Ingrid Hartmann Paz
Casa Hartmann, en la foto aparece Ingrid
La casa Hartmann que todavía se conserva en la avenida 10 No. 8-08 en el barrio el Colsag, al frente del parque de la clínica Santa
Ana, es original del barrio que se construyó para los funcionarios de la
Compañía Colombian Petroleum Company que hacía las explotaciones del petróleo
en Norte de Santander.
Inicialmente fue la casa del Gerente de la Colombian Petroleum Company, y después
la asignaron a mi papá Jorge Hartmann Perdomo quien fue el médico de esa compañía
por muchísimos años.
En el barrio había muchas construcciones que tenían
el estilo de las casas americanas de la época. Muy pocas hoy se conservan,
y me gustaría hacer un recuento de mi casa donde pasé la época más
feliz de mi vida, la infancia, antes de verla convertida en un edificio.
Es espectacular, sencilla, fresca, blanca, ideal para ese clima caliente. Todavía
conserva algunas plantas desde mi niñez, entre ellas una enredadera que se
llama "carácter del hombre" que florece siempre y quedan muy pocas en
Cúcuta. Entra el viento y las plantas por todas las ventanas.
De estilo californiano, cuatro palmeras reales con nidos de loritos verdes,
miles y miles, hacían marco a la estructura que tenía un lote de jardín enorme
que ocupa la mitad de la cuadra, con plantas típicas de Cúcuta.
Al frente, los crotos, las exoras, la flor del colibrí que se
llama lágrimas de Cristo, donde se posaban por la mañana tantos, tantísimos
pajaritos tornasolados que volaban en un solo espacio y la famosa veranera "carácter
del hombre" llena de gajos de flores, blancas por la mañana, rosadas al
medio día y rojas por la noche. Tiene flores siempre. Estaban también la planta
de la flor del día, la estrella de navidad que en Cúcuta son arbustos, las
veraneras anaranjadas, blancas, amarillas, los árboles de mango y mamón, y la
enredadera del jazmín.
En el segundo piso hay un balcón que da al parque,
donde estaban nuestros pupitres para hacer tareas y mientras estudiábamos veíamos
como una alfombra las flores de los acacios. Uno no aprecia semejante maravilla
hasta que no deja de verla. En la parte posterior hay otro balcón que mira a
una alfombra de las flores del "carácter del hombre" revuelta de veraneras de colores.
En la época de mi niñez no había construcciones hasta llegar al río
Pamplonita y recuerdo las excursiones maravillosas a pescar y a coger ranas con
los amigos hijos de los vecinos. Recuerdos inolvidables.
En una de las fiestas de disfraces el 30 de diciembre de 1964. En el grupo puedo
reconocer a Humberto Barrera, Sergio y Hugo Monsalve, Etzel Hartmann Paz,
Sergio Entrena, Jorge Duplat San Juan, Vicky Cervantes
Hartmann, Martha Rincón, Ernesto Duplat Isea, Sandra Caicedo, María Luz
Restrepo, Rodolfo Duplat San Juan, Fernando Buitrago Valencia, Ramón
Vargas Hernández, Fernando Landínez, Hernando Suárez entre otros.
En el jardín había un sitio para reuniones, en donde ya creciditos
formábamos nuestras fiestas, en algunas oportunidades las abuelas nos hacían
disfraces, a donde asistían casi siempre nuestros amigos, Domingo Alberto, Gabriel
y Sergio Monsalve, Sergio y Carlos Gustavo Entrena, Gerardo y Ernesto Duplat,
Sandra Caicedo, Hernando Suárez, Humberto Barrera, Isabel y Margarita Rosa
Cabrera, Leo y Bolivia Vera, Consuelo Buitrago Valencia, María Ligia
Vargas Hernández, Eduardo Pizarro, Antonio Dumit, Elena Guerrero,
David y Lucho Bonells, Sara Barajas, Patricia Cardona, Ramón Enrique, Marìa
Eugenia y Silvana Canal Perdomo, Gonzalo Rivera, Balbina
Canal, Jorge Alberto Atehortúa, Rafael Canal Sandoval, Gonzalo Unda,
Humberto Vanegas Ramírez, María Eugenia Lara, Susana Guerrero, Berta
Vargas Cuberos, Fabiola Villamizar Villamizar, Carmencita Salcedo, María
Margarita, Ernesto y Alberto Silva Colmenares, Jaime y Martha
Buenahora Febres Cordero, Gisela y Carolina Morales, Rafael y Beatriz
Pacheco, Carlos Humberto, Alfredo, Susana, María Mercedes y Rosa
Julia Yáñez Carvajal, María Victoria y Armando Augusto Duplat, Martha Portilla,
Luis Alejandro y Clara Inés Bustos, Alvaro y Magda Gaitán,
Eduardo Botero, Myriam y María Eugenia Fernández, Sylvia Faillace, Ernesto y
Manuel Díaz, Ernesto y Elsa Mantilla Nieto, Felipe y Laura Amelia
Rangel, María Cristina Sandoval, Juan Pabón Hernández, Corina y
Myriam Hernández, Rocío y Marina Canal, María Eugenia Jordán, Lulú
Cedeño, Melany y Patricia Canal, Esperanza Jiménez García Herreros, Jaime
Guerrero, Ivonne Cogollo, Fernando Lamus, Martha Conde, María Cristina Jiménez,
María Eugenia y Amparo Gil, Gisela Hernández, Mary Belisa Mantilla, entre otros. Mil excusas
por tantos que se me quedan en el recuerdo.
