Gerardo
Raynaud
Como el acto cultural más destacado del año fue
calificada la velada del martes 13 de junio de 1944 realizada en el Teatro
Guzmán Berti.
No se escatimaron elogios para enfatizar la brillante ostentación del arte regional, en todas sus expresiones, todo ello en honor de San Antonio y en pro de su templo.
No se escatimaron elogios para enfatizar la brillante ostentación del arte regional, en todas sus expresiones, todo ello en honor de San Antonio y en pro de su templo.
Decían los comentaristas de entonces que la función
había sido ‘un triunfo del arte regional, una demostración imponderable de lo
que puede la voluntad y el entusiasmo dedicados a las disciplinas de la música,
de la poesía, de la belleza que nos apartan siquiera por momentos del laberinto
común de la vida.’
Por entonces, aunque más que ahora, las contribuciones para la edificación de los templos católicos, eran producto del esfuerzo de los feligreses mediante actos mucho más significativos que los actuales ‘bazares’.
Por lo general, los fieles más pudientes trataban de conquistar los corazones de sus colegas, para llegarle al bolsillo, mediante realizaciones de tipo cultural como la programada para contribuir a la obra pastoral de la Iglesia Católica.
Visto el programa desarrollado, no podemos más que vanagloriarnos de la estupenda presentación realizada por el grupo de artistas, todos oriundos o residentes de la ciudad, quienes mostraron y demostraron su talento, así como la belleza de las damas que en él participaron.
Para iniciar la programación, se presentó el conjunto infantil conformado por las niñas Mercedes Elena Copello, Carmen Cecilia Ramírez y Gladys Matamoros, quienes con su garbo, con su encanto personal y con su gracia candorosa interpretaron las notas de la canción más exitosa de ese momento, “El Abanico”.
Terminada la estruendosa ovación que duró algunos
minutos, se hicieron presentes las hermosas hijas de los acaudalados
comerciantes y profesionales de la ciudad quienes habían preparado un acto de
rancio patriotismo, digno de la época signada por el fantasma de la guerra que
se escenificaba en al otro lado del mundo y que desde ya presagiaba su fin;
eran ellas, las hermanas Cesira y Sofía Ramírez R., Olga Marciales, Conchita
Gandica y las Ramírez Lares, Lucila y Gladys, interpretando un cuadro
costumbrista llamado ‘Las Colombianas’ acto por el cual fueron aplaudidas ruidosamente.
Como todo evento que se precie de interesante en nuestro medio, debe mostrar algo del folclor norteño, de cuya influencia no podemos zafarnos; por ello la bella Carolina Molano nos transportó con su entusiasmo y sus melodías pegajosas a la mismísima meca de la música mexicana con su magistral interpretación del ‘Corrido Mexicano’ y con esta gala se cerró la primera tanda musical para darle paso a la poesía.
En labios de la gentilísima y bella Nena Marciales, el público presente pudo apreciar su personalidad y prestancia exquisitas cuando ofreció recitar el poema más representativo del romanticismo colombiano, El Nocturno, del poeta José Asunción Silva.
Terminado el ciclo poético le tocó el turno a la danza.
No piensen que se hizo un acto de baile cualquiera o de ballet clásico, de esos con tutú y en punta de pies; pues no señor!
No fue ni más ni menos, en primer lugar, una sensual y tropicalísima danza traída de los mares del sur, con sus trajes de colores, guirnaldas de flores y faldas de yerba seca hasta los tobillos, llamada ‘Baile Hawaiano’.
Integraban este hermoso conjunto, además de las niñas Ramírez, Margot Camargo y Stella Garbiras.
Cerrado este acto que fue aplaudido hasta el delirio,
según los comentarios de la época, entró de lleno y con frenético entusiasmo el
espectáculo que llamaba, como se diría hoy, al desorden; era la ‘zambra gitana’
que interpretaba la muy conocida pieza musical española ‘Clavelito’ a cargo de
la encantadora artista Eddy Gandica, quien con su donaire, espiritualidad y
gracia cautivó a su público que le retribuyó con creces su espléndida
actuación.
Y con este acto se termina la tercera rueda de actividades artísticas, en ese majestuoso recinto que era el Guzmán Berti, un verdadero escenario para las compañías que durante buena parte del siglo pasado recorrían los países del mundo presentando los diversos espectáculos, antes de que se popularizara el cine, que prácticamente acabó con estas funciones.
Y con este acto se termina la tercera rueda de actividades artísticas, en ese majestuoso recinto que era el Guzmán Berti, un verdadero escenario para las compañías que durante buena parte del siglo pasado recorrían los países del mundo presentando los diversos espectáculos, antes de que se popularizara el cine, que prácticamente acabó con estas funciones.
En la cuarta actividad programada se dio rienda suelta al arte coral comenzando con el segmento musical ‘El Arco Iris’ que despertó tal admiración que los diarios de la época, dedicaron buena parte de sus notas de farándula a este acto, el cual fue interpretado con el concurso espléndido de las voces del coro mixto integrado por las voces femeninas de Luca Flórez, Cecilia Castillo, Natalia Ramírez, Carolina Bustos, Margot López y Cesira Ramírez y las masculinas por Eduardo Jácome, Hernando Alvarado, Juan Garbiras, Hernando Ramírez, Luis Alviar, Camilo Vivas, Herman Jácome y Álvaro Ramírez Lares.
Al terminar su presentación, el coro le dedicó al
público presente una canción que venían solicitando con insistencia, pues se
sabía que la habían venido preparando para presentarla en otros actos que
tenían dispuesto por esos mismos días: era la muy conocida ‘Guadalajara’
canción típica universal que se ha constituido en otro himno mexicano.
Es preciso agregar que este coro tenía un acompañamiento de guitarras de otros no menos conocidos artistas como eran los “maestros” Eloy Ronquillo y Alfonso Soto Ramírez.
En lo artístico, la velada se cerró lujosamente con la presentación de la hermanas Olivares, con María Elena a la cabeza, quien ya empezaba a destacarse en su género, pues en este acto denominado ‘Gitana’ ella cantaba y su hermana Teresa interpretó la danza.
Y como todo acto que se respete en nuestra ciudad no
podía faltar el cierre con todas las de la ley y para eso se contó con la
presencia de los conjuntos musicales del momento; nada menos que las orquestas
Santander y Calvo que presentaron sus propuestas sonoras y amenizaron el resto
de la jornada que duró hasta el amanecer.
La mayor sorpresa la constituyó el lanzamiento como
cantantes (aficionados) de los músicos Eloy Ronquillo y Jorge Contreras que con
su música popular pusieron el toque gratísimo de sus raras pero agradables
virtudes como cantantes, don que no se les conocía.
Lo que sí les quedo debiendo es el monto recaudado
para la construcción del Templo que era el objeto principal de toda esta exhibición.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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