miércoles, 12 de noviembre de 2014

664.- UNA HISTORIA DE AMOR CUCUTEÑO



Gastón Bermúdez V.

Piragüas del Lago de Maracaibo

El entorno

Corría el año 1942  en la ciudad de Cúcuta primer puerto terrestre de Colombia y llamada la ciudad de los árboles, su economía giraba en torno a las exportaciones del café el cual se comercializaba en ese momento más que todo a los Estados Unidos de América, ya que Europa se encontraba sumergida en la guerra.

Las exportaciones se hacían a través del Ferrocarril de Cúcuta que empalmaba con el del Táchira, y llegaba a Encontrados, y luego pasaba la mercancía en piragüas por el lago al puerto de Maracaibo, desde donde era enviada hacia el exterior.

Las piragüas del Lago de Maracaibo constituyeron la base fundamental del desarrollo económico del Estado Zulia, Venezuela, ya que debido a las características geográficas de la zona, la navegación lacustre fue siempre la vía más expedita para el traslado de pasajeros y mercancías entre la ciudad de Maracaibo, los pueblos de la cuenca, el comercio con ciudades del oriente colombiano y las potencias extranjeras.

En ese entonces se presentó una difícil situación en las relaciones de exportación de las casas comerciales, debido a políticas de los estadounidenses e ingleses de prohibir tener relaciones comerciales con países que no fueran aliados, por lo tanto las casas comerciales con dueños alemanes e italianos, que fueron las que principalmente se instalaron en la ciudad con casas matrices en Maracaibo, fueron boicoteadas, salvo algunas excepciones como es el caso de la casa de don Tito Abbo.

Cúcuta era muy afable y pueblerina donde había mucha fraternidad entre las familias. Con  costumbres, como aquella de salir al atardecer a los  andenes a refrescarse con la brisa de esa hora, a charlar en familia y con los vecinos. Hoy, esa buena costumbre se perdió. Las niñas ¨volantonas¨ por lo general se arreglaban en la tarde y se sentaban en las ventanas a ver pasar a la gente, porque no les estaba permitido salir solas a sentarse al andén.

Se acostumbraba en ese entonces comer el dulce de platico, el agua panela, los pastelitos y la chicha de arroz, los pasteles de yuca, el pan mojicón o azucarados, los bollitos de fríjol, la mazamorra dulce, las morcillas, el mute, las cucas, las cocadas, los arequipes, el arroz con leche, los arrastrados y los cortados.

La historia

En ese momento el comerciante don Joaquín Bermúdez y Ramona Hernández con sus hijos Manuel, Carlos, Ventura, Graciela, Eduardo, Katta y Alfonso, vivían en los alrededores de la avenida 3ª entre calles 10 y 11, y muy cerca a ellos vivía su otro hijo Luis con Ismenia su esposa, mis padres, en la avenida 4ª entre calles 11 y 12. Ya habían nacido sus dos primeros hijos, Luis Ramón con 3 años y Eduardo quien tenía 1 año de edad.

Luis en ese momento ocupaba el cargo de Director de Cultura Física perteneciente a la Dirección de Educación Pública del Departamento bajo la jefatura del doctor Félix Enrique Villamizar.

Adelita Jácome

Una tarde Adelita Jácome recién llegada de Pamplona donde estuvo estudiando su bachillerato, estando en la ventana de su casa, bien arregladita, resaltando sus mejillas coloradas por el frío pamplonés y su boquita pintada de rojo carmín, en la esquina de la avenida 10 con calle 10, en la casa donde posteriormente hubo un famoso negocio llamado La Bola Roja, pasan los Bermúdez Hernández, Manuel, Carlos y Luis con los niños de éste último, quienes se dirigían a donde el suegro de Luis, Eduardo Vargas,  en la avenida 11 entre calles 10 y 11.

En ese momento Adelita y Carlos cruzan sus miradas quedando ambos flechados por la atracción. Carlos no pudo olvidar nunca esa mirada y labios rojos, y por eso la buscó nuevamente.

Contaba Ismenia, mi madre, que observó que Carlos llegaba todas las tardes después del trabajo y le pedía que arreglara a alguno de los niños para salir a pasearlo, y a ella le parecía muy extraño ese interés, esto sucedió durante varias semanas.

Carlos Ramón Bermúdez Hernández con su sobrino Luis Ramón

Hasta que no aguantó más mi madre su curiosidad, y le preguntó un día sobre esa costumbre que estaba tomando de pasear a los niños, Carlos le contó en forma muy confidencial, que era que le atraía mucho una niña que todas las tardes se sentaba en la ventana de una casa, y que él aprovechaba porque a la niña le gustaban los muchachitos, y siempre lo paraba para desde la ventana acariciarlos, y así él tenía la excusa para conversar con ella.

