martes, 23 de diciembre de 2014

688.- CUCUTEÑOS TAMBIEN VIERON EL ALUNIZAJE



Jennifer Rincón Peña/Leonardo Fabio Oliveros (La Opinión)



En Cúcuta se invitó a ver el alunizaje en pantallas gigantes por la calle 13 del Centro.

La llegada del hombre a la luna el 20 de julio de 1969 paralizó al mundo, no solo por el avance científico y tecnológico que representaba, sino porque permitió a los hombres soñar con un lugar más allá de las estrellas a donde también se podía llegar.

Nadie se quería perder el viaje estadounidense que pasaría a la historia, y los cucuteños no fueron la excepción.

Los  nombres de Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, los tres astronautas a bordo del Apolo 11, estaban de boca en boca semanas antes de que la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (Nasa) anunciara el lanzamiento de la nave al espacio.

Mientras que en Estados Unidos, Canadá, Rusia, o cualquier otra parte del mundo, las personas estaban sentadas en sus casas a la expectativa de la travesía lunar, en Cúcuta se acomodaban pantallas gigantes, que en ese entonces eran de 23 pulgadas a blanco y negro, en las esquinas más concurridas de la ciudad.

Tener televisión era un lujo de muy pocos, por lo que los dueños de los almacenes aprovecharon la misión espacial para aterrizar a sus clientes en la misión lunar. 

Avianca y el Club Tenis pusieron avisos en los periódicos locales invitando a los cucuteños a reunirse en torno al espectáculo trasmitido en la televisión.

La calle 13 con avenidas 4, 5 y 6 se convirtió ese domingo 20 de julio, en una especie de teatro a cielo abierto.

La película del día: la más grande hazaña del hombre hasta la fecha. El hombre pisaba por primera vez su satélite natural, la luna.

“Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, fueron las palabras de Armstrong, el capitán del Apolo 11,  que marcaron el histórico momento, y que aún siguen presentes en la memoria de los que siguieron, desde la distancia,  este hecho.

Esta fue una de las primeras grandes trasmisiones  televisivas que conectaron por 3 horas a cerca de 530 millones de televidentes alrededor del mundo.

La periodista Cristina Bayen calificó ese día como apoteósico. Escribió la columna ‘Alunizaje’, para el desaparecido Diario La Frontera, detallando el acontecimiento que fue traducido por Rodrigo Castaño para radio y televisión.

“La transmisión era en inglés pero los periodistas colombianos traducían el acontecimiento en paralelo. Ese fue un día único”, recordó Bayen.

El médico Pablo Emilio Ramírez recordó como la gente veía con curiosidad, asombro e incredulidad la llegada del hombre a la luna.

“El alunizaje marcó nuestra época. Todo el mundo hablaba en torno a esa hazaña”, dijo.

Por su parte, Pedro Jáuregui, otro cucuteño que recuerda esa fecha con claridad, lo vio desde la ventana de una vecina, en el barrio   El Contento, porque le parecía más divertido verlo con sus amigos que en su casa.

“Tenia 9 años y recuerdo que me trasnoché viendo el alunizaje. Nadie quería perderse esa hazaña, y yo pude vérmelo desde mi cuarto”,  recordó el profesor Miguel Palacios.

A Carmenza Osorio, que en ese entonces tenía 10 años, le impactó ver como el hombre flotaba sobre la superficie lunar. Tampoco olvida cuando Armstrong plantó la bandera norteamericana en la luna.

En 1969, nació una nueva y mágica profesión para los niños de la época: ser astronauta,  término desconocido meses atrás.

Durante dos horas, la humanidad siguió paso a paso el recorrido de la tripulación. Desde que Armstrong salió lentamente del módulo lunar Eagle, tomó las fotografías del lugar, recogió 22 kilos de piedras para traer a la tierra, puso placas en honor a los astronautas que murieron durante la misión, hasta que dejó un CD con mensajes de 73 países.

Hasta los propietarios de la Lotería de Cúcuta se unieron a la fiebre espacial. Consignó en el Banco del Comercio tres billetes de su sorteo en nombre de los tres astronautas norteamericanos. Los números 4318, 4646 y 8473, fueron los escogidos.

