miércoles, 25 de febrero de 2015

719.- LA INAUGURACION DE LA CLINICA BARCO



Gerardo Raynaud

Panorámica del edificio el día de la inauguración

La inauguración de la Clínica de la Fundación Barco fue sin duda, el evento más significativo del año, en la ciudad y la región.

Finalizaba el año 1955, lleno de expectativas por un futuro que auguraba nuevas esperanzas.

El Centro Materno Infantil de Cúcuta, como se llamó oficialmente, fue el legado que 34 años atrás hiciera el general Virgilio Barco, en memoria de sus cinco hijos muertos en la infancia y en memoria de todos los obreros que lo acompañaron en las duras y difíciles tareas de exploración, fundación y explotación de las ‘petroleras’, tal como lo manifestara expresamente el propio benefactor.

El programa inaugural tuvo el esplendor propio de su importancia, con la asistencia de las personalidades más prestantes del país en el sector de la salud, así algunos importantes personajes se hayan excusado de asistir por razones de agenda, como el Ministro de Salud Pública, quien delegó en el doctor Jorge Jiménez Gandica su representación.


Asistentes a la ceremonia de inauguración, a las 4 p.m. del 19 de noviembre de 1955

De todas maneras, era un certamen privado y quienes asistieron representaban similares instituciones reconocidas a nivel nacional, como la Clínica Luz Castro de Gutiérrez en Medellín y el director del Hospital San José de Bogotá, cuya delegación estuvo presidida por el ilustre profesor Manuel A. Rueda Vargas.

Las jerarquías gubernamentales locales, encabezadas por el gobernador Rivera Laguado y el presidente del Consejo Administrativo de Cúcuta, quien a su vez se desempeñaba como Alcalde Mayor, el doctor José Luis Acero Jordán, asistieron y pronunciaron sus correspondientes discursos.

El poder judicial estuvo representado por el señor Juez Primero Civil y la curia por el párroco de la iglesia de San José, Daniel Jordán.


Aviso de invitación a la ceremonia inaugural

Fueron invitados de honor los descendientes directos del general, quienes llegaron procedentes de Bucaramanga, su lugar de residencia, sus dos hermanas y tres hijas, así como tres de sus nietos.

Previamente, el Consejo Administrativo de Cúcuta había expedido el acuerdo No. 29 “por el cual se le rinde homenaje y se ordena la erección de un busto”; acto que se protocolizó el mismo día de la apertura y cuya constancia gráfica se adjunta a la presente crónica.

La ceremonia se inició a las cuatro de la tarde y se desarrolló la programación tradicional de estos certámenes, donde abundaron los discursos y se finalizaba con la acostumbrada bendición y firma del acta de inauguración de los Servicios de Protección Materno Infantil, requisito para dar inicio a las actividades asistenciales objeto de este filantrópico proyecto.

Un breve recorrido biográfico por la vida del general Barco, es absolutamente necesario para reconocer sus virtudes y rendir homenaje a su memoria.

Nació en Piedecuesta y se casó en Cúcuta con doña Edelmira Maldonado y fueron padres de diez hijos.

Fue Prefecto y Personero de la ciudad, destacándose como hombre de costumbres sencillas y acrisolada vida, que peleó por sus ideas cuando éstas se defendían en guerras civiles y que su magna hazaña la cumplió cuando logró descuajar la espesura de la selva del Catatumbo y extraer de las entrañas del subsuelo el preciado fluido que hoy, día de la inauguración, hace cincuenta años, le fuera otorgada en concesión y conocida como la Concesión Barco en su honor. 

Croquis de la planta original de la Clínica


A su muerte, el general dejó establecido un legado en memoria del temple férreo de sus compañeros, no solo en la aventura del Catatumbo sino en todas las demás que asumió, especialmente en el establecimiento de la primera refinería que se montó en Petrolea – nombre que se le dio al lugar donde fue montada-, para obtener el keroseno que luego era transformada en la conocida “luz América” en su planta del barrio Callejón y que competía, a mitad de precio, con el combustible traído del extranjero.

Aunque la aplicación del testamento tuvo múltiples inconvenientes a lo largo de los años siguientes a su deceso, una vez resueltos estos inconvenientes y comenzados a recibir los beneficios de la Concesión, comenzó a consolidarse a finales de 1936, cuando un grupo de ilustres ciudadanos cucuteños conformaron la Junta Administradora del legado y obtuvieron la personería jurídica de la Fundación Barco como entidad de utilidad común.

A partir de ese instante, comenzó la titánica labor de construir una institución como la que hoy conocemos.

En detalle esta hermosa obra, de fines asistencialistas para las clases desamparadas, fue construida en uno de los más pintoresco sitios de la ciