Enrique Patiño y Sandra Jáner/Fernando Muñoz
Paz sin fronteras es el nombre que recibe una serie de conciertos gratuitos al aire
libre liderados por el cantante colombiano Juanes junto a otros artistas reconocidos
a nivel internacional.
El primer concierto tuvo como objetivo reafirmar el mensaje
antibelicista de que los colombianos, venezolanos y ecuatorianos son hermanos
sudamericanos, independientemente de la relación que exista entre la
orientación política de los gobiernos de turno.
Fue organizado por Juanes, quien a su vez fue su anfitrión.
Ocurrió el 16 de marzo de 2008 entre las 13:35 y las 17:40 (GMT-5) en el Puente
Internacional Simón Bolívar, en la frontera colombo-venezolana que se ubica
entre la ciudad de Cúcuta (concretamente el municipio metropolitano de Villa
del Rosario) y la localidad de San Antonio del Táchira, capital del Municipio
Bolívar en Venezuela.
Paz sin fronteras nació como iniciativa tras la crisis diplomática
que mantuvieron Ecuador, Colombia y Venezuela, desde la incursión de fuerzas
colombianas en territorio ecuatoriano (Bombardeo de Santa Rosa de 2008), que
dio como resultado el fallecimiento de Raúl Reyes, segundo al mando de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC.
Este hecho, dada la vulneración de las fronteras del país vecino,
generó una crisis que incluyó el movimiento de tropas venezolanas y
ecuatorianas a las fronteras.
Dicha crisis se dio por finalizada en la reunión del Grupo de Río
el viernes 07 de marzo de 2008 en República Dominicana.
Detalles cómo se montó el concierto
“Para allá voy, hermano”. Con esa frase, Alejandro Sánz le confirmó a Juanes, a través de un correo electrónico recibido del artista, que se le medía a viajar como fuera y a la hora que fuera para apoyar el concierto en la frontera.
Detalles cómo se montó el concierto
“Para allá voy, hermano”. Con esa frase, Alejandro Sánz le confirmó a Juanes, a través de un correo electrónico recibido del artista, que se le medía a viajar como fuera y a la hora que fuera para apoyar el concierto en la frontera.
Miguel Bosé fue el segundo en confirmar, minutos después, y Juan
Luis Guerra completó el trío de ases antes de media hora.
No había vuelta de hoja. Había que hacer el evento. El único
problema era que quedaba apenas una semana para montarlo en un sitio inadecuado
y sin nada concreto, salvo un grupo de artistas convencidos de la idea.
Esta había nacido apenas un día antes, cuando Juanes y Fernán Martínez, su representante, se reunieron en Connecticut, durante un concierto de ensayo, para hablar de la tensión que había en las fronteras.
Entonces se les ocurrió que la mejor manera de buscar la paz era
haciendo dos conciertos simultáneos en las fronteras con Ecuador y Venezuela.
En sus planes cada artista cantaría en un lado y luego un avión lo trasladaría
al otro.
Lo que era aún un proyecto en crudo tomó forma al día siguiente, cuando se reunieron en Nueva York en un almuerzo con el periodista Julio Sánchez y este los apoyó.
A Juanes le rondó tanto la idea que esa noche, en el primer
concierto oficial de su gira Mi vida, en Nueva York, decidió pedirles a los
colombianos que tomaran de las manos a ecuatorianos y venezolanos para formar
la bandera de la paz.
La reacción del público del Madison Square Garden fue tan positiva
que esa misma noche, entre tragos, la idea se volvió real.
Fernán Martínez y Juanes comenzaron a enviar correos a sus amigos y fue ahí cuando comenzaron a confirmar a los grandes.
“Esto fue el típico ejemplo de unos tipos que tomando trago se
ponen a soñar y luego no se pueden devolver del sueño”, recuerda Julio Sánchez.
La noticia comienza a rodar
El periodista radial de La W publicitó al día siguiente en la radio el concierto y lo convirtió en un hecho. Los teléfonos repicaron y Juanes y Fernán Martínez recibieron hasta 80 mensajes de gente que les ofrecía apoyo, muchos de ellos pidiendo anonimato.
A las 10 a.m. del viernes era tan claro que tenían un concierto
que convocaron a una rueda de prensa en Nueva York. Cuando llegaron al hotel,
quince medios los esperaban.
