lunes, 21 de octubre de 2013

464.- LA DIVERSIDAD RELIGIOSA EN CUCUTA-SIGLO XIX



Globalización y Diversidad Religiosa en Colombia-Universidad Nacional

Iglesia Evangélica en Cúcuta. Década del 30.

En el siglo XIX, los intentos de establecimiento de otros cristianismos, en este caso del protestantismo considerado histórico, son indicativos de la particularidad de la región para obtener opciones que canalicen sus disidencias: desde los intentos quijotescos de Henry Barrington Pratt (hoy pilar e icono del protestantismo en Colombia), en Bucaramanga y Socorro, pasando por el activismo político religioso de Joseph Norwood  hasta la inauguración del templo Evangélico en Cúcuta en 1928.

El desarrollo de la masonería es fruto de nuestra particular modernidad, desde el experimento radical que concentró sus líderes en un primer momento en el Socorro y dio origen a la logia Estrella de Saravita (1863) que impulsó la misión pedagógica alemana de la década de 1870. 

Para Cúcuta también se reseña la logia de la Bella Esperanza (1883), fundada por la élite provincial del lugar (algunos escritos hablan que la logia organizada pionera en el valle de Cúcuta se remonta a 1864, cuando el día 4 de diciembre es fundada la logia Estrella del Norte). 

Pasando por el ascenso de la Regeneración donde muchas logias decayeron, aunque éste es un momento que se puede asumir como de reorganización y de reforzamiento, sobre todo de su espíritu anticlerical pues muchos de los hijos de los masones fueron expulsados de los centros de educación regentados por comunidades religiosas, y auspiciado en especial por el auge económico de finales de siglo y las primeras décadas del siguiente -la consolidación de la exportación de café, la presencia activa de negociantes y las relaciones con la costa Atlántica (comerciantes sirio-libaneses)-. 

Ya en el gobierno liberal muchos masones connotados colaboraron, desde importantes cargos en la administración política del departamento (sobre todo en educación), en la puesta en práctica de las políticas liberales y sus reformas.

El Gran departamento de Santander, tomó su nombre del apellido del prócer General, connotado masón. 

Del General Santander se dice que una de sus nietas se casó con un hijo de un protestante escocés, permitió el fallido establecimiento de Sociedades Bíblicas en la infancia de la República, reclamando con ello los protestantes su puesto en los orígenes mismos de la Nación, además de esa tradición liberal que se le atribuye a la región, de forma patriotera, por haber dado próceres y revueltas frente al gobierno español y haber sido lugar del experimento radical de mediados de siglo.

Por lo anterior, ha sido presentado como un territorio, por un lado, apto para la herejía como lo vería la jerarquía eclesiástica encargada de la diócesis, y de otro lado, por quienes se sentían parte activa del mandato de la Gran Comisión, tierra fértil para el esparcimiento de la buena semilla.

Temprano, para mediados del siglo XIX, mientras Bucaramanga y Socorro eran los centros de un experimento radical (la guerra se incubó entre 1850 y 1876, por las tensiones que generaron las políticas liberales con respecto a la estabilidad de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, y la inestabilidad política, económica y electoral, fue desencadenada por la respuesta de los conservadores, en asocio con la Iglesia, al proyecto liberal de establecer un sistema de educación pública que permitiera elegir entre educación laica o religiosa, y romper el monopolio que mantenía la Iglesia), Cúcuta y sus zonas aledañas (Pamplona, Salazar de las Palmas, entre otras) estaba de la mano de la agitación comercial, producto de su relación directa con el dinámico circuito agro exportador marabino. 

Alrededor del lago de Maracaibo, construyeron su circuito comercial que las integró con la economía-mundo a través del Atlántico. 

Cúcuta, parte de la subregión andina junto con Mérida y Trujillo, haciendo contacto con San Cristóbal por vías fluviales, Catatumbo y su afluente el Zulia,  y caminos de herraduras que los conectan mejor y más rápido con el lago de Maracaibo, es analizada y presentada como el asiento de las principales áreas productivas, granero del conjunto regional, estímulo creciente para los intercambios en el exterior, en una palabra el 'hinterland' más activo, se presentaban como el asiento de ricos comerciantes extranjeros y prósperos propietarios agricultores a pequeña y mediana escala, a los que las guerras civiles del siglo XIX no afectaron en lo absoluto (sólo los brotes nacionalistas de la élite de la capital y de Caracas a partir de 1830, que parecían desconocer los profundos lazos comerciales que vinculaban estrechamente la región).

