones!

También  le quiero agradecer al Colegio porque todo lo que sé se lo debo a la gran labor de nuestros profesores laicos Rafael Macías, Aquilino Durán, Jaime Castro, los hermanos Mora, Adolfo Paz y el profesor Palacios y de los Hermanos Lasallistas Benildo de Jesús (primer rector), Antonio Camilo, Antonio, Mariano de Jesús, Fausto, José, Daniel, Lucas (segundo rector) y Rodulfo Eloy (tercer rector) y varios más que se me escapan de la memoria.

Siempre recordaré con gusto los triunfos de mis compañeros de grado en los deportes.  En el fútbol sobresalieron entre otros Miguel Ángel Contreras, Miguel Antonio Cárdenas, Edgar Humberto Arellano, Guillermo Lara, Oscar Monsalve, Alberto Vicente Conde Vera y Jaime Blanco Villamizar (q.e.p.d.). En el baloncesto las  hazañas de  Luis Eduardo Barreto, Alvaro Eduardo Hernández Bermúdez, Jorge Sánchez, Jaime Antonio Cárdenas, José Francisco Ramírez Uribe, Sergio Rosas Sayago, Oscar Monsalve, Julio E. Colmenares Sayago, Orlando Avendaño y mi primo Eduardo González Dávila son una leyenda.  Varios de ellos pasaron a las filas de selecciones colombianas en varios torneos internacionales. 

Finalmente, como dijo Mario Vargas Llosa en el primer párrafo de su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, Suecia, hace dos años:

“Aprendí a leer a los cinco años en la clase del Hermano Justiniano en el Colegio La Salle en Cochabamba, Bolivia.  Es la cosa más importante que me ha pasado.  Setenta años después recuerdo claramente cómo la magia de traducir las palabras en los libros a imágenes enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del espacio y del tiempo y ayudándome a viajar con el Capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino;  pelear junto con D’Artagnan, Athos, Portos y Aramis contra las intrigas que amenazaban a su reina en los días del astuto traidor Richelieu; ó, través de los alcantarillados de París transformarme en Jean Valjean llevando el cuerpo inerte de Marius a mi espalda al leer Los Miserables, la obra maestra de Víctor Hugo”.

¡Que Dios los bendiga y siga iluminando su camino educando a los futuros líderes cucuteños!

 Atentamente,

 Alfonso Gandica Dávila
  Linwood, New Jersey



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

446.- MANEJO DEL ACUEDUCTO DE CUCUTA



Ernesto Duarte Ossa


La anunciada operación de un millonario paquete de acciones de Aguas Kpital sacó a relucir un pasaje de la historia en la historia del acueducto y alcantarillado en Cúcuta.

Primero fueron las Empresas Públicas Municipales, nacidas en 1940, que manejaron un pequeño sistema de suministro de agua potable para 2.190 suscriptores.

 Las Empresas Municipales de Cúcuta, que por muchos años estuvieron en el edificio San José, tuvieron vida a partir del 28 de marzo de 1961.

Como en 1991 la Constitución definió un nuevo marco para los organismos prestadores de esos servicios, el municipio se inclinó por una empresa por acciones a la que llamó Metroservicios S.A., recordó Fernando Velandia Caicedo en su libro Del río Pamplonita al río Zulia.

Al no quedar bien definido el valor patrimonial del municipio en cuanto al avalúo real de las Empresas, el procedimiento fue abortado.

Para que no hubiera traumatismos en el desembolso de los dólares por parte del Banco Mundial para la construcción del acueducto Río Zulia, el 20 de septiembre de 1993 se expidió la partida de nacimiento de la Sociedad de Acueducto y Alcantarillado de Cúcuta (SAAC). Su tiempo en este valle de doña Jauna Rangel de Cuéllar también resultó muy corto.

“Las Empresas Municipales no respondieron  a la recomendación del Banco Mundial por falta de voluntad gerencial y presión del sindicato que no vio claro el funcionamiento de la nueva empresa”, se lee en la mencionada obra.

El entonces alcalde Pauselino Camargo (q.e.p.d.) liquidó en 1995 la SAAC y un año después emprendió otro proceso de transformación de la empresa que por unos días llegó a llamarse ESPAAA, que fue flor de un día.

