Jennifer Rincón Peña/Leonardo Fabio Oliveros (La Opinión)
En Cúcuta
se invitó a ver el alunizaje en pantallas gigantes por la calle 13 del Centro.
La llegada del hombre a la luna el 20 de julio de 1969
paralizó al mundo, no solo por el avance científico y tecnológico que
representaba, sino porque permitió a los hombres soñar con un lugar más allá de
las estrellas a donde también se podía llegar.
Nadie se quería perder el viaje estadounidense que pasaría a la historia, y los
cucuteños no fueron la excepción.
Los nombres de Neil Armstrong, Buzz Aldrin y
Michael Collins, los tres astronautas a bordo del Apolo 11, estaban de boca en
boca semanas antes de que la Administración Nacional de la Aeronáutica y del
Espacio (Nasa) anunciara el lanzamiento de la nave al espacio.
Mientras que en Estados Unidos, Canadá, Rusia, o cualquier otra parte del
mundo, las personas estaban sentadas en sus casas a la expectativa de la
travesía lunar, en Cúcuta se acomodaban pantallas gigantes, que en ese entonces
eran de 23 pulgadas a blanco y negro, en las esquinas más concurridas de la
ciudad.
Tener televisión era un lujo de muy pocos, por lo que los dueños de los
almacenes aprovecharon la misión espacial para aterrizar a sus clientes en la
misión lunar.
Avianca y el Club Tenis pusieron avisos en los
periódicos locales invitando a los cucuteños a reunirse en torno al espectáculo
trasmitido en la televisión.
La calle 13 con avenidas 4, 5 y 6 se convirtió ese domingo 20 de julio, en una
especie de teatro a cielo abierto.
La película del día: la más grande hazaña del hombre
hasta la fecha. El hombre pisaba por primera vez su satélite natural, la luna.
“Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto
para la humanidad”, fueron las palabras de Armstrong, el capitán del Apolo
11, que marcaron el histórico momento, y que aún siguen presentes en la
memoria de los que siguieron, desde la distancia, este hecho.
Esta fue una de las primeras grandes trasmisiones televisivas que
conectaron por 3 horas a cerca de 530 millones de televidentes alrededor del
mundo.
La periodista Cristina Bayen calificó ese día como apoteósico. Escribió la
columna ‘Alunizaje’, para el desaparecido Diario La Frontera, detallando el
acontecimiento que fue traducido por Rodrigo Castaño para radio y televisión.
“La transmisión era en inglés pero los periodistas colombianos traducían el
acontecimiento en paralelo. Ese fue un día único”, recordó Bayen.
El médico Pablo Emilio Ramírez recordó como la gente veía con curiosidad,
asombro e incredulidad la llegada del hombre a la luna.
“El alunizaje marcó nuestra época. Todo el mundo hablaba en torno a esa
hazaña”, dijo.
Por su parte, Pedro Jáuregui, otro cucuteño que recuerda esa fecha con
claridad, lo vio desde la ventana de una vecina, en el barrio El
Contento, porque le parecía más divertido verlo con sus amigos que en su casa.
“Tenia 9 años y recuerdo que me trasnoché viendo el alunizaje. Nadie quería
perderse esa hazaña, y yo pude vérmelo desde mi cuarto”, recordó el
profesor Miguel Palacios.
A Carmenza Osorio, que en ese entonces tenía 10 años, le impactó ver como el
hombre flotaba sobre la superficie lunar. Tampoco olvida cuando Armstrong
plantó la bandera norteamericana en la luna.
En 1969, nació una nueva y mágica profesión para los niños de la época: ser
astronauta, término desconocido meses atrás.
Durante dos horas, la humanidad siguió paso a paso el recorrido de la
tripulación. Desde que Armstrong salió lentamente del módulo lunar Eagle, tomó
las fotografías del lugar, recogió 22 kilos de piedras para traer a la tierra,
puso placas en honor a los astronautas que murieron durante la misión, hasta
que dejó un CD con mensajes de 73 países.
Hasta los propietarios de la Lotería de Cúcuta se unieron a la fiebre espacial.
Consignó en el Banco del Comercio tres billetes de su sorteo en nombre de los
tres astronautas norteamericanos. Los números 4318, 4646 y 8473, fueron los
escogidos.
