martes, 27 de mayo de 2014

575.- MERCEDES ABREGO, NUESTRA HEROÍNA


Miguel Palacios y otras fuentes




En Norte de Santander hay la costumbre ancestral de llamar a las cosas no por su verdadero u original nombre, sino por el que la tradición impone. Algunos ejemplos son: En Cúcuta el parque Colón, verdaderamente se llama parque de La Victoria y el parque de La Bola, originalmente se llama plazuela del Libertador.

Algo parecido sucedió con nuestra heroína. Para esa época, finales del siglo XVII, había en Cúcuta dos mujeres con nombre similar. María Mercedes Reyes Abrego y Mercedes Reyes Azúa. Quizás por esa costumbre, o por diferenciarlas, a la una la llamaron Mercedes Abrego, y a la otra, Mercedes Azúa.

Aunque no se ha podido saber la fecha exacta del nacimiento de Mercedes Abrego, ni el lugar, lo cierto es que la familia paterna vivió en Urimaco, donde eran dueños de una próspera hacienda.

Mercedes Abrego era hija única de doña María Inés Reyes Ábrego.  A los 21 años, se enamoró de José Jerónimo Tobar, cucuteño mayor que ella. Y aunque no se casaron, ni vivieron en unión marital, tuvieron tres hijos: José Miguel (1792), José María Antonio (1796)  quien se casó con María Trinidad Vega Andaluz y Pedro María (1800) notable médico que ejerció en Cúcuta con gran éxito y dedicación, y se casó con Ana Joaquina Ramírez Porras. Tuvo 6 nietos: Rosa Virginia, Trinidad de la Ascensión, María Josefa, María Inés y María de las Mercedes Reyes Vega Andaluz. Y Dominga Ester, hija legítima de Pedro María y Ana Joaquina. Dedicaba su vida a la crianza de los hijos y a la administración de la hacienda El Urimaco famosa por las plantaciones de cacao. Comúnmente se afirma que Mercedes Abrego fue una de las primeras madres cabeza de hogar. Esa razón influyó para que recibiera el título de ¨doña¨.

 Tuvo fama de ser la mejor bordadora y costurera de la Cúcuta de entonces. Tenía gran habilidad para los trabajos manuales y era solicitada para la enseñanza de las artes y para la elaboración de ornamentos religiosos destinados a las iglesias de Cúcuta, Villa del Rosario, San Antonio y pueblos vecinos. Era experta y fina bordadora. Para bordar la casaca de Bolívar escogió los más finos hilos de oro y con su prima Paula de la Mercedes Ábrego y Noguera efectuaron hábilmente la difícil tarea.

La simpatía por la causa patriótica la llevó a colaborar con los ejércitos republicanos que lucharon en el valle de Cúcuta y lugares vecinos contra las tropas españolas de Ramón Correa y Bartolomé Lizón. Al  entrar Simón Bolívar a los valles del Zulia, procedente de Ocaña camino a Cúcuta, encontró a doña Mercedes Abrego en Urimaco. Conocedora de los planes de libertad le suministró la casaca bordada con hilo de oro, y varios uniformes a los integrantes del ejército. Esos uniformes fueron los que lucieron después de la victoria del 28 de febrero de 1813, y que la historia recuerda como la Batalla de Cúcuta.

Manifestó con decisión su apoyo a la causa patriótica, y con sus contactos secretos mantenía informadas a las tropas del general Francisco de Paula Santander sobre los movimientos del ejército realista. Precisamente gracias a sus informes secretos, Santander obtuvo los triunfos militares de San Faustino y Capacho, contra las tropas de Matute y Cañas.

Muchas circunstancias hacen pensar en la independencia y altivez de Mercedes Abrego: ser propietaria de la hacienda El Urimaco, tener como esclavas a Gertrudis y a María Timotea, vivir entre el campo y la villa, ser hija natural, ser madre soltera, ser costurera y artista del bordado, ser amante de José Jerónimo Tobar y, por encima de todo, ser ¨doña Mercedes Abrego¨, cuando los títulos de ¨don¨ y ¨doña¨ difícilmente se daban.

A mediados de octubre de 1813, cuando Bartolomé Lizón derrotó en el Llano de Carrillo (muy cerca de La Garita-Los Patios), a las tropas republicanas comandadas por Francisco de Paula Santander y entró a Cúcuta, lo primero que hizo fue mandar a buscar a todos aquellos que colaboraron para que el ejército realista fuera derrotado en febrero de 1813.

Mercedes Abrego fue apresada en la noche del 20 de octubre y conducida al amanecer del 21. La obligaron a caminar entre Urimaco y Cúcuta. La heroína llegó en piyama y descalza. Unos muchachos, de pocos años, apodados ‘Los Catires’ la delataron. Eran hijos de una esclava.