En ese momento, por la TV, vieron el apretón de manos que se daban
los presidentes de Colombia, Venezuela y Ecuador en la cumbre de Santo Domingo,
y se preguntaron si todavía tenía sentido montar el evento.
“Ahora más que nunca”, se dijeron. En ese momento decidieron que
primero harían un concierto en la frontera con Venezuela aunque Juanes se
comprometió con el presidente Correa a realizar un segundo evento en Ecuador.
Ricardo Montaner ya había confirmado y Carlos Vives tardó solo segundos en responder que sí. Luis Fernando Velasco se sumó al grupo.
Para poder tener control del evento, Fernán sumó un tercer teléfono celular a su colección. Con uno atendía a su familia, con el otro la gira de Juanes y con el tercero el concierto improvisado.
Juanes dedicaba su tiempo libre a ultimar detalles también por
teléfono y no dejaba de mandar mensajes desde su aparato.
La logística
Fernán Martínez tenía claro que el lugar más simbólico era el puente Simón Bolívar que une a los dos países.
Por eso viajó a Cúcuta a revisar el lugar donde se haría el
concierto, mientras Juanes seguía su gira por Nueva Jersey.
El representante había dicho ante los medios, de una forma lírica,
que el concierto se haría en las riberas del río, bajo el puente Simón Bolívar,
de 315 metros de largo y 8 metros de ancho, con público ubicado a 15 metros
bajo el puente.
Pero cuando llegó comprobó algo más grave que el hecho de que
fuera en un lugar en medio de una frontera o de que allí no hubiera baños, luz
ni agua.
“Esto es un mierdero”, dijo Martínez, asombrado, cuando el 10 de marzo se asomó al puente ubicado sobre el río Táchira.
Era su primer viaje, de tres que haría en una semana a Cúcuta,
para estudiar el lugar en el que se realizaría el evento.
El coronel Jorge Iván Flórez, comandante de la policía, se lo
confirmó: “Esto siempre ha sido un basurero histórico”.
Cuando bajaron al lecho, cubierto de matorrales, y encontraron 20 gallinazos muertos, el oficial estuvo convencido de que el representante de Juanes se arrepentiría.
Pero Martínez pidió que siguieran adelante. “Ahí me di cuenta de
que la cosa iba en serio”, dijo Flórez.
Cuando Giovanni Lanzoni, el productor del evento, se dio cuenta de
la magnitud del espectáculo y lo poco apto del lugar dijo: “Esto es tan atípico
como hacer un concierto en un ascensor”.
La comitiva oficial de Cúcuta se comprometió a arreglar el lugar, podar los matorrales y poner arena para facilitar el ingreso de la gente.
Mientras tanto, los artistas comenzaban a enviar mensajes para
aclarar cuestiones como la seguridad, los mosquitos y las condiciones del
hotel.
“Tranquilos, que todo está bien allá, y hay mujeres lindas”, les
respondían.
Pero la verdad era que tranquilo no estaba nadie.
La movilización de artistas
Casi todos los artistas cantaban el sábado y viajar un domingo en
aviones comerciales era imposible por tiempo. En una movilización sin
precedentes los organizadores consiguieron cinco jet privados G5 para trasladar
a los artistas.
A través de una amiga de Carlos Slim, el segundo hombre más rico
del mundo, este ofreció un jet para que Alejandro Sánz viajara desde Miami.
Avianca ofreció un avión charter para llevar al grupo base de
Juanes, con sus 25 personas y sus 20 toneladas, dos horas después de terminar
su concierto en Puerto Rico. Colombina se ofreció a dar otro avión.
Así fueron coordinando en menos de cuatro días la forma en que los cantantes saldrían de sus países acompañados solo por dos o tres de sus músicos: Ricardo Montaner desde Baja California, en Los Cabos, en México, en avión privado hasta Caracas y de allí a Cúcuta.
Juan Luis Guerra, desde Santo Domingo. Miguel Bosé, desde España.
Juan Fernando Velasco, desde Quito.
Las empresas se vincularon con rapidez y donaron cerca de 500 mil dólares en menos de siete días.