Por su parte, la Licorera de Norte de Santander aprovechó la hazaña lunar para
promocionar sus productos. Un astronauta sujetando una caja con botellas de
licor con la leyenda ‘Lleve sabor a donde vaya’, fue una de las piezas
publicitarias.
Hoy, 45 años después del alunizaje, los cucuteños siguen evocando la magna
hazaña.
Los que no tuvieron la oportunidad de presenciar en vivo y en directo el
histórico paso, pueden revivir estos instantes gracias a la tecnología.
La Nasa emitirá en su canal divulgativo los fragmentos de la grabación
televisada del descenso de Armstrong y Aldrin sobre la Luna, restaurado en alta
definición, sin embargo, no podrá compararse con la emoción del instante,
aseguran los que siguieron el hecho ese inolvidable 20 de julio.
La historia
El alunizaje le permitía a Estados Unidos,
contrarrestar la ventaja que la Unión Soviética le había sacado en la primera
década de la carrera espacial.
Los éxitos de los soviéticos con el lanzamiento del
primer satélite al espacio, el Sputnik (en 1957), y el primer vuelo tripulado
por un hombre (Yuri Gagarín, en 1961) hicieron que el expresidente John
F. Kennedy fijara como objetivo nacional, el envío de un hombre a la Luna.
El 17 de julio de 1969 la nave Apolo-11 fue lanzada con destino a la luna con
Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins. Parte de su misión era recoger
muestras de la superficie lunar.
El 20 de julio de 1969 el hombre pisa la luna. La misión fue retransmitida en
todo el mundo y en varios países de América y Europa declararon Día Cívico.
La Opinión también vivió la llegada a
la luna
Esta foto de archivo proporcionada por la NASA
muestra astronauta del Apolo 11 Neil Armstrong en la superficie lunar. Apolo 11
astronautas entrenados en la tierra para tomar fotografías individuales en
sucesión con el fin de crear una serie de cuadros que podrían ser montadas en
imágenes panorámicas. Este marco de panorama de Aldrin del sitio de alunizaje
del Apolo 11 es la única buena imagen de comandante de la misión Neil Armstrong
en la superficie lunar. Armstrong y su compañero astronauta Edwin. Desde la
hazaña de Armstrong y Aldrin a 2014, sólo diez hombres han pisado la Luna.
Con nueve años de funcionamiento, el diario de los nortesantandereanos no
estuvo ajeno a este magno evento que quedó plasmado en la memoria de una
generación, al ser un hecho que revolucionó la manera de pensar de la
humanidad.
Ese 20 de julio de 1969, Cicerón Flórez Moya, el periodista más antiguo de este
medio y hoy asesor emérito, recuerda algunos detalles que acompañaron la
publicación de la noticia más importante del momento.
“En ese entonces se escuchaban las informaciones internacionales por radio y de
ahí surgían los escritos para el diario impreso, por eso seguimos minuto a
minuto este hecho”, dijo Moya.
Una pantalla a blanco y negro acompañó la expectativa de más de un periodista
que se encontraba pendiente del momento crucial, por un lado registrando cada
detalle emitido y por el otro saciando su curiosidad ante un acontecimiento
considerado por muchos años, imposible para un ser humano.
En las esquinas la gente esperaba ansiosa, “mientras que en el diario nosotros
aguardábamos la primer fotografía de agencias para poder registrarlo”,
concluyó.
Tres días esperaron los cucuteños, pero ese 20 de julio, se comprobó que la
imaginación del hombre no tiene límites y que lo imposible es posible.
Cúcuta vibró con la llegada del hombre a la luna
El primer hombre que pisó el suelo lunar, el
21 de julio a las 2:56 am (hora internacional UTC), fue Neil Armstrong,
fallecido en 2012, quien dijo una frase que se hizo famosa: “un pequeño paso
para un hombre, un gran salto para la humanidad”.
Hito que marcó a la humanidad. El 20 de julio de 1969, por primera
vez, el hombre llegó a la Luna. Tres
astronautas estadounidenses, Neil Armstrong, de 38 años; Edwin Aldrin Jr, de 39
y apodado ‘Buzz’; y Michael Collins, de 38, despegaron de Florida en la nave
Apolo 11, el día 16 de ese mes de julio.
