Gastón
Bermúdez V.
Piragüas
del Lago de Maracaibo
El entorno
Corría el año 1942
en la ciudad de Cúcuta primer puerto terrestre de Colombia y llamada la
ciudad de los árboles, su economía giraba en torno a las exportaciones del café
el cual se comercializaba en ese momento más que todo a los Estados Unidos de
América, ya que Europa se encontraba sumergida en la guerra.
Las exportaciones se hacían a través del Ferrocarril
de Cúcuta que empalmaba con el del Táchira, y llegaba a Encontrados, y luego
pasaba la mercancía en piragüas por el lago al puerto de Maracaibo, desde donde
era enviada hacia el exterior.
Las piragüas del Lago de Maracaibo constituyeron la
base fundamental del desarrollo económico del Estado Zulia, Venezuela, ya que
debido a las características geográficas de la zona, la navegación lacustre fue
siempre la vía más expedita para el traslado de pasajeros y mercancías entre la
ciudad de Maracaibo, los pueblos de la cuenca, el comercio con ciudades del
oriente colombiano y las potencias extranjeras.
En ese entonces se presentó una difícil situación en
las relaciones de exportación de las casas comerciales, debido a políticas de
los estadounidenses e ingleses de prohibir tener relaciones comerciales con
países que no fueran aliados, por lo tanto las casas comerciales con dueños
alemanes e italianos, que fueron las que principalmente se instalaron en la
ciudad con casas matrices en Maracaibo, fueron boicoteadas, salvo algunas
excepciones como es el caso de la casa de don Tito Abbo.
Cúcuta era muy afable y pueblerina donde había mucha
fraternidad entre las familias. Con costumbres,
como aquella de salir al atardecer a los andenes a refrescarse con la brisa de esa hora,
a charlar en familia y con los vecinos. Hoy, esa buena costumbre se perdió. Las
niñas ¨volantonas¨ por lo general se arreglaban en la tarde y se sentaban en
las ventanas a ver pasar a la gente, porque no les estaba permitido salir solas
a sentarse al andén.
Se acostumbraba en ese entonces comer el dulce de platico, el agua panela, los pastelitos y la
chicha de arroz, los pasteles de yuca, el pan mojicón o azucarados, los
bollitos de fríjol, la mazamorra dulce, las morcillas, el mute, las cucas, las
cocadas, los arequipes, el arroz con leche, los arrastrados y los cortados.
La historia
En ese momento el comerciante don
Joaquín Bermúdez y Ramona Hernández con sus hijos Manuel, Carlos, Ventura,
Graciela, Eduardo, Katta y Alfonso, vivían en los alrededores de la avenida 3ª
entre calles 10 y 11, y muy cerca a ellos vivía su otro hijo Luis con Ismenia
su esposa, mis padres, en la avenida 4ª entre calles 11 y 12. Ya habían nacido
sus dos primeros hijos, Luis Ramón con 3 años y Eduardo quien tenía 1 año de
edad.
Luis en ese momento ocupaba el cargo de
Director de Cultura Física perteneciente a la Dirección de Educación Pública del
Departamento bajo la jefatura del doctor Félix Enrique Villamizar.
Adelita
Jácome
Una tarde Adelita Jácome recién llegada
de Pamplona donde estuvo estudiando su bachillerato, estando en la ventana de
su casa, bien arregladita, resaltando sus mejillas coloradas por el frío
pamplonés y su boquita pintada de rojo carmín, en la esquina de la avenida 10
con calle 10, en la casa donde posteriormente hubo un famoso negocio llamado La
Bola Roja, pasan los Bermúdez Hernández, Manuel, Carlos y Luis con los niños de
éste último, quienes se dirigían a donde el suegro de Luis, Eduardo Vargas, en la avenida 11 entre calles 10 y 11.
En ese momento Adelita y Carlos cruzan
sus miradas quedando ambos flechados por la atracción. Carlos no pudo olvidar nunca
esa mirada y labios rojos, y por eso la buscó nuevamente.
Contaba Ismenia, mi madre, que observó
que Carlos llegaba todas las tardes después del trabajo y le pedía que
arreglara a alguno de los niños para salir a pasearlo, y a ella le parecía muy
extraño ese interés, esto sucedió durante varias semanas.
Carlos
Ramón Bermúdez Hernández con su sobrino Luis Ramón
Hasta que no aguantó más mi madre su
curiosidad, y le preguntó un día sobre esa costumbre que estaba tomando de
pasear a los niños, Carlos le contó en forma muy confidencial, que era que le
atraía mucho una niña que todas las tardes se sentaba en la ventana de una
casa, y que él aprovechaba porque a la niña le gustaban los muchachitos, y
siempre lo paraba para desde la ventana acariciarlos, y así él tenía la excusa
para conversar con ella.