Fue mediante el Decreto 0251 de 1997, expedido por la Alcaldía, que el aviso en el edificio San José fue cambiado por uno en  el que se leía Empresa Industrial y Comercial de Cúcuta EIS.

Como consecuencia de graves problemas como el incumplimiento del plan de reestructuración financiero y operativo, la Superintendencia de Servicios Públicos tomó posesión de la EIS, el 2 de octubre de 1998.

Mientras la compañía era administrada por el organismo nacional, el 17 de agosto de 2002, el presidente Álvaro Uribe propuso un operador social para la EIS. Así se le escuchó decirlo en el consejo comunal.

El 20 de febrero del año siguiente, Uribe Vélez volvió a la ciudad y en el aeropuerto Camilo Daza anunció la liquidación de la EIS.

Otra fecha clave en los pasos conducentes a la llegada de un operador, fue el 16 de enero de 2004.

El entonces alcalde Ramiro Suárez Corzo habló con su asesor en materia de servicios públicos Alberto Ramírez Moros, quien le dijo que en la “empresa no había nada”.

El gobernante local de esa época se comunicó con el presidente, quien envió a la ciudad a su asesor José Roberto Arango y a la Superintendente de Servicios Públicos, Eva María Uribe.

De la reunión que sucedió en la Alcaldía surgió un Plan de Acción de diez puntos para la transformación de la empresa y la contratación del operador de los sistemas de acueducto y alcantarillado de la capital de Norte de Santander, con una serie de metas de obligatorio cumplimiento por quien se ganara ese negocio.

“El proceso tenía tal respaldo que quien lo manejó directamente y quien respondía ante el presidente Uribe era el alto comisionado José Roberto Arango, y más tarde Juan Lozano. La llegada de Lozano le imprimió, para buena suerte de Cúcuta, un impulso, porque estuvo pendiente del proceso, tanto, que se convirtió en el punto de articulación y alrededor del cual giraban las decisiones”, dijo en su momento Alberto Ramírez Moros.

Entre algunos de los hechos para recordar, figura el arreglo con los trabajadores de la EIS, el cual ascendió a $11.000 millones y fue pagado por la empresa.

El municipio se comprometió a que el 70% de los ingresos, de acuerdo con los recursos que le gira la nación para inversión en agua potable, durante 20 años, será girado a la EIS para pagar lo relacionado con subsidios. En su momento, el Concejo aprobó el Acuerdo 009 de julio de 2005, con ese propósito.

¿Y cómo se contrató el operador?



Ramírez Moros, en aquél tiempo dio a conocer el cómo se llegó a contratar a Aguas Kpital.

-La conclusión del estudio de la banca de inversión es que, indudablemente, había que buscar un operador y que tenía que ser por licitación, previos unos pliegos de condiciones en los que quedara bien demostrada la experiencia de los proponentes.

-Cumplimos, a partir del 26 de noviembre de 2005, con esos requisitos. Hicimos las publicaciones de los avisos en la prensa nacional y local, pusimos los prepliegos y ordenamos el proceso, que en este caso hay que estudiar porque las empresas interesadas comenzaron a hacer las preguntas que, por el conocimiento del mercado, eran profundas y necesitaban estudio.

-Entre noviembre, diciembre y enero me la pasé en un avión, yendo y viniendo de Bogotá, consultando, hablando con los consultores contratados en largas jornadas, que incluían el sábado hasta las 9:00 de la noche, para tener listas las respuestas que se plasmaron en los pliegos de condiciones y en los adendos que se publicaban en las páginas web de la EIS y de la Superintendencia de Servicios Públicos.

-El proceso estaba a la luz del público y el que quisiera meterse (en internet) lo leía y así fuimos llegando al cierre.

-Hubo dos audiencias públicas en Bogotá, con debates en diciembre y enero.

-Cada uno de los operadores tenía sus argumentos, porque son empresas fuertes. Pero se llegó a la mejor solución, la más sana y la más transparente para la ciudad, que fue la de abrir (el 19 de abril de 2006) en público, el sobre dos, que contenía la propuesta económica que ofrecía la tarifa más baja para el estrato cuatro.