Pasa el tiempo la amistad crece, y luego brota un noviazgo entre los dos jóvenes, y Carlos va conociendo quienes son los hermanos de Adelita Jácome, se da cuenta que es hermana de Enrique Guevara quién tenía un buen puesto en la Cervecería Bavaria, y que su presidente Jorge Barco Maldonado lo estimaba mucho.

A su vez también supo que Enrique Guevara era muy amigo de un amigo de él, que había comenzado antes de 1931 como portero en el Banco de La República, y en ese momento ya ocupaba un puesto importante dentro de la institución, Francisco ¨Pacho¨ Colmenares.

Carlos Bermúdez se desempeñaba en ese momento como cajero del Banco de Bogotá con un sueldo de $100 mensuales.

Ambas instituciones bancarias quedaban sobre la avenida 5ª.

Carlos Bermúdez y Pacho Colmenares acostumbraban frecuentar el Club Deportista de Cúcuta, el primer club social y deportivo fundado en 1913, y aprovechando una de esos momentos de distracción o de recreo, Carlos le comenta a Pacho el interés que tenía sobre la hermana de Enrique Guevara, llamada Adelita, y que lo ayudara a hablar con él para explicarle la situación.

La primera reacción de Pacho fue recomendarle que no se metiera con Adelita, que la dejara tranquila. Sin embargo debido a la insistencia de Carlos le prometió ayudarlo al respecto.

Se aprecia en la avenida 5ª pasando el tranvía, y en la esquina con la calle 11 estaba el Banco de la República y a mitad de calle donde se aprecian como 2 columnas estaba el Banco de Bogotá.

Es así que Pacho habla con Enrique Guevara y lo invita al Club Deportista para que tuviera una entrevista con Carlos Bermúdez.

Se presentan los dos personajes el día fijado y Carlos le explica a Enrique el romance que tiene con Adelita, y que le permitiera visitarla en su casa de manera formal, a lo que Enrique le advirtió que no la fuera a dejar plantada, y que por el momento las visitas las hiciera por la ventana.

Así se fue cumpliendo lo acordado, pero surgió el inconveniente que Ernesto, el otro hermano Guevara, era muy celoso, se dio cuenta  y comenzó a acosar a Carlos, y a tratar de no permitir esas visitas, llegando al extremo de retar a pelear a Carlos.

Aunado a eso, Rodolfo, otro hermano Guevara, también tomó una posición intolerante al noviazgo, lo cual tornó insostenible para Carlos la situación, por lo que una hermana mayor de Adelita, Isabel,  trató de intermediar para que se pudieran ver.

Llegó la situación a tal punto que Carlos Bermúdez le cuenta lo acontecido a su hermano Luis, quién por su temperamento, salió a retar a Ernesto Guevara, pero no se sabe, si en tantos momentos de provocaciones que sucedieron después, llegaron alguna vez a irse a las manos.

En vista de la situación con Ernesto, Adelita convencida además de su amor por Carlos, llamó a reunión a su mamá doña Filomena, sus hermanas Hilda e Isabel y a sus hermanos Enrique, Ernesto y Rodolfo, y expuso su declaración de amor hacia Carlos, también habló sobre la situación que se presentaba con Ernesto y en ocasiones con Rodolfo, convocó sus derechos y pidió respeto a su relación porque era su futuro, por lo tanto exigió dejaran entrar a Carlos a la casa, para las visitas de novio respectivas.

A partir de dicha reunión Carlos pudo formalizar su noviazgo con Adelita, y de ahí en adelante fue considerado un miembro más en la familia. Pasaron 3 años de amores como novios hasta que decidieron casarse.

Fachada del Banco de Bogotá

Después de efectuar todos los arreglos sobre la boda, finalmente el 28 de abril de 1945 se efectuó el evento del matrimonio en la iglesia del Perpetuo Socorro, casándolos el cura párroco  José Manuel Calderón, pero lo hicieron a las 04:00 a.m., debido a que aparentemente Carlos no quería mostrarse todavía como casado, desconozco el motivo, asistiendo ambas familias a la ceremonia.

La sorpresa fue que a la salida de la iglesia los esperaba una serenata tocada por la Orquesta Santander dirigida por el maestro Benjamín Herrera, y donde Manuel Bermúdez hermano de Carlos, ya casado con Carmencita Villamizar, y con hijos, Lucerito y Manuel Joaquín, era integrante de dicha orquesta como violinista.