Pasa el tiempo la amistad crece, y luego
brota un noviazgo entre los dos jóvenes, y Carlos va conociendo quienes son los
hermanos de Adelita Jácome, se da cuenta que es hermana de Enrique Guevara
quién tenía un buen puesto en la Cervecería Bavaria, y que su presidente Jorge
Barco Maldonado lo estimaba mucho.
A su vez también supo que Enrique
Guevara era muy amigo de un amigo de él, que había comenzado antes de 1931 como
portero en el Banco de La República, y en ese momento ya ocupaba un puesto
importante dentro de la institución, Francisco ¨Pacho¨ Colmenares.
Carlos Bermúdez se desempeñaba en ese
momento como cajero del Banco de Bogotá con un sueldo de $100 mensuales.
Ambas instituciones bancarias quedaban
sobre la avenida 5ª.
Carlos Bermúdez y Pacho Colmenares acostumbraban
frecuentar el Club Deportista de Cúcuta, el primer club social y deportivo
fundado en 1913, y aprovechando una de esos momentos de distracción o de recreo,
Carlos le comenta a Pacho el interés que tenía sobre la hermana de Enrique
Guevara, llamada Adelita, y que lo ayudara a hablar con él para explicarle la
situación.
La primera reacción de Pacho fue
recomendarle que no se metiera con Adelita, que la dejara tranquila. Sin
embargo debido a la insistencia de Carlos le prometió ayudarlo al respecto.
Se
aprecia en la avenida 5ª pasando el tranvía, y en la esquina con la calle 11
estaba el Banco de la República y a mitad de calle donde se aprecian como 2
columnas estaba el Banco de Bogotá.
Es así que Pacho habla con Enrique
Guevara y lo invita al Club Deportista para que tuviera una entrevista con
Carlos Bermúdez.
Se presentan los dos personajes el día
fijado y Carlos le explica a Enrique el romance que tiene con Adelita, y que le
permitiera visitarla en su casa de manera formal, a lo que Enrique le advirtió
que no la fuera a dejar plantada, y que por el momento las visitas las hiciera
por la ventana.
Así se fue cumpliendo lo acordado, pero
surgió el inconveniente que Ernesto, el otro hermano Guevara, era muy celoso, se
dio cuenta y comenzó a acosar a Carlos,
y a tratar de no permitir esas visitas, llegando al extremo de retar a pelear a
Carlos.
Aunado a eso, Rodolfo, otro hermano
Guevara, también tomó una posición intolerante al noviazgo, lo cual tornó
insostenible para Carlos la situación, por lo que una hermana mayor de Adelita,
Isabel, trató de intermediar para que se
pudieran ver.
Llegó la situación a tal punto que
Carlos Bermúdez le cuenta lo acontecido a su hermano Luis, quién por su
temperamento, salió a retar a Ernesto Guevara, pero no se sabe, si en tantos
momentos de provocaciones que sucedieron después, llegaron alguna vez a irse a las
manos.
En vista de la situación con Ernesto,
Adelita convencida además de su amor por Carlos, llamó a reunión a su mamá doña
Filomena, sus hermanas Hilda e Isabel y a sus hermanos Enrique, Ernesto y
Rodolfo, y expuso su declaración de amor hacia Carlos, también habló sobre la
situación que se presentaba con Ernesto y en ocasiones con Rodolfo, convocó sus
derechos y pidió respeto a su relación porque era su futuro, por lo tanto
exigió dejaran entrar a Carlos a la casa, para las visitas de novio
respectivas.
A partir de dicha reunión Carlos pudo
formalizar su noviazgo con Adelita, y de ahí en adelante fue considerado un
miembro más en la familia. Pasaron 3 años de amores como novios hasta que
decidieron casarse.
Fachada
del Banco de Bogotá
Después de efectuar todos los arreglos
sobre la boda, finalmente el 28 de abril de 1945 se efectuó el evento del
matrimonio en la iglesia del Perpetuo Socorro, casándolos el cura párroco José Manuel Calderón, pero lo hicieron a las
04:00 a.m., debido a que aparentemente Carlos no quería mostrarse todavía como
casado, desconozco el motivo, asistiendo ambas familias a la ceremonia.
La sorpresa fue que a la salida de la
iglesia los esperaba una serenata tocada por la Orquesta Santander dirigida por
el maestro Benjamín Herrera, y donde Manuel Bermúdez hermano de Carlos, ya
casado con Carmencita Villamizar, y con hijos, Lucerito y Manuel Joaquín, era
integrante de dicha orquesta como violinista.
Además que el maestro Herrera había sido
muy amigo de don Marco Antonio Jácome, papá de Adelita, ya fallecido en ese
momento.
Luego salieron los novios hacia el
cementerio Central acompañados por la comitiva, para que Adelita ofreciera ante
su tumba, en un acto de agradecimiento y amor, el ramo de matrimonio a su papá
Marco.
Después se dirigieron todos hacia la
casa del padre del novio a festejar el matrimonio e iniciar la parranda, y como
cosa curiosa, puedo mencionar que don Joaquín Bermúdez mandó a abrir todas las
puertas y ventanas de la casa en señal de alegría. Diríamos hoy día un ¨Open
house¨.
Iglesia del Perpetuo Socorro
Entre los familiares directos,
estuvieron presentes por parte del novio, Joaquín y Ramona, Manuel y Carmencita
con sus hijos Lucero y Manuel, Luis e Ismenia con Luis, Eduardo y Estrella,
Graciela y Alfonso, sus otros hermanos Ventura, Eduardo y Katta se encontraban
fuera de la ciudad. Y por parte de la novia, doña Filomena y sus hijos Hilda,
Isabel, Enrique, Ernesto y Rodolfo. Además de amigos y familiares más
allegados.
De ahí se marcharon a pasar su luna de
miel en Bochalema, pero lo que menos se imaginaron es que fueran a acompañados por
tres de los parranderos de la familia, Luis Bermúdez, Ernesto Guevara y Hugo
Hernández. Se quedó Manuel Bermúdez porque se pasó de tragos durante la
recepción. Para colmo Luis también buscó habitación en el mismo hotel de los
novios.
Al otro día quizás por la resaca de los
tragos, salieron Carlos, Adelita y Luis a buscar una piscina por el pueblo, y
estando en esos menesteres, ven bajar de un carro a los parientes Moller de
Pamplona, y ellos un poco extrañados por ver a Adelita y a Carlos solos por
esos lados, preguntan qué hacían por ahí, y ellos les explican lo del
matrimonio.
Nelly Moller aún soltera, un poco
incrédula todavía, le pide a Adelita le muestre el anillo, para saber si
realmente se casaron. Qué tal?
Epílogo
Carlos y Adelita forman su hogar inicialmente
en Cúcuta, tuvieron la suerte que doña Filomena les regala de matrimonio una
casa pequeña que tenía a tres casas de la de ella, para que vivieran allí.
Comienza la convivencia y como toda relación
de pareja, siempre surgen desavenencia, y en la primera ocasión que sucede una
de ellas, Adelita, quién siempre fue muy protegida por su madre y hermanos,
decidió regresarse a la casa de doña Filomena, y cuál fue la sorpresa cuando
ella inmediatamente la regresa a su casa para que resolviera el problema con su
marido, lección que aprendió para toda la vida.
Ya nacidos su primogénito Carlos Ramón y
la primera niña, Mª Lourdes, el médico por cuestiones de salud le recomienda a
Carlos cambiar de clima, y es así que a finales de la década se trasladan y
fijan su residencia en Bogotá. Inicialmente deja a Carlos Ramón con su nona
Filomena por un año, de ahí su amor preferencial por ese nieto.
En vista que Carlos no pudo obtener su
traslado al mismo Banco de Bogotá, decide irse a trabajar en Bogotá con un
amigo cucuteño de la familia, don Ramón Ordoñez, a su ferretería, y luego
emprende en el comercio montando su propia ferretería El Jordán, nombre similar
a la bodega de su padre don Joaquín Bermúdez en Cúcuta.
El amor de Adelita por su esposo Carlos
y los niños se hace evidente, y el beso hecho vida se repite hasta formar una
prole de 12 hijos: Carlos Ramón, Mª Lourdes, Marcos, Jennie, Enrique, Alvaro
(q.e.p.d.), Graciela, Nohora, Jairo, Sonia, Luz Marina y Claudia. Y Dios quiso
no vinieran 2 más.
Levantaron su familia, sí con mucho
sacrificio, pero con mucho amor y principios, compartiendo vida con doña
Filomena, Hilda e Isabel, apoyo invaluable, y pudieron vivir juntos felices
hasta el fallecimiento de tío Carlos ocurrida el 16 de enero de 1983, aún
trabajando en su Ferretería El Jordán.
Dedico esta historia a todas las madres
y en especial a Adelita con sus ya ochenta y pico, disfrutando de sus hijos y
siempre transmitiéndoles ese amor de madre.
No
se consigue amor más grande
que
el de una madre…
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