lunes, 4 de noviembre de 2013

472.- EDUARDO GONZALEZ: SU FOTOGRAFIA UN CUENTO



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Eduardo González


El reconocido fotógrafo Eduardo González, falleció el viernes 11 de enero de 2013. Su nombre trasciende a la historia por su gran valor artístico. Este artista, nacido en Chinácota, descendiente del ex presidente Ramón González Valencia y de héroes de la independencia quien en sus archivos particulares conserva cartas de Simón Bolívar, encontradas en una vieja casona de Iscalá,  realizó estudios de especialización en los talleres Zone VI, Vermont, Estados Unidos (1982).

Trabajó durante más de cuarenta años en fotografía y diseño gráfico. Su trabajo fotográfico muestra la imagen a partir del retrato, los objetos y animales.


Los elefantes de África le dieron un premio mundial por la serie fotográfica en su defensa presentada en Kenia. La fuerza de su trabajo reside en la búsqueda artesanal, en la economía de medios y sin apoyarse en tecnicismos logra captar el instante preciso, la realidad interior, la que está más allá de la inmediata.

Vivió y trabajó en Cúcuta, Norte de Santander. Casó con Alba Fernández, y sus hijos son Víctor, Susana, Carlos y María José.

En 1994, Ligia de Lara, famosa crítica de arte escribió en el catálogo Pariente, amigos…Desconocidos, del Banco de la República:”La fotografía ha sido el medio y la forma de vida de Eduardo González. Ha incursionado en todas las modalidades, entre ellas la del retrato. Ha hecho fotos propias de las reinas de belleza, la simplemente comercial, la de la familia feliz. Son retratos bien tomados, con conocimiento técnico. En ocasiones se hace sentir el esteta y el psicólogo encontrando los ángulos adecuados, y más aún, cuando objetos o animales bajo su mirada adquieren la dimensión humana”.

Fue un excéntrico hasta el punto de donar un premio de 10 mil dólares ganados por una serie de fotos en defensa de los elefantes de África.



Participaciones y Reconocimientos
 
1985 Diez Años de Fotografía, Casa de la Cultura, Cúcuta.

1986 A través de la Grieta del Tiempo, UIS, Bucaramanga.

El Ojo que pasa, Dirección de Cultura y Bellas Artes del Estado de Táchira, San Cristóbal, Venezuela.

Homenaje, Museo de la Bagatela, Fondo de Promoción de la Cultura del Banco Popular, Villa del Rosario.

1985 I Salón Nacional de Diseño, Medellín.

1988 El Mes de la Fotografía, Museo de Arte Moderno, Bogotá.

VI Salón Colombiano de Fotografía, Medellín.

1989 Jornada Fotográfica de Mérida (organizador y partícipe por Colombia), Mérida, Venezuela.

Chinese Photographers Association, Beijin, China.

1996 Artistas Santandereanos en la década de 1980.

Museo de Arte Moderno Bucaramanga.

1983 Mención de Honor, I Salón Nacional de Artes Visuales, Cúcuta 250 años, Cúcuta.

1984 Mención de Honor, IV Salón Nacional de Artes Visuales, Pamplona.

1988 Primer premio, Concurso Nacional Árboles por Colombia, Instituto de Cultura Hispánica, Bogotá.

1989 Segundo y tercer premio, Concurso Nacional de Fotografía de Fauna, Medellí

Sus historias y fotografías fueron publicada en las revistas Sam, Cromos, Diners, Américas (D.E.A.), Natural History (Estados Unidos), Hasselblad Forum (Suecia), Credencial, Fotografía Contemporánea.

Sus fotografías se encuentran en colecciones públicas y privadas de Colombia, Venezuela, China, Canadá y Kenya.

Fotos tomadas de Historia de Fotografía Colombiana:

Familia Cerón de la serie “Retratos Peregrinos”

Abrazo - 1991

Monjas - 1974

Monjas - 1978


Su amiga Ingrid Hartmann Paz escribió

Tuve la fortuna de conocer y admirar su obra fotográfica, ir en muchas ocasiones a Iscalá con su familia, sus hijos, yo testimonio en cambio el encanto de haber tenido un amigo maravilloso quien con su genio de artista cada día era un cuento fantástico de personajes, relatos divertidos y momentos inolvidables. Alguien decía que con la muerte la vida no termina, sencillamente cambia, y es el mensaje que nos dejan quienes parten antes de nosotros, los que nos quedamos. Tengo el honor de conservar una gran colección de fotografías de Eduardo González. Norte de Santander perdió un genio del arte.

Recuerdo su complicidad en ayudarme un día de Navidad a traer a mi casa un cují verdadero para hacer el árbol en honor a Cúcuta. Lo trajimos sobre su Jeep y sus alas extensas golpeaban los faroles de la autopista de San Antonio. Cuando llegamos, la sombrilla maravillosa se volvió enorme y entre todos los vecinos nos ayudaron a doblarla para que entrara por la puerta,   y  cuando se abrió dentro de la casa, invadió la sala, el comedor, todos los espacios. Venían los amigos a conocer el cují que adorné con cintas amarillas, y conservo con afecto infinito  las fotos de Eduardo, que concluyeron  que nunca se sucedió una Navidad más linda.



El árbol que invadió todos los espacios.

En nuestra estadía en Colombia, con frecuencia los fines de semana íbamos a la finca de Iscalá  que heredó Eduardo de su pariente Ramón González Valencia, junto con  Alba su esposa, y los hijos mutuos. También esos viajes eran llenos de cuentos que aparecían por la casa, y nos inventamos el proyecto de restaurarla.

Mi primer esposo, Juan Filizzola, dirigía los trabajos. Con los hijos mutuos que eran tantos, comenzamos a blanquear las paredes. Poco a poco la luz del blanco recuperó la fachada maravillosa. El plazo era terminar el día de la Navidad. Nos faltaron los techos rojos pero alcanzamos a pintar las ventanas amarillas.

Al final, me llevé los hijos por los campos a recoger flores y ramas que concluyeran con un pesebre natural,  la transformación de los espacios. La obra del pesebre nos quedó maravillosa, me emociona aún hoy,  compartir la foto con todos ustedes.

Pesebre natural con flores y ramas.

Cuando llegó Eduardo y lo vio,  se emocionó muchísimo y estaba preocupado que se iba la luz de la tarde, consiguió una vela, recogió y envolvió  con ella  todos los personajes de la natividad:  José, María, Jesús y los pastores; y esa luz con el atardecer y el comenzar de la penumbra, hizo infinitamente mágico para todos  ese momento.

Cuando volvimos a Cúcuta nos trajo de regalo todas estas fotos con una tarjeta de las ventanas amarillas y esta dedicatoria:

Cúcuta, Diciembre de 1983

La suerte me trajo unos nuevos amigos, lo mejor que le puedo desear a cualquiera en esta Navidades es que le pase lo mismo que a mí.

La amistad puede iluminar nuestras vidas así como nuestras ventanas.

Eduardo






Eduardo González, tomando fotos que nos regaló.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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