Las empresas se vincularon con rapidez y donaron cerca de 500 mil dólares en menos de siete días.
Juanes estaba nervioso: llamó varias veces a Martínez en la
madrugada para preguntarle si había micrófonos, si el sonido se había
conseguido -preocupación real debido a que la mayoría de equipos se había
alquilado para los 92 eventos del Festival de Teatro. No podía dormir. A Fernán
Martínez se le olvidó, por primera vez en su vida, consultar los listados de
taquilla y ventas de su artista y seguir con la planeación de los otros 30
conciertos de Juanes en Estados Unidos.
Finalmente Giovanni Lanzoni dio el parte de tranquilidad: habían cancelado un concierto en Bogotá y junto con consolas traídas desde Barranquilla y otras ciudades había ya sonido para hacer el concierto.
Entre más de una veintena de patrocinadores pusieron lo necesario para la locura: las tres pantallas de leds; las señales viales; los 30 camiones de transporte con equipos de sonido, plantas eléctricas, muros y vallas y separaciones para cerrar carreteras; las dos tractomulas que llevaron la instalación de las tarimas; los tres buses para movilizar a los técnicos desde Bogotá; el Hotel Casino Internacional donde dormiría la gente; la empresa de logística que coordinaría la entrada del público; los 200 metros de tela blanca y los 4.000 pañuelos de Pat Primo para forrar la escenografía y el puente de blanco, y los 400 mil claveles del mismo color de Alpes Flowers.
Caracol y RCN acordaron transmitir juntos el evento con una sola
unidad móvil, diez cámaras y lentes de largo alcance debido a la complicación
dada por la altura del puente, y Terra anunció que haría lo mismo por Internet.
Hasta el ministerio de Cultura se unió al proyecto con 25 niños de
grupos musicales de ambos países que abrirían la jornada.
Entre los que aportaron dinero y recursos estuvieron Cemex, Grupo Aval, Bancolombia, Comcel, Mazda, Águila, Colombina, Caracol, RCN TV, Servientrega, DHL, Expreso Bolivariano, People Sound, Logística 9 11 y Publiseñales, entre otros.
Los últimos detalles
La rapidez era clave. Para que todo resultara perfecto, resolvieron cerrar el puente, por el que cada hora transitan unas 30 tractomulas de entre 40 y 50 toneladas, en la madrugada del sábado y hacer un concierto de tres horas, desde el mediodía del domingo hasta las 3 de la tarde, para evitar el problema de las luces y para que la noche no causara problemas de seguridad.
Confiados en la experiencia de todos los artistas, se decidió también que la banda de Juanes tocara para todos. No habría tiempo de ensayar. Tampoco un programa previo. El mismo día, antes de salir al escenario, los artistas decidirían qué orden llevarían y qué canciones interpretarían. Acústico, sin libretos y al aire libre. Y vestidos de blanco, en la mitad entre Villa del Rosario y San Antonio del Táchira.
Cada artista, por su trayectoria y peso, cobraría de 400 mil a 500 mil dólares por presentarse. Con montaje y escenario, un concierto de esta magnitud no se habría hecho por menos de 4 o 5 millones de dólares, asegura Fernán Martínez.
El puente Simón Bolívar, que lleva 60 años sin ninguna mejora, fue dispuesto para albergar a 4.000 personas del barrio La Parada, de Colombia, y de San Antonio del Táchira.
El resto del público se ubicaría en el lecho, sobre una especie de
playa que se reacomodó con cuatro bulldozers, que arrasaron con piedras, maleza
y basura.
Por el lugar en el que mensualmente transitan 495 mil vehículos se montaría de emergencia una tarima de seis metros de fondo, 14 de ancho y 1,70 de altura.
Para evitar las congestiones se decidió obligar a la gente que
viene de Colombia a dejar su vehículo a 850 metros del lugar.
Para el control de la zona se dispusieron 200 personas de
logística, 100 miembros de la Escuela de Cadetes, 500 de otras escuelas del
país, 50 binomios de carabineros y 60 policías distribuidos desde Cúcuta hasta
Villa del Rosario, por parte de Colombia. Un helicóptero apoyaría la
transmisión.
Todo, en menos de una semana. Y todo por ayudar a un amigo que quiso, con la música, limar asperezas en la frontera.
