domingo, 4 de enero de 2015

694.- TERTULIAS CON EL CURA JORDAN



Jorge Meléndez Sánchez


El Cura Jordán

Al caer la dictadura del General Rojas Pinilla los laureanistas dejaron la postración y salieron a mostrarse con la propuesta de la reconciliación bipartidista.

Los que antes anatemizaran con el esquema del oro y la escoria ahora podían ser señalados de conciliadores o de traidores por sus enemigos según la visión del endoso político.

La búsqueda de auditorios para explicar el Pacto de Benidorm y de Sitges fue exigente; se trataba de unos pactos salidos del Mediterráneo para establecer una tregua que permitiera civilizar las conductas políticas.

Las firmas de Laureano y Alberto Lleras proponían un plebiscito en donde la mujer participara por primera vez y a una alternación presidencial durante diez y seis años.

Para empezar debían acordar el nombre el partido político del primer Presidente y por razones del pleno entendimiento Laureano accedió a ofrecer a su firmante tan honroso empleo a cambio de que Guillermo León Valencia esperara un poco.

Lo acusaron de traidor y sus seguidores aclaraban que era mejor tener un conservador en el último turno para garantizar la continuidad en la Presidencia ya en el libre juego de los partidos políticos en 1974.

De todas maneras el Acuerdo estaba por encima de las opiniones.

El maestro Darío Echandía señaló que ya se podía volver a pescar de noche al salir del estado de violencia.

El lenguaje coloquial animó al padre Daniel Jordán a volver a sus tertulias en el escaño al frente de la Catedral de San José.

Después de cumplir con deberes parroquiales y aprovechando el aire fresco de la noche en días sin lluvia salía a pasearse por el atrio y si encontraba con quien hablar terminaba en el escaño.

Desde allí veía pasar  transeúntes y viajeros con la misma prisa del día.

El escaño forma parte del Parque de Santander y la calle que la separa del atrio comunica con la Gobernación, al sur, y con el Mercado público, al norte.

Se trata de un punto abierto a la comunicación pues es una calle vertebral de la ciudad.

- Cuando le cambiaron el nombre a este parque me opuse con vehemencia. El atrevimiento de los liberales llevaba a desafiar el patrimonio de la ciudad para evadir la falta de obras conmemorativas del centenario de la muerte de Santander.

Lo cierto es que la mayoría de las ciudades importantes prefirieron conservar el nombre de Bolívar, -advirtió el Padre Jordán tratando de polemizar con el grupo.

El sacerdote se paseaba y señalaba con el dedo índice como mirando un objetivo distante en el norte.

José Luis Villamizar Melo, sentado y sonriente, lo miraba pendiente de sus palabras.

El médico Mario Mejía Díaz, sentado y cruzado de brazos, también sonreía.

Parecían extasiados con el estilo que recordaba sus años juveniles cuando este clérigo de gran estatura física se crecía blandiendo la fe con regocijo de guerrero y buscando enfrentar a quienes desde el gobierno se atrevían a tocar los linderos que la Iglesia consideraba exclusividad misional.

- Padre, pero es que tenían la celebración para destacar al prócer de este valle. Valía la pena hacer coincidir las efemérides patrias con el rescate de la identidad local. ¿No recuerda que hasta vino el Presidente Eduardo Santos y usted no se atrevió a saludarlo?

En 1940 los ánimos estaban caldeados y usted quería manifestar la inconformidad con la reforma al Concordato.


Mario Mejía Díaz

Yo no lo vi en el banquete del Hotel Internacional y creo que no era por gripa o por indigestión -afirmó Mario Mejía con la intención de darle coba para verlo recordar viejas discrepancias políticas.

- Para ese año yo estaba recién posesionado de la parroquia y ya me temían por mis editoriales en El Siglo, acotó el padre Jordán. Me invitaron como si fuera un empleado del municipio y no la primera autoridad eclesiástica.

Eso no calmaba mi protesta ante la arbitrariedad de proponer el rompimiento de la exclusividad católica en la educación.

Este parque debe volver a su nombre en homenaje a Bolívar, -recalcó el padre Jordán, como eludiendo que lo sacaran de la idea inicial.

- Tocará que aprovechando el Frente Nacional y ya que vamos en el segundo año del mandato de Lleras Camargo aproveche para motivar a las urnas con esa campaña.

Ya verá que la gente prefiere homenajear al prócer de este valle porque de lo contrario se olvidan de él. A Bolívar le dedicamos el Puente Internacional. No se puede aturdir con estos bautizos.

Santander estaba subordinado a Bolívar pero para el Valle de Cúcuta es lo más grande que tenemos para mostrar, -dijo Mario Mejía Díaz, sin preocuparse por motivaciones ideológicas.

