Orlando Morales
El 12 de
noviembre de 2010, con marcador de 93 contra 85, el quinteto Arrieros de
Antioquia se coronó campeón de la Copa Invitacional de Baloncesto, derrotando
en franca lid en la propia “Toto” Hernández a su homólogo de Cúcuta-Norte,
habiendo el primero definido la serie a su favor - 4 contra 1-, desbancando así
a los rojo y negro, de la primacía en el baloncesto profesional colombiano,
como quiera que los segundos venían de ser campeones consecutivos del torneo
durante los dos años que preceden.
Sobra
imaginarse cuál ha sido la desazón y la tristeza de la fanaticada
nortesantandereana, quien de suyo tenía fincadas sus esperanzas en un elenco de
primera línea, que sin lugar a dudas hizo méritos a lo largo del torneo para
alzarse con el título, pero que en las últimas de cambio decepcionó a una
afición, que ha sido por antonomasia sabedora y conocedora como la que más del
deporte de la cesta.
Desde la
distancia me uno a la nostalgia que producen las derrotas y exhorto a todos
aquellos que tienen que ver con el baloncesto del Norte, para que dejando de
aplicar la vieja máxima de “perder es ganar”, hagan un serio y concienzudo
balance de todo el torneo y corrijan hacia el futuro los posibles yerros, que
me imagino fueron los suficientes como para no obtener el anhelado campeonato.
Por lo visto,
el representativo de Cúcuta-Norte, demostró que tenía argumentos y una nómina
fuerte como para disputar el primer lugar, prueba de lo cual es haber llegado a
la instancia final. No se puede desconocer que con jugadores de la talla de
Juan Herrera, Eleuterio Rentería, Francisco Sanabria, Edgar Moreno, Douglas
Chiquito, Juan Herrera, Edgar Arteaga y Hebert Bayona, entre otros, el Norte
tenía como dar la pelea en un evento que cada día sube de nivel y despierta el
interés de los seguidores del deporte de la canasta. Hubo saturación por parte
de algunos jugadores, ad portas de la final, con ocasión de la ronda
Sudamericana, donde se agotaron fuerzas y no se alcanzó el objetivo
clasificatorio.
Sin embargo,
la actuación del estadounidense Clarens Mathews, fue muy pobre para sus
condiciones físico – atléticas, o muy poco explotado por el director técnico
Tony Ruiz, a quien tampoco le vimos la suficiente sensatez y agudeza para
dirigir una escuadra profesional, por más pergaminos que tenga al haber
dirigido otros equipos en la liga venezolana. Pienso que el “gringo” y el
puertorriqueño quedaron en deuda con la fanaticada cucuteña. El interrogante
que sigue es: ¿Se justifica la contratación de entrenadores extranjeros que
llegan a última hora haciendo más gala de sobrades que de humildad, cobrando en
dólares y desconociendo la idiosincrasia de un pueblo que ama y sabe de
baloncesto? Primer punto para la reflexión.
Lo que los
aficionados de la cesta, no entienden ni se explican, es cómo algunos jugadores
del equipo, poco o nada jugaron durante la temporada, a pesar de que debieron
cobrar sus emolumentos por el contrato que firmaron con los representantes del
club, mientras que otras revelaciones criollas como el caso de los juveniles
Simón Granados y José Miguel Rodríguez, brillaron por su ausencia, perdiéndose
la oportunidad de foguearse y adquirir experiencia para futuros torneos, a los
que el Norte debe asistir en la categoría mayores dentro del concierto
nacional. Segundo punto para la reflexión.
Hay que
aprender de los otros equipos, en especial del campeón Arrieros, que a la
plantilla titular no sólo convocó experimentados jugadores como el caso del
dominicano Alejandro Flores y el venezolano Heisller Guillent, sino que sumaron
elementos nacionales de extraordinario rendimiento y categoría, como el valluno
Stalin Ortiz, al lado de otros nobeles prospectos antioqueños, que comandados
por el veterano “coach” paisa, Hernán Darío Giraldo, demostraron de principio a
fin del torneo, ser un equipo cohesionado y disciplinado tácticamente.
Felicitaciones para los campeones paisas.
Basta
recordar entonces, que en otrora épocas del basquetbol cucuteño, cuando se
iniciaba el profesionalismo en Colombia, el Norte conformó un equipo campeón
reforzado con los norteamericanos Sam Shepar y Erick Evans, con la inclusión de
jugadores que hicieron gala de la “garra motilona”, tales como los inolvidables
Jorge Niño, Carlos “Cabezón” Yanes, Tito Ordóñez, Freddy Moreno y José
“Caballo” Rodríguez, entre otros. Fueron momentos de gloria del baloncesto del
Norte, que tuvieron como escenario la cancha “Toto” Hernández, misma que anoche
aglomeró a un público que hasta el final gritó: ¡Norte…, Norte…, Norte…!.
Tercer punto para la reflexión.
Pero para
volver por los fueros hay que conocer la historia, para recordar al mismo
tiempo, por ejemplo, que desde 1965, el Norte no gana un torneo juvenil de
baloncesto en Colombia. Fue el equipo conformado por los titulares hermanos
Said Fernando y Jesús Ricardo Lamk, Fernando “Cundo” Morales, Gastón Bermúdez y
Hernando Yepes, los encargados de derrotar al poderoso San Andrés, en otra
inolvidable noche del baloncesto motilón. Cuarto punto para la reflexión.
Al final del
encuentro entre los equipos Arrieros y Cúcuta-Norte, se oyó hablar por los
medios de comunicación a un delegado del equipo campeón, quien con cierto
tufillo de triunfalismo, afirmó que había caído el mito de la cancha “Toto”
Hernández, a lo cual me resisto a creer semejante herejía. Al dirigente paisa
le respondemos con respeto los cucuteños, que sin asomo de una falsa modestia,
Cúcuta ha sido, es y será, la capital baquetera de Colombia, al tiempo que
nuestro Coliseo volverá a ser testigo de muchos otros triunfos del baloncesto,
como que ha sido un hito para el deporte del Norte de Santander.
Por lo tanto,
no es la hora pues para rasgarse las vestiduras, sino para la reflexión,
comprendiendo que el deporte de alto nivel debe seguir apoyándose en el
departamento, al unísono que debe trabajarse en forma intensa y planificada con
los clubes y la liga de baloncesto del Norte, apoyando las categorías
inferiores, empezando por participar en todos los torneos que programe la
Federación Colombiana, buscando con ello formar y promocionar jugadores que
sean la cantera para próximos certámenes en las distintas categorías. Buen tiempo y buena
mar.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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