El
concierto
Una
marea blanca tomó el puente fronterizo entre Colombia y Venezuela en un
concierto por la paz convocado por el cantante Juanes y al que también
asistieron Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Juan Luis Guerra, Juan Fernando
Velasco, Ricardo Montaner y Carlos Vives.
Los
casi 70.000 colombianos y venezolanos que se congregaron en los alrededores del
puente Simón Bolívar bajo un calor sofocante presenciaron un concierto
"histórico", como lo denominó Bosé, en el que todos los artistas, "los cancilleres de la paz" como se
hicieron llamar, cantaron el '¡Ojalá que llueva café!' de Guerra y el
'Corazón partío' de Sanz.
Juanes
y Bosé fueron los más aplaudidos de la tarde por la multitud, que llegó al
éxtasis cuando el español cantó 'Amante bandido' y luego, juntos, 'Nada
particular', del último disco del español.
Bosé dijo que a Juanes "hay que clonarlo" y
que tiene "bien puesto un par de cojones"
por haber organizado el concierto como símbolo de unión luego de la crisis
diplomática entre Colombia, Ecuador y Venezuela, tras la operación militar
colombiana en territorio ecuatoriano en la que resultó muerto un jefe de la
guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Ecuador
suspendió relaciones diplomáticas con Colombia, Nicaragua hizo lo mismo y
Venezuela cerró su embajada en Bogotá y expulsó al personal diplomático
colombiano en Caracas, pero la crisis
se resolvió en la reunión que el Grupo de Río mantuvo en República Dominicana a
principios de marzo.
Juanes,
que cerró el concierto, recordó que "estamos afirmando el derecho a vivir
en paz" e hizo un llamamiento para que se tome conciencia de que "el
futuro de un país no solo tiene que ver con un gobernante o presidente",
sino de la ciudadanía.
"Éste
es el comienzo de una nueva era, aquí no hay diferencias políticas, ni
raciales, ni de religión; hoy somos uno, somos hermanos", dijo Juanes que
comenzó su actuación con 'A Dios le pido' y la terminó con 'Camisa negra'.
Agradeció
a "todos los que han hecho posible" el concierto y también a los presidentes
Álvaro Uribe (Colombia), Rafael Correa (Ecuador) y Hugo Chávez (Venezuela), así
como a otros cantantes que no pudieron acudir, pero que se solidarizaron con su
iniciativa, como el argentino Andrés
Calamaro, la colombiana Shakira
y la mexicana Paulina Rubio.
Los
encargados de abrir el telón fueron niños colombianos y venezolanos que al
ritmo de cumbia y de joropo dieron inicio al concierto.
El
primero de los invitados en subirse a la tarima fue el colombiano Vives que con
sus ritmos vallenatos puso a bailar a los asistentes no sin antes hacer un
llamamiento para que "vuelvan a casa" las personas secuestradas por
las FARC:
Se acabaron las fronteras
"Soñemos que los secuestrados, policías y
militares, vuelvan a casa (...) Toda esta energía va para ellos, para
que eso ocurra".
"Hoy
se acabaron las fronteras", gritó el cantante a la multitud para dar paso
al ecuatoriano Velasco, que abrió su espectáculo con 'Para que no me olvides'
tras asegurar: "Yo nací aquí, en Colombia, en Venezuela, en Ecuador"
y "ustedes son las voces, el mandato que pide la paz".
A
su turno, Alejandro Sanz señaló que ahora "se está haciendo historia en
esta frontera", y que "el
mensaje es muy claro: No queremos guerra".
Una
persona vestida de rojo irrumpió justo en el momento en que el español iba a
cantar, le arrebató el micrófono e hizo arengas en favor del presidente Chávez
antes de ser retirado por los organizadores y la policía.
Las
canciones de Montaner fueron de las más coreadas por todos los asistentes que
podían leer en una tela blanca (el color de la paz) de casi 20 metros de larga
al frente de la tarima el lema del concierto: "Paz sin Fronteras".
Los
asistentes, mitad venezolanos de San Antonio y mitad colombianos de Cúcuta,
abarrotaron los alrededores del río Táchira desde la noche anterior para
asistir al concierto organizado por Juanes y que fue calificado por todos como
"un verdadero éxito".
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