Por su parte, la Licorera de Norte de Santander aprovechó la hazaña lunar para promocionar sus productos. Un astronauta sujetando una caja con botellas de licor con la leyenda ‘Lleve sabor a donde vaya’, fue una de las piezas publicitarias.

Hoy, 45 años después del alunizaje, los cucuteños siguen evocando la magna hazaña.

Los que no tuvieron la oportunidad de presenciar en vivo y en directo el histórico paso, pueden revivir estos instantes gracias a la tecnología.

La Nasa emitirá en su canal divulgativo los fragmentos de la grabación televisada del descenso de Armstrong y Aldrin sobre la Luna, restaurado en alta definición, sin embargo, no podrá compararse con la emoción del instante, aseguran los que siguieron el hecho ese inolvidable 20 de julio.

La historia



El alunizaje le permitía a Estados Unidos,  contrarrestar la ventaja que la Unión Soviética le había sacado en la primera década de la carrera espacial.

Los éxitos de los soviéticos con el lanzamiento del primer satélite al espacio, el Sputnik (en 1957), y el primer vuelo tripulado por un hombre (Yuri Gagarín, en 1961) hicieron que  el expresidente John F. Kennedy fijara como objetivo nacional, el envío de un hombre a la Luna.

El 17 de julio de 1969 la nave Apolo-11 fue lanzada con destino a la luna con Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins. Parte de su misión era recoger muestras de la superficie lunar.

El 20 de julio de 1969 el hombre pisa la luna. La misión fue retransmitida en todo el mundo y en varios países de América y Europa declararon Día Cívico.

La Opinión también vivió la llegada a la luna
Esta foto de archivo proporcionada por la NASA muestra astronauta del Apolo 11 Neil Armstrong en la superficie lunar. Apolo 11 astronautas entrenados en la tierra para tomar fotografías individuales en sucesión con el fin de crear una serie de cuadros que podrían ser montadas en imágenes panorámicas. Este marco de panorama de Aldrin del sitio de alunizaje del Apolo 11 es la única buena imagen de comandante de la misión Neil Armstrong en la superficie lunar. Armstrong y su compañero astronauta Edwin. Desde la hazaña de Armstrong y Aldrin a 2014, sólo diez hombres han pisado la Luna.

Con nueve años de funcionamiento, el diario de los nortesantandereanos no estuvo ajeno a este magno evento que quedó plasmado en la memoria de una generación, al ser un hecho que revolucionó la manera de pensar de la humanidad.

Ese 20 de julio de 1969, Cicerón Flórez Moya, el periodista más antiguo de este medio y hoy asesor emérito, recuerda algunos detalles que acompañaron la publicación de la noticia más importante del momento.

“En ese entonces se escuchaban las informaciones internacionales por radio y de ahí surgían los escritos para el diario impreso, por eso seguimos minuto a minuto este hecho”, dijo Moya.

Una pantalla a blanco y negro acompañó la expectativa de más de un periodista que se encontraba pendiente del momento crucial, por un lado registrando cada detalle emitido y por el otro saciando su curiosidad ante un acontecimiento considerado por muchos años, imposible para un ser humano.

En las esquinas la gente esperaba ansiosa, “mientras que en el diario nosotros aguardábamos la primer fotografía de agencias para poder registrarlo”, concluyó.

Tres días esperaron los cucuteños, pero ese 20 de julio, se comprobó que la imaginación del hombre no tiene límites y que lo imposible es posible.
 

Cúcuta vibró con la llegada del hombre a la luna

El primer hombre que pisó el suelo lunar, el 21 de julio a las 2:56 am (hora internacional UTC), fue Neil Armstrong, fallecido en 2012, quien dijo una frase que se hizo famosa: “un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”.



Hito que marcó a la humanidad. El 20 de julio de 1969, por primera vez, el hombre llegó a la Luna. Tres astronautas estadounidenses, Neil Armstrong, de 38 años; Edwin Aldrin Jr, de 39 y apodado ‘Buzz’; y Michael Collins, de 38, despegaron de Florida en la nave Apolo 11, el día 16 de ese mes de julio.

