Mary
Stapper
El recuerdo que tengo de Carlos
Ramírez París, era el de un hombre jovial, comprometido con su profesión y el
desarrollo.
Era conciencia ciudadana y peleaba por lo justo.
Fustigaba a los políticos y autoridades en general o los alababa si hacían algo bueno.
Amaba a las mujeres y lo seguían cual abejas al panal.
Era conciencia ciudadana y peleaba por lo justo.
Fustigaba a los políticos y autoridades en general o los alababa si hacían algo bueno.
Amaba a las mujeres y lo seguían cual abejas al panal.
Impecablemente, vestido de blanco, peleaba por Cúcuta todo el tiempo.
Hablaba de tú a tú con presidentes, al igual que lo hacía con sus oyentes en Radio Guaymaral, “la chica para grandes cosas” y con sus lectores desde “Mi esquina”, en los diarios locales.
Hablaba de tú a tú con presidentes, al igual que lo hacía con sus oyentes en Radio Guaymaral, “la chica para grandes cosas” y con sus lectores desde “Mi esquina”, en los diarios locales.
Tuve oportunidad de entrevistarlo para Diario de la Frontera, donde hacía
mis “pinitos” como reportera, y una de las cosas que me dijo como si
presintiera su partida, fue la de “Los he de ver en mi entierro, a todos,
llorando mi muerte”.
Y efectivamente, todos lloramos y transmitimos su muerte y su entierro.
La muerte de Ramírez París, fue según los periodistas de la “vieja
guardia”, fue dejar sin voz a los que no tienen voz, pues era a través de los
espacios de Radio Guaimaral, “la chica para grandes cosas” que reivindicaba las
necesidades de los desprotegidos y fomentaba actividades de beneficencia para recaudar
ayudas.
Se nota aún la ausencia del infatigable Carlos Ramírez París, lo escribió
con nostalgia Jorge Rolón García (q.e.p.d.) uno de sus amigos periodistas, para
señalar el vacío, sin llenar, del hombre cívico, que llegó el 24 de junio de
1963 a la Alcaldía de Cúcuta, nombrado en esa época por el Gobernador de Norte
de Santander, Eduardo Cote Lamus, en reemplazo de Víctor J, Chaustre.
A años de su muerte, una
institución educativa, varias escuelas, la piscina olímpica que hoy está en
remodelación, el puente y la glorieta de San Mateo, como el parque de
Guaimaral, llevan su nombre, porque Carlos Ramírez París, era emprendedor,
colaborador, líder, entusiasta y justo, razones para que su nombre honrara
diferentes sitios de la ciudad, así lo refería Jorge Rolón García, en su
columna ¿O me equivoco?
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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