No se escatimaron elogios para enfatizar la brillante ostentación del arte regional, en todas sus expresiones, todo ello en honor de San Antonio y en pro de su templo.
Por entonces, aunque más que ahora, las contribuciones para la edificación de los templos católicos, eran producto del esfuerzo de los feligreses mediante actos mucho más significativos que los actuales ‘bazares’.
Por lo general, los fieles más pudientes trataban de conquistar los corazones de sus colegas, para llegarle al bolsillo, mediante realizaciones de tipo cultural como la programada para contribuir a la obra pastoral de la Iglesia Católica.
Visto el programa desarrollado, no podemos más que vanagloriarnos de la estupenda presentación realizada por el grupo de artistas, todos oriundos o residentes de la ciudad, quienes mostraron y demostraron su talento, así como la belleza de las damas que en él participaron.
Para iniciar la programación, se presentó el conjunto infantil conformado por las niñas Mercedes Elena Copello, Carmen Cecilia Ramírez y Gladys Matamoros, quienes con su garbo, con su encanto personal y con su gracia candorosa interpretaron las notas de la canción más exitosa de ese momento, “El Abanico”.
Como todo evento que se precie de interesante en nuestro medio, debe mostrar algo del folclor norteño, de cuya influencia no podemos zafarnos; por ello la bella Carolina Molano nos transportó con su entusiasmo y sus melodías pegajosas a la mismísima meca de la música mexicana con su magistral interpretación del ‘Corrido Mexicano’ y con esta gala se cerró la primera tanda musical para darle paso a la poesía.
En labios de la gentilísima y bella Nena Marciales, el público presente pudo apreciar su personalidad y prestancia exquisitas cuando ofreció recitar el poema más representativo del romanticismo colombiano, El Nocturno, del poeta José Asunción Silva.
Terminado el ciclo poético le tocó el turno a la danza.
No piensen que se hizo un acto de baile cualquiera o de ballet clásico, de esos con tutú y en punta de pies; pues no señor!
No fue ni más ni menos, en primer lugar, una sensual y tropicalísima danza traída de los mares del sur, con sus trajes de colores, guirnaldas de flores y faldas de yerba seca hasta los tobillos, llamada ‘Baile Hawaiano’.
Integraban este hermoso conjunto, además de las niñas Ramírez, Margot Camargo y Stella Garbiras.
Y con este acto se termina la tercera rueda de actividades artísticas, en ese majestuoso recinto que era el Guzmán Berti, un verdadero escenario para las compañías que durante buena parte del siglo pasado recorrían los países del mundo presentando los diversos espectáculos, antes de que se popularizara el cine, que prácticamente acabó con estas funciones.
En la cuarta actividad programada se dio rienda suelta al arte coral comenzando con el segmento musical ‘El Arco Iris’ que despertó tal admiración que los diarios de la época, dedicaron buena parte de sus notas de farándula a este acto, el cual fue interpretado con el concurso espléndido de las voces del coro mixto integrado por las voces femeninas de Luca Flórez, Cecilia Castillo, Natalia Ramírez, Carolina Bustos, Margot López y Cesira Ramírez y las masculinas por Eduardo Jácome, Hernando Alvarado, Juan Garbiras, Hernando Ramírez, Luis Alviar, Camilo Vivas, Herman Jácome y Álvaro Ramírez Lares.
Es preciso agregar que este coro tenía un acompañamiento de guitarras de otros no menos conocidos artistas como eran los “maestros” Eloy Ronquillo y Alfonso Soto Ramírez.
En lo artístico, la velada se cerró lujosamente con la presentación de la hermanas Olivares, con María Elena a la cabeza, quien ya empezaba a destacarse en su género, pues en este acto denominado ‘Gitana’ ella cantaba y su hermana Teresa interpretó la danza.
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