El comandante de la tripulación y el primer hombre que pisó el suelo lunar, el 21 de julio a las 2:56 am (hora internacional UTC), fue Armstrong, fallecido en 2012, quien en ese momento dijo una frase que se hizo famosa: “un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”.

El diario La Opinión llevó a sus lectores el antes, el durante y el después de la llegada del Apolo 11. El mundo vibró con el alunizaje y Cúcuta fue una de las ciudades que vivió minuto a minuto con este hecho.

Mientras que en Estados Unidos, Canadá, Rusia, o cualquier otra país, los espectadores, en sus casas, se sentaron frente a sus televisores; en Cúcuta se acomodaron pantallas gigantes, que en ese entonces eran de 23 pulgadas a blanco y negro, en las esquinas más concurridas de la ciudad.

Los comerciantes colocaron televisores a la entrada de sus negocios para que la gente pudiera ver lo que acontecía. Una de las empresas fue Avianca, quien anunció a través de este medio que dispondría pantallas en tres puntos del centro de la urbe.

‘Vea el alunizaje con Avianca’, señaló ese aviso, precisando que colocó televisores en la esquina de la calle 13 con avenida 5, en la calle 13 con avenida 4 y en la esquina de la calle 13 con avenida 6.


El Club del Comercio también hizo lo mismo, en su salón principal instaló seis TV para que sus socios acudieran a disfrutar del gran paso de la humidad.


La Licorera de Norte de Santander aprovechó la proeza para promocionar sus productos. Un astronauta sujetando una caja con botellas con el mensaje ‘Lleve sabor a donde vaya’ fue una de las publicidades.

Billetes de la Lotería de Cúcuta para los astronautas

El martes 22 de julio de 1969, La Opinión dio a conocer una información local en torno al viaje espacial. Resulta que la Lotería de Cúcuta decidió dar a la tripulación del Apolo 11, como obsequio, tres billetes del sorteo que se desarrollaría el siguiente día.


“Efectivamente la Lotería consignó al Banco del Comercio los tres billetes y los asignó en la siguiente forma: N°4318 para Neil Armstrong, 4646 para Edwin A. Aldrin, y 4873 para Michael Collins”, informó el periódico nortesantandereano.

Luciano Jaramillo y Óscar Duarte, gerente y secretario de la Beneficencia, respectivamente, enviaron mensajes al Embajador de EEUU en Colombia y a la directiva de la Nasa, con el fin de informarles sobre el regalo para los navegantes espaciales. Si alguno de ellos hubiese salido favorecido le hubiesen pagado el premio que correspondía.

Esta fue una de las primeras grandes trasmisiones  televisivas que conectó, por 3 horas, a cerca de 530 millones de personas alrededor del mundo.

 

Así lo vivieron algunos cucuteños


En la memoria de muchos cucuteños aún están frescas las imágenes y transmisiones de ese inolvidable hecho, que fue seguido con el mayor interés y asombro por la radio y la televisión en blanco y negro de la época.

El columnista y poeta Gustavo Gómez Ardila recuerda que estaba llegando también a la Luna. Seguramente a ponerle los artes que le faltan como dice la canción. Entonces era el mismo mamador de gallo de siempre que estudiaba Derecho en la Universidad Libre de Bogotá. Ese día nació un primo y con varios amigos y otros familiares se fueron a la casa del tío para celebrar.

Al bebé lo bautizaron Neil, como el primer hombre que se posó en la superficie selenita. De vainas no le pusieron Independencia como segundo nombre. Neil Ardila es un distinguido ingeniero que reside en Bogotá y que hoy está cumpliendo sus primeros 50 años.

Otro poeta cucuteño y soñador, Juan Pabón Hernández, estudiaba ingeniería en la Universidad Javeriana, en Bogotá,  cuando se hizo realidad el sueño del hombre en la Luna.

Con otros estudiantes paisanos instalaron televisor y radio en las residencias universitarias donde se alojaban y siguieron con el máximo interés las transmisiones. Pabón Hernández resalta que fue un acontecimiento maravilloso, interesante y asombroso que vivió con pasión e interés.