- Bolívar merece mucho más. Durante el Ministerio de Educación del doctor Lucio Pabón Núñez se buscó todo el rescate de Bolívar. Es más se impuso la idea de la República Bolivariana de Colombia.

Mire el libro de nuestro paisano Gonzalo Canal Ramírez, titulado El Estado cristiano y bolivariano del 13 de junio, y encontrará los aciertos.

No sólo se hicieron bustos a Bolívar sino que se impuso la Cátedra Bolivariana en las instituciones de enseñanza colegial y universitaria, -intervino el abogado José Luís Villamizar, con algún sesgo que alteraba el ánimo al padre Jordán.

- Pero como todo lo de Lucio Pabón fue una conducta efímera, -añadió el padre Jordán de inmediato-.

Usted está patrocinando el regreso de su jefe porque no se resigna a aceptar que es un muerto político que se enterró con sus escurridizas actuaciones. Él fue de los que abandonó el barco de Rojas cuando se hundía, igual a como lo hizo cuando abandonó las toldas de Laureano.

La respuesta a los saludos controló a José Luis. El padre Jordán seguía de enemigo acérrimo del personaje que más apreciaba en la vida política. Pabón era una figura cimera y no se podía tocar impunemente.

El tema daba para refriega y por ello se aplazó la respuesta a la ofensa.

- Padre, disculpe que vuelva a insistir en el tema de Santander. Los partidos políticos colombianos datan del siglo XIX. Lo que usted quiere resaltar es la memoria autoritaria del Libertador después de la Convención de Ocaña y no las ideas conservadoras.


José Luis Villamizar Melo

Tanto Bolívar como Santander tenían ideas liberales. De eso no hay discusión. Mire que Lucio es un bolivariano como usted y como la misma Iglesia o parte de ella.

Ese Bolívar conservador no lo aceptamos porque como Libertador nos pertenece a todos por igual.

Otra cosa es que Santander quiso ser liberal en todo el sentido de la palabra pretendiendo remover todos los escombros coloniales, -señaló Mario Mejía.

- Esa es la versión de ustedes los masones para ocultar las discrepancias con la Iglesia. Bolívar fue un defensor de nuestra Santa Madre Iglesia y se regocijó con ella al final de sus días, y Santander ni siquiera iba a misa.

Aquí en Colombia, como decía don Miguel Antonio Caro, los partidos políticos se definen por su papel frente a la Iglesia, expresó el padre Jordán como si estuviera en el púlpito.

- Pero si Santander fue gran amigo de monseñor José María Estévez, afirmó Mario Mejía para contrariar.

- Eso es. Estévez nunca ocultó sus desviaciones masónicas, paseándose con nerviosismo.

La discusión se interrumpió con el paso de Jacinto Rómulo Villamizar, quien sin salir de su carro comunicó al padre Jordán que Manuel Bayona Carrascal estaba a disposición del Conservatismo si los pueblos cercanos a Cúcuta lo respaldaban.

Esto quería decir que el laureanismo buscaba unificarse ante la amenaza de un retorno de Lucio Pabón.

Los amigos del expresidente Laureano buscaban sostener las mayorías departamentales contando con los seguidores de la región de Ocaña y nadie mejor para convocarlos que el médico Bayona.

El padre Jordán escuchó con atención pero se limitó a escuchar y a despedir al amigo.

- Padre, pero el expresidente Alberto Lleras fue quien denunció a Pabón en la Asamblea Nacional Constituyente por vendernos a un Bolívar moribundo, a un hombre golpeado por la salud y en manos de otros personajes menos gloriosos.

Ese Bolívar era una caricatura de él mismo, un hombre rendido al tiempo y las circunstancias, pero para el liberalismo el rescate es total: un Bolívar que pensaba en Patria, un hombre de compromiso y sacrificio, un liberal de su tiempo. Un hombre que sin ser Dios griego precisaba el rumbo de nuestros países y si no logró crear la nación poderosa que olvidara los espejismos de las fronteras no disminuyó su gloria.

Basta ver el mapa y los recursos naturales para imaginar qué tan grande era su sueño, -dijo Mario Mejía resaltando su forma particular de ver al Libertador.

- Creo que la discusión debe aplazarse. El tema es de no acabar porque el Libertador pertenece a todos los herederos de su gloria, concluyó José Luis Villamizar al despedirse porque sus familiares llegaron a invitarlo a casa.

El padre Jordán y el doctor Mario Mejía se miraron como buenos amigos y consideraron que la reunión quedaba suspendida.

Mario aprovechó para recordarle la próxima visita médica. El telón de fondo lo daba la noche.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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