La cárcel de Cúcuta estaba en la esquina de la avenida 5 con calle 11. Allí la detuvieron. Al atardecer del 21 de octubre de 1813, una vez recibido el sacramento de la confesión y de ser desnudada, fue degollada. Los compañeros de infortunio fueron Juan Agustín Ramírez, patriarca insigne, anciano octogenario, antiguo servidor del régimen español que por muchos años fue del Cabildo y Alcalde Mayor Provincial, Andrés Colmenares, José Otero, Francisco Sánchez, Mariano Quintero, Emigdio Callejón, Fulano Carvajal, Francisco y  Fruto Santander Martínez.

Ignacio Salas desató con sevicia el sable, degollándola. La cabeza rodó por el suelo. Acababa de pasar a la inmortalidad y a la historia con el nombre de doña Mercedes Abrego. Nunca se supo que pasó con los restos mortales.

En 1913 cuando se celebró el centenario de la muerte de la heroína, se tenía al 13 de octubre como la fecha de su muerte.

A finales de 1978, el historiador José Manuel Restrepo, de la Academia Colombiana de Historia, encontró un documento escrito por las autoridades españolas de Maracaibo y se pudo establecer el verdadero nombre de la heroína cucuteña, el de los compañeros de sacrificio y la fecha correcta del lamentable hecho.

De ahí en adelante se rectificó el error y se señaló que se tuviera el 21 de octubre, como la correcta fecha de la ejecución de nuestra heroína.

En 1913, la Asamblea de Norte de Santander dictó dos ordenanzas sobre la celebración del Centenario de Mercedes Abrego. Una, ordenó la erección de la estatua de la heroína en el parque de su nombre. La junta Pro-Estatua se constituyó y la integraron, entre otros, Tito Abbo y Julio Ramírez Berti. El artista italiano Besseti ejecutó la obra, por indicaciones escritas dadas por Luis Febres Cordero, quién recogió la información de la heroína.

El costo de la obra tallada en bronce, fue de 6000 dólares y el gobierno venezolano eximió de impuestos la importación y el tránsito por el país. Las cajas que contenían la estatua y el mármol del pedestal llegaron a Cúcuta el 20 de septiembre de 1913. Fuera de los aportes hechos por la nación y el departamento para el pago de la estatua y demás gastos del Centenario, el pueblo cucuteño contribuyó con $2158, por colecta pública y el comercio de la ciudad con $2154.

Finalmente, el parque y la estatua se inauguraron el 13 de octubre de 1913, acto que contó con la presencia de las autoridades cívicas, militares, religiosas y los colegios cucuteños de la época.

Por sentirla cucuteña, uno de los investigadores de la vida de Mercedes Abrego, el sacerdote Eladio Agudelo, escribió un fino piropo para las mujeres de esta tierra: ¨Cada mujer de Cúcuta, tiene algo de Mercedes Abrego¨.

El gobierno municipal, por medio del Decreto 136, de diciembre de 1973, creó la condecoración Mercedes Abrego para agradecer y hacer público reconocimiento a quienes han cumplido importantes y eminentes servicios a la región.


REFLEXIONES SOBRE SU HISTORIA

Gustavo Gómez Ardila

Sin embargo,  a Mercedes ni la trató bien el español Lizón, ni la ha tratado bien nuestra historia. Para empezar, nadie sabe, a ciencia cierta, cuál era su verdadero nombre, pues mientras algunos la llaman Mercedes Ábrego, otros aseguran que era Mercedes Reyes.  Mientras algunos  pronuncian su apellido con tilde en la Á, como palabra esdrújula, otros la llaman Abrego, con lo cual queda palabra grave, acentuada en la e (Abrégo). Pero otros dicen que ni siquiera era Ábrego sino Reyes Ábrego, pero que le quitaron el Reyes para diferenciarla de otra Mercedes Reyes.

Nadie da razón de la fecha exacta de su nacimiento, no se ha encontrado la partida eclesiástica del bautizo. Según historiadores, nació en la segunda mitad del siglo XVIII, por los años 70. Ni tampoco del lugar preciso, pues algunos lo ubican en Urimaco,  otros en el poblado de San Cayetano en donde vivían los parientes Ábrego y algunos en San José de Cúcuta, en donde residía la familia Reyes.  Se sabe sí que vivió en Urimaco, en una hacienda de propiedad de su familia, lo que da pie para pensar que era  una dama acaudalada, aunque no faltan los que la señalan como una mujer de escasos recursos económicos.

Como si fuera poca la inexactitud  que gira alrededor de Mercedes, hay historiadores que la señalan como madre soltera, de las que ahora llaman madres cabeza de familia, pero no faltan los que la designan como una señora, casada, con todas las de la ley, y muy dedicada a su esposo, a sus hijos y a su trabajo.

De lo que sí no hay duda es de su profesión. Era, dicen, costurera fina,  de alta costura dirían ahora, no por trabajar en un segundo piso sino por la calidad de sus bordados. Pero el lugar de su trabajo también es causa de indefinición, pues señalan unos que su taller estaba ubicado en Cúcuta, ya que Urimaco era apenas un campo, una finca, una vereda, donde ningún trabajo de fina costura sería productivo.