San José de Cúcuta, la ciudad que tuvo el primer ferrocarril en Colombia, era por lo tanto, una zona acostumbrada a la presencia del "extraño", al ser asiento de comerciantes europeos (ingleses, franceses, italianos y alemanes), ligados familiarmente o en virtud de asociaciones comerciales con los europeos radicados en Maracaibo y de venezolanos, que en mayor número que los extranjeros, compartían con los nacionales, por expresa disposición de la leyes neogranadinas, importantes cargos de educación, obras públicas y aun en el ramo judicial.

Pamplona y Cúcuta, centros de acopio y residencias de comerciantes, respectivamente, históricamente no es representativa del desarrollo general hispánico colonial. 

Haciendas, plantaciones, esclavitud y trabajo forzado estuvieron casi totalmente ausentes a lo largo de la colonia, en lugar de ello encontramos una sociedad 'posada' de pequeños propietarios que eran capaces de satisfacer sus propias necesidades y las de los viajeros, la mayoría de ellos poseía su propia tierra y vivían libres de servidumbre, esta población materialmente no era tan desigual.

Sin duda Cúcuta y sus alrededores fueron una zona particular, no institucionalizada e influenciada por los comerciantes marabinos que eran representantes de "otra mentalidad", no muy de acuerdo con las enseñanzas, prácticas y métodos pedagógicos del catolicismo. 

Ante el desorden que hacían unos muchachos que vagabundeaban por la iglesia, la doctrina los quería meter en cintura.

En esos días los clérigos acostumbraban a sacar a los catecúmenos a recorrer las calles, repitiendo las oraciones voz en cuello. 

Tal espectáculo irritaba la ilustración de las nuevas mentalidades, prácticas que eran percibidas por estas sociedades que se reunían en los clubes, en las obras de teatro, y que impulsaron el desarrollo material del puerto, como muestra de atraso y burla de la doctrina misma.

Fuera de las breves referencias al activo Josep Norwood, quien visitó en sus "correrías" Cúcuta, Pamplona y Chinácota a finales del siglo XIX, no conocemos trabajos sobre proselitismo protestante en esta zona y en esta época, lo que no significa que no hubiesen protestantes. 

Se sabe, ya con más detalle, que desde 1906 se instaló en Maracaibo la Misión Alianza Escandinava (nombre anterior de la Misión Alianza Evangélica) que desde Rubio, hizo viajes de reconocimiento e intentos de celebración de culto (1912-1918) hasta que, con presencia activa y definitiva de un misionero (1923), con la instalación de la primera piedra (1926) y la inauguración del templo (15 de agosto de 1928), se establecieron definitivamente. 

Por supuesto cada una de estas acciones provocaron una resistencia paralela que va desde la descortesía, la no aceptación de la publicidad evangélica las más de las veces de forma violenta (rompen la literatura en la cara del misionero, se la entregan a la autoridad civil y/o eclesiástica o es decomisada), hasta los casos extremos como el intento de homicidio por parte de sectores considerados "adictos" al clero. 

Por ejemplo el diario La Mañana de Cúcuta, uno de los varios periódicos liberales que la diócesis prohibió, por sus constantes críticas al "clero politiquero", y en especial al presbítero Demetrio Mendoza, reseñó el 5 de abril de 1923 el intento de homicidio al reverendo Olav Eikland, recién instalado en la ciudad, de la siguiente manera: 

"El lunes por la noche según informes que nos han dado, penetró en la casa de habitación del señor Ministros Protestante, un individuo que vive, come y duerme en la casa cural de esa ciudad, penetró a la sala donde se celebra el culto cristiano reformado, no por las puertas sino por otro lugar, y se deshizo en insultos y en desafíos contra el Reverendo Pastor".

Por otro lado, en Bucaramanga y sus alrededores, portadora de una "tradición liberal" se asentó muy temprano la influencia protestante, en cabeza de Henry B. Pratt, quien es considerado el pilar del Protestantismo en Colombia.

Existía más que un interés puramente "espiritual" para que su proyecto fuese una realidad. 

Sólo que en nuestro caso la inflexibilidad tomó posición, y la defensa de la cristiandad en estas latitudes fue férrea y tenaz, consolidando hacia 1886 el proyecto de la Ciudad de Dios, inventario de las respuestas intransigentes en la diócesis, desde los índices hasta las excomuniones con todo y su impacto social.



Recopilado por: Gastón Bermúdez

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