 -La gente se dio cuenta cuál era y se terminó en la firma Aguas Kpital.

El 3 de mayo de 2006 se firmó el contrato de operación del acueducto y alcantarillado de Cúcuta entre la EIS y Aguas Kpital, por 20 años.


Alberto Ramírez Moros

El 5 de junio de aquél año, la Empresa Industrial y Comercial de Cúcuta le entregó el manejo de esos servicios a Aguas Kpital, con un recaudo histórico de $3.600 millones en mayo.

En los cinco años transcurridos, de acuerdo con el reporte de la compañía encargada de la operación, las inversiones ascendieron a $298.566 millones.

De ese monto, $188.932 millones corresponden a rehabilitación, mantenimiento de la infraestructura, gestión comercial y administrativa, incluyendo $50.830 millones que se han entregado como usufructo a la EIS Cúcuta para el pago de obligaciones, incluyendo el pasivo pensional.

En cuanto a las obras de ampliación y reposición de infraestructura, la suma llega a los $109.634 millones.

Aguas Kpital se comprometió a hacer inversiones de más de $500.000 millones durante los próximos 15 años, en infraestructura, para garantizar el suministro diario de agua potable a todos los usuarios.

Una sorpresa

El pasado 9 de octubre una noticia tomó por sorpresa a todos en Cúcuta.

En una conciliación que se protocolizó el pasado 6 de septiembre en la Superintendencia de Sociedades, Aguas Kpital S.A. en liquidación judicial  y Vergel & Castellanos acordaron poner a la venta el 50% de las acciones, correspondiente al 23% del primero y el 27% del segundo, por  hasta $112.000 millones.

Esta operación, de la que nadie sabía, ni el alcalde, ni los concejales, tampoco la Empresa Industrial y Comercial de Cúcuta ESP (EIS) ni mucho menos los usuarios del servicio de acueducto, se descubrió por intermedio del secretario general de las veedurías de Cúcuta, Francisco Palacio.

El gerente de la EIS, Juan Antonio Nieto, notificó que por tratarse de un conflicto entre dos empresas del sector privado su intervención está limitada, pero sí alertó a la liquidadora y a Vergel & Castellanos, en el sentido de que la sociedad no puede hacer la venta de acciones sin manifestarle claramente las condiciones.

El contrato 030 de 2006 establece en la cláusula 2, literal B restricciones para la venta o enajenación de acciones. Para Nieto Escalante, esto generaría un amplio camino para que la EIS argumente un incumplimiento del contrato, que puede ser causal de terminación de la operación.

En este aspecto, la liquidadora Martha Helena Jiménez Rosales, dejó entrever que como Vergel & Castellanos  ha estado solo desde 2010, porque Aguas Kpital S.A. entró en liquidación por los problemas judiciales de sus socios (los Nule), es un hecho que se deba abrir la puerta a un nuevo socio. “El hecho de que el socio inactivo salga y entre uno bueno, es favorable para la empresa”, argumentó Jiménez Rosales.

El gerente de Aguas Kpital, Hugo Vergel Hernández, fue notificado del acuerdo suscrito entre los socios mayoritarios en el que se define la composición accionaria y se acuerdan facilidades para la venta de las acciones en Aguas Kpital Cúcuta S.A. ESP.

Reveló que haciendo uso del derecho de preferencia, Vergel & Castellanos expresó su voluntad de comprar las acciones de Aguas Kpital S.A. en liquidación judicial y, en consecuencia, se mantendría como el socio mayoritario de la actual empresa operadora.

Lo que dijeron

“Cómo le parece que el acueducto está en venta y ninguno aquí en Cúcuta sabía nada”, lamentó el veedor Francisco Palacio.

“Si esto se está dando a espaldas de la comunidad qué otras cosas no se mantendrán ocultas en un servicio tan vital para la población”, dijo el concejal Oliverio Castellanos.

“Lo que uno no entiende es que si no estaba permitido (la venta de acciones), porqué el agente liquidador, que lo nombra el mismo Gobierno nacional, pone en venta”, se preguntó el alcalde Donamaris Ramírez Lobo.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.