Precisamente por ser costurera era muy visitada por las señoras de la comarca, y sabedora por tanto, de los chismes que se corrían por aquellos tiempos. Se hablaba de un joven caraqueño, de apellido Bolívar, quien venía derrotando españoles desde Cartagena, lo cual alegraba a Mercedes, partidaria, como su familia, de la causa emancipadora.  Pronto se enroló la dama en el servicio secreto de informantes de los criollos, lo que condujo a la victoria de Bolívar sobre Correa en la Loma, el 28 de febrero de 1813.

El encuentro de Simón José Antonio y Mercedes Reyes Ábrego fue como de viejos amigos. Se dieron regalos, se juraron amistad eterna y se comprometieron a seguir trabajando por la independencia de nuestros pueblos. Pero no faltan los sapos y los envidiosos. Cuando Lizón reconquistó estas tierras, le echó el guante a la costurerita que daba informes y chaquetas a los revoltosos. La mandó a poner presa y la mandó a ejecutar, no se sabe si fusilada o decapitada, si la pasaron al papayo o al paredón.  Tampoco se sabe qué pasó con sus restos mortales.
    
Por eso es meritorio que la Academia de Historia se preocupe de rescatar los grandes valores de nuestra historia. Para que no olvidemos a la gente nuestra.

Alvaro Carvajal Franklin

No ha sido nada fácil cotejar las diferentes versiones históricas, producto de muy serias investigaciones sobre los orígenes y la vida de Doña Mercedes Ábrego, pero la historia no se da por los orígenes de sus protagonistas, sino por el actuar y el legado de los mismos.


Cuantos monarcas nacidos para hacer historia, han pasado por la vida sin pena ni gloria, superados ampliamente por quienes sin abolengos ni fechas, han construido las naciones y marcado el devenir de sus pueblos. 

Revisando las investigaciones más sólidas que existen, las realizadas por Don Luis Febres Cordero y especialmente, por el Sacerdote Salesiano Don Eladio Agudelo, en la búsqueda de los orígenes de esta gran nortesantandereana, despejan muchos interrogantes sobre la vida de Doña Mercedes.

Su verdadero nombre, María Mercedes Reyes Ábrego, nacida entre 1770 y 1772, esta última fecha corresponde a la de su partida de bautismo, cambia su apellido porque en Cúcuta había dos Mercedes Reyes, Doña María Mercedes Reyes Ábrego y Mercedes Reyes Azua, los vecinos para distinguirlas, optaron por nombrarles como Mercedes Azua y Mercedes Ábrego que sin ser este su nombre en documentos, es el que quedó para la historia, Mercedes Ábrego. 

En cuanto a su condición civil, el historiador, padre Eladio Agudelo, con documentos, revela su condición de madre soltera de un solo hijo, no de tres como se ha dicho. José María Antonio Reyes quien es el único que ­ figura en partida de nacimiento como “hijo natural” de Doña Mercedes, de los otros hijos que se le atribuyen, Miguel, era hijo de una de sus primas y aparece en el documento del censo de Noviembre de 1792 como uno de los habitantes de la casa encabezada por Doña María Inés Reyes, madre de Doña Mercedes, igualmente madre soltera, con quien vivió siempre y Doña Mercedes, cabeza de familia, junto con un grupo de familiares a quienes en el empadronamiento les llamaron sirvientes, sin tener en cuenta parentesco alguno. 

De su otro “hijo”, Pedro María Reyes, las investigaciones del padre Agudelo llevan a una situación muy simpática para la época, dice que dada la importancia que tomó la casa Reyes luego del sacri­ficio de Doña Mercedes, Pedro que para 1813, fecha del sacrificio de Doña Mercedes, tenía 26 años, era médico y un ser “muy simpático e insinuante” como lo califica el padre Agudelo y, además, era hijo de una prima de Doña Mercedes, éste se matriculó como hijo de Doña Mercedes, condición que legalizó en las partidas de nacimiento de sus cinco hijas y así quedó, como hijo de la heroína.

Don Marcelo Reyes, de quien se dice haber sido su esposo y de allí el apellido de su hijo, era su primo, no su esposo y en las investigaciones de Don Eladio Agudelo que encontró su partida de defunción, ­ jura nacido seis años después de Doña Mercedes y muerto soltero en 1826. 

Es así como Doña Mercedes Ábrego, nacida y criada en una sociedad católica, muy tradicionalista y de paso machista, condición ésta que aún persigue a nuestra sociedad, pues solo hasta 1932 mediante leyes, se les permitió a las mujeres representar a sus hijos, en 1936 a administrar sus bienes y en 1957 alcanzar su condición de ciudadanas, había logrado abrirse paso y superado el estigma que daba en esa época el de ser madre soltera pero no de 3 hijos, sino de un solo hijo como lo rati­fican los documentos vistos.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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