El comandante de la tripulación y el primer hombre que pisó el suelo lunar, el 21 de julio a las
2:56 am (hora internacional UTC), fue Armstrong, fallecido en 2012, quien en
ese momento dijo una frase que se hizo famosa: “un pequeño paso para un hombre,
un gran salto para la humanidad”.
El diario La Opinión llevó a sus lectores el antes, el durante y
el después de la llegada del Apolo 11. El mundo
vibró con el alunizaje y Cúcuta fue una de las ciudades que vivió minuto a
minuto con este hecho.
Mientras que en Estados Unidos, Canadá, Rusia, o cualquier otra
país, los espectadores, en sus casas, se sentaron frente a sus televisores; en
Cúcuta se acomodaron pantallas gigantes, que en ese entonces eran de 23
pulgadas a blanco y negro, en las esquinas más concurridas de la ciudad.
Los comerciantes colocaron
televisores a la entrada de sus negocios para que la gente pudiera ver lo que
acontecía. Una de las empresas fue
Avianca, quien anunció a través de este medio que dispondría pantallas en tres
puntos del centro de la urbe.
‘Vea el alunizaje con Avianca’, señaló ese aviso, precisando que
colocó televisores en la esquina de la calle 13 con avenida 5, en la calle 13
con avenida 4 y en la esquina de la calle 13 con avenida 6.
El Club del Comercio también hizo lo mismo, en su salón principal
instaló seis TV para que sus socios acudieran a disfrutar del gran paso de la
humidad.
La Licorera de Norte de Santander aprovechó la proeza para
promocionar sus productos. Un astronauta sujetando una caja con botellas con el
mensaje ‘Lleve sabor a donde vaya’ fue una de las publicidades.
Billetes de la Lotería de Cúcuta para los
astronautas
El martes 22 de julio de 1969, La Opinión dio
a conocer una información local en torno al viaje espacial. Resulta que la Lotería de Cúcuta decidió dar a la
tripulación del Apolo 11, como obsequio, tres billetes del sorteo que se
desarrollaría el siguiente día.
“Efectivamente la Lotería consignó al Banco del Comercio los tres
billetes y los asignó en la siguiente forma: N°4318 para Neil Armstrong, 4646
para Edwin A. Aldrin, y 4873 para Michael Collins”, informó el periódico
nortesantandereano.
Luciano Jaramillo y Óscar Duarte, gerente y secretario de la
Beneficencia, respectivamente, enviaron mensajes al Embajador de EEUU en
Colombia y a la directiva de la Nasa, con el fin de informarles sobre el regalo
para los navegantes espaciales. Si alguno de ellos hubiese salido favorecido le
hubiesen pagado el premio que correspondía.
Esta fue una de las primeras grandes trasmisiones
televisivas que conectó, por 3 horas, a cerca de 530 millones de personas
alrededor del mundo.
Así lo vivieron algunos cucuteños
En la
memoria de muchos cucuteños aún están frescas las imágenes y transmisiones de
ese inolvidable hecho, que
fue seguido con el mayor interés y asombro por la radio y la televisión en
blanco y negro de la época.
El columnista y poeta Gustavo Gómez
Ardila recuerda que estaba llegando también a la Luna. Seguramente a
ponerle los artes que le faltan como dice la canción. Entonces era el mismo
mamador de gallo de siempre que estudiaba Derecho en la Universidad Libre de
Bogotá. Ese día nació un primo y con varios amigos y otros familiares se fueron
a la casa del tío para celebrar.
Al
bebé lo bautizaron Neil, como el primer hombre que se posó en la superficie
selenita. De
vainas no le pusieron Independencia como segundo nombre. Neil Ardila es un
distinguido ingeniero que reside en Bogotá y que hoy está cumpliendo sus
primeros 50 años.
Otro poeta cucuteño y soñador, Juan Pabón Hernández, estudiaba ingeniería en la
Universidad Javeriana, en Bogotá, cuando se hizo realidad el sueño del hombre
en la Luna.
Con
otros estudiantes paisanos instalaron televisor y radio en las residencias
universitarias donde se alojaban y siguieron con el máximo interés las
transmisiones. Pabón
Hernández resalta que fue un acontecimiento maravilloso, interesante y
asombroso que vivió con pasión e interés.