Las hermanas
Hartmann Ilse, Etzel e Ingrid, con vestidos confeccionados por la
abuela Tula Gallardo de Paz, que todos la llamábamos Coyita, con la ayuda de
sus amigas Lola de Rodríguez y Olga de Borda.
Todos los vecinos eran amigos y cuando venían a visitarnos traían natas,
papayas, mangos, mojicones, panes azucarados, porque mi padre Jorge Hartmann
Perdomo era la persona con espíritu más elevado que ha pasado por mi vida. Cuando
requerían de sus servicios profesionales los atendía a todos con mucho cariño y
sin recibirles nada a cambio.
Por las mañanas a las seis, mi hermana Ilse nos despertaba con
los ejercicios del piano y por las tardes a las cinco pasaban los amigos a
tomar el aperitivo y a compartir las horas frescas hasta la hora de la
comida, en la más agradable compañía. Todavía hoy disfrutamos de esa costumbre.
Es así que cuando llego a Cúcuta nos reunimos en esa casa los Buenahora, las
Valencia, los Barajas, los Correal, Elsa Suárez, Judith Amado, Betty de Lamk,
Mary Stapper, los Flórez Góngora, José Eustorgio y Martha Colmenares, Wilma
Espinel, Victoria y Nena Marciales, Maruja Sandoval de Canal, Amparo Canal de
Turbay, Gloria de Hoyos, Susana y María
Isabel García Herreros, Gonzalo Unda, Rosa Somavilla, Sylvia de Flórez, los Yáñez, los Eusse, mis compañeras de
colegio, Lola Pinzón, Isabel Cristina Rangel, Gloria Páez, y más amigos.
El piano
Recuerdo que a las horas de las comidas sonaba una campana, y con una
puntualidad alemana todos teníamos que estar en la mesa. Esas horas en compañía
eran divertidas porque con cinco hermanos, mis padres y mi abuela, éramos
tantos.
Lo más importante de este espacio es que tuvimos un padre maravilloso, un
apóstol de la medicina que nos decía con dulzura, con la máxima educación y
firmeza: "A este lugar la gente viene a pedir ayuda, sea la persona más
importante, la más rica o la más humilde, a todas las tenemos que tratar con
amor", y luego nos miraba
seriamente y confirmaba, "es una orden".
La sala
Mi madre, Lucy Paz de Hartmann, quien lo amó y lo respetó, seguía sus pautas de
estar pendiente de todo lo del colegio, de insistir en nuestras lecciones de
música, en el día de la Primera Comunión nos regaló la colección de la
"Música más hermosa del Mundo", en oír sus cuentos maravillosos todos
los días de los libros de J.J. Cronin, Hans Christian Anderssen, y sus
inventos del personaje del "hada milagrosa", quién es esa parte
divina que tenemos dentro de nosotros, que en situaciones difíciles en la vida
nos hace hacer el bien.
Tengo de esa casa blanca solo bellísimos recuerdos, allá vuelvo todos los
años de mi diáspora por el mundo a llenar mis maletas de afecto con mi familia,
mi madre, quien todavía vive con una dificultad física de parálisis y nos da el
ejemplo de no lamentarse nunca, mis hermanos, Ilse, Etzel y Jorge Eduardo, mis amigos irrepetibles de toda la
vida, mis compañeras del colegio y los vecinos, quienes vuelven a visitarme cada
vez que llego.
Estas añoranzas debo también dárselas a conocer a mis
amigos que me conocen solo virtualmente por mi labor en la red y quienes con
1000 firmas le solicitaron a la Ministra de Relaciones Exteriores que me
nombrara en el Consulado de Colombia en Roma.
Por todos estos recuerdos y otros más de mi ciudad, que considero mi
identidad… AMO TANTO A CÚCUTA!
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.





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