En cercanías de lo que hoy es el Agrobancario, frente al parque Santander, el 20 de julio de 1969 se formó una gran aglomeración alrededor del televisor que transmitía la llegada del hombre a la Luna. De esa aglomeración hacía parte el maestro Cicerón Flórez Moya, quien por la época se desempeñaba como director encargado de La Opinión. El fundador y director en propiedad de este diario, el doctor Eustorgio Colmenares Baptista, se encontraba entonces al frente de la Alcaldía de Cúcuta por designación del presidente Carlos Lleras Restrepo.

“Eso fue todo un espectáculo”, dice el maestro al recordar este acontecimiento. 

El abogado Rubén Eslava recuerda que sus padres consiguieron un televisor y lo pusieron a la entrada de su casa en el barrio Popular. Con sus hermanos y los vecinos vieron el espectáculo.

Como siempre, más de uno dijo que no era cierto lo que estaban viendo, que “eso es un montaje de los gringos”. Esa creencia se mantuvo por muchos años, y no solamente en Cúcuta, sino en varias partes del planeta.

El profesor Miguel Palacios recuerda que en la época de la llegada del hombre a la Luna era un niño de 9 años. Vivía con sus padres en La Merced, que entonces era un barrio residencial. Por esos días fue víctima de una bala perdida. Ocurrió en la esquina de la avenida quinta con la Diagonal Santander. Según cuenta, hubo una trifulca entre prostitutas que comenzaron a llegar al sector y de pronto una sacó un revólver y comenzó a disparar. El niño Miguel Palacios recibió un tiro en una nalga y quedó tendido en el piso. Fue recogido y llevado al hospital San Juan de Dios, hoy sede de la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero.

Ante el clamor de los enfermos por un televisor para no perderse semejante acontecimiento, las directivas, médicos y enfermeras del hospital hicieron todo lo que estuvo a su alcance y consiguieron instalar un televisor.

Como era imposible tener uno en cada pieza o sala, el profesor Palacios recuerda que a él lo llevaron en camilla y lo pusieron frente al aparato. Otros pacientes estaban como él. Para muchos enfermos, la llegada del hombre a la Luna fue una gran terapia.

Recuerdo de un cucuteño que se quedó en Bogotá


 El 20 de julio de 1969 fue un domingo, y nuestra ciudad era muy calmada, tendría unos 250 mil habitantes. No había muchas opciones de entretenimiento en las noches, excepto las visitas callejeras que resultaban muy refrescantes, por los vientos que se presentaban a esas horas, ir al Cream Helado, hacer una caminata por la Avenida Quinta, tomar algo en el Club Tenis o hacer un paseo al Zulia.

Recuerdo que serían las 7 de la noche y había estado en el Teatro Rosetal. Caminaba por la avenida La Gran Colombia en pleno Colsag, rumbo a realizar una visita, cuando encontré todo un alboroto en una tienda y ahí quedé, observando en la televisión a blanco y negro el que para los cucuteños era  el acontecimiento del año.

Rumores iban y venían en medio del aguardiente Extra, la ingenuidad y la tradicional mamadera de gallo cucuteña: no era cierto que el hombre estuviera llegando a la Luna, que era puro montaje hecho por los gringos para no dejarse joder de los rusos; otro decía que era mejor prender la radio, a ver si el “Mocho” Barreto (popular locutor y periodista del momento) estaba transmitiendo, pues de inglés ni pío;  alguno preguntaba si esos gringos se quedarían a vivir allí, y cómo harían para la comida.

De un momento a otro se rompió la tranquilidad callejera y comenzó el desfile de carros pitando a todo dar. La gente gritaba que los colombianos estaban participando en la llegada del hombre a la luna, y los jovencitos que disfrutábamos de la transmisión quedamos atolondrados e impresionados.

Al día siguiente, una vez los astronautas pisaron la Luna, algo se aclaró la situación: por la radio y desde Bogotá (creo que en Todelar) el famoso periodista de la época Antonio Pardo dijo que sí, que algún rasgo colombiano se estaba sintiendo en la misión lunar, que el módulo de mando tenía el nombre de “Columbia”.

Con el tiempo descubrimos que “Columbia” es la representación femenina de Estados Unidos de América, y que “módulo”, una de las partes de la nave espacial...
 



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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