En cercanías de lo que hoy es el
Agrobancario, frente al parque Santander, el 20 de julio de 1969 se formó una
gran aglomeración alrededor del televisor que transmitía la llegada del hombre
a la Luna. De esa aglomeración hacía parte el maestro Cicerón Flórez Moya,
quien por la época se desempeñaba como director encargado de La Opinión. El fundador y director en propiedad
de este diario, el doctor Eustorgio Colmenares Baptista, se encontraba entonces
al frente de la Alcaldía de Cúcuta por designación del presidente Carlos Lleras
Restrepo.
“Eso fue todo un espectáculo”, dice el
maestro al recordar este acontecimiento.
El abogado Rubén Eslava recuerda que sus
padres consiguieron un televisor y lo pusieron a la entrada de su casa en el
barrio Popular. Con sus hermanos y los vecinos vieron el espectáculo.
Como
siempre, más de uno dijo que no era cierto lo que estaban viendo, que “eso es
un montaje de los gringos”. Esa
creencia se mantuvo por muchos años, y no solamente en Cúcuta, sino en varias
partes del planeta.
El profesor Miguel Palacios recuerda que
en la época de la llegada del hombre a la Luna era un niño de 9 años. Vivía con
sus padres en La Merced, que entonces era un barrio residencial. Por esos días
fue víctima de una bala perdida. Ocurrió en la esquina de la avenida quinta con
la Diagonal Santander. Según cuenta, hubo
una trifulca entre prostitutas que comenzaron a llegar al sector y de pronto
una sacó un revólver y comenzó a disparar. El niño Miguel Palacios recibió un
tiro en una nalga y quedó tendido en el piso. Fue recogido y
llevado al hospital San Juan de Dios, hoy sede de la Biblioteca Pública Julio
Pérez Ferrero.
Ante el clamor de los enfermos por un
televisor para no perderse semejante acontecimiento, las directivas, médicos y
enfermeras del hospital hicieron todo lo que estuvo a su alcance y consiguieron
instalar un televisor.
Como era imposible tener uno en cada
pieza o sala, el
profesor Palacios recuerda que a él lo llevaron en camilla y lo pusieron
frente al aparato. Otros pacientes estaban como él. Para muchos enfermos, la
llegada del hombre a la Luna fue una gran terapia.
Recuerdo de un cucuteño que se quedó en Bogotá
El 20 de julio de 1969 fue un domingo, y nuestra ciudad era muy calmada,
tendría unos 250 mil habitantes. No había muchas opciones de entretenimiento en
las noches, excepto las visitas callejeras que resultaban muy refrescantes, por
los vientos que se presentaban a esas horas, ir al Cream Helado, hacer una
caminata por la Avenida Quinta, tomar algo en el Club Tenis o hacer un paseo al
Zulia.
Recuerdo que serían las 7 de la noche y
había estado en el Teatro Rosetal. Caminaba por la avenida La Gran Colombia en
pleno Colsag, rumbo a realizar una visita, cuando encontré todo un alboroto en
una tienda y ahí quedé, observando en la televisión a blanco y negro el que
para los cucuteños era el acontecimiento del año.
Rumores iban y venían en medio del
aguardiente Extra, la ingenuidad y la tradicional mamadera de gallo cucuteña:
no era cierto que el hombre estuviera llegando a la Luna, que era puro montaje
hecho por los gringos para no dejarse joder de los rusos; otro decía que era
mejor prender la radio, a ver si el “Mocho” Barreto (popular locutor y
periodista del momento) estaba transmitiendo, pues de inglés ni pío;
alguno preguntaba si esos gringos se quedarían a vivir allí, y cómo harían para
la comida.
De un momento a otro se rompió la
tranquilidad callejera y comenzó el desfile de carros pitando a todo dar. La
gente gritaba que los colombianos estaban participando en la llegada del hombre
a la luna, y los jovencitos que disfrutábamos de la transmisión quedamos
atolondrados e impresionados.
Al día siguiente, una vez los astronautas
pisaron la Luna, algo se aclaró la situación: por la radio y desde Bogotá (creo
que en Todelar) el famoso periodista de la época Antonio Pardo dijo que sí, que
algún rasgo colombiano se estaba sintiendo en la misión lunar, que el módulo de
mando tenía el nombre de “Columbia”.
Con el tiempo descubrimos que “Columbia”
es la representación femenina de Estados Unidos de América, y que “módulo”, una
de las partes de la nave espacial...
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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