Además que el maestro Herrera había sido muy amigo de don Marco Antonio Jácome, papá de Adelita, ya fallecido en ese momento.

Luego salieron los novios hacia el cementerio Central acompañados por la comitiva, para que Adelita ofreciera ante su tumba, en un acto de agradecimiento y amor, el ramo de matrimonio a su papá Marco.  

Después se dirigieron todos hacia la casa del padre del novio a festejar el matrimonio e iniciar la parranda, y como cosa curiosa, puedo mencionar que don Joaquín Bermúdez mandó a abrir todas las puertas y ventanas de la casa en señal de alegría. Diríamos hoy día un ¨Open house¨.

Iglesia del Perpetuo Socorro

Entre los familiares directos, estuvieron presentes por parte del novio, Joaquín y Ramona, Manuel y Carmencita con sus hijos Lucero y Manuel, Luis e Ismenia con Luis, Eduardo y Estrella, Graciela y Alfonso, sus otros hermanos Ventura, Eduardo y Katta se encontraban fuera de la ciudad. Y por parte de la novia, doña Filomena y sus hijos Hilda, Isabel, Enrique, Ernesto y Rodolfo. Además de amigos y familiares más allegados.

De ahí se marcharon a pasar su luna de miel en Bochalema, pero lo que menos se imaginaron es que fueran a acompañados por tres de los parranderos de la familia, Luis Bermúdez, Ernesto Guevara y Hugo Hernández. Se quedó Manuel Bermúdez porque se pasó de tragos durante la recepción. Para colmo Luis también buscó habitación en el mismo hotel de los novios.

Al otro día quizás por la resaca de los tragos, salieron Carlos, Adelita y Luis a buscar una piscina por el pueblo, y estando en esos menesteres, ven bajar de un carro a los parientes Moller de Pamplona, y ellos un poco extrañados por ver a Adelita y a Carlos solos por esos lados, preguntan qué hacían por ahí, y ellos les explican lo del matrimonio.

Nelly Moller aún soltera, un poco incrédula todavía, le pide a Adelita le muestre el anillo, para saber si realmente se casaron. Qué tal?

Epílogo


Carlos y Adelita forman su hogar inicialmente en Cúcuta, tuvieron la suerte que doña Filomena les regala de matrimonio una casa pequeña que tenía a tres casas de la de ella, para que vivieran allí.

Comienza la convivencia y como toda relación de pareja, siempre surgen desavenencia, y en la primera ocasión que sucede una de ellas, Adelita, quién siempre fue muy protegida por su madre y hermanos, decidió regresarse a la casa de doña Filomena, y cuál fue la sorpresa cuando ella inmediatamente la regresa a su casa para que resolviera el problema con su marido, lección que aprendió para toda la vida. 

Ya nacidos su primogénito Carlos Ramón y la primera niña, Mª Lourdes, el médico por cuestiones de salud le recomienda a Carlos cambiar de clima, y es así que a finales de la década se trasladan y fijan su residencia en Bogotá. Inicialmente deja a Carlos Ramón con su nona Filomena por un año, de ahí su amor preferencial por ese nieto.

En vista que Carlos no pudo obtener su traslado al mismo Banco de Bogotá, decide irse a trabajar en Bogotá con un amigo cucuteño de la familia, don Ramón Ordoñez, a su ferretería, y luego emprende en el comercio montando su propia ferretería El Jordán, nombre similar a la bodega de su padre don Joaquín Bermúdez en Cúcuta.

El amor de Adelita por su esposo Carlos y los niños se hace evidente, y el beso hecho vida se repite hasta formar una prole de 12 hijos: Carlos Ramón, Mª Lourdes, Marcos, Jennie, Enrique, Alvaro (q.e.p.d.), Graciela, Nohora, Jairo, Sonia, Luz Marina y Claudia. Y Dios quiso no vinieran 2 más.

Levantaron su familia, sí con mucho sacrificio, pero con mucho amor y principios, compartiendo vida con doña Filomena, Hilda e Isabel, apoyo invaluable, y pudieron vivir juntos felices hasta el fallecimiento de tío Carlos ocurrida el 16 de enero de 1983, aún trabajando en su Ferretería El Jordán.        

Dedico esta historia a todas las madres y en especial a Adelita con sus ya ochenta y pico, disfrutando de sus hijos y siempre transmitiéndoles ese amor de madre.


No se consigue amor más grande
que el de una madre…

Que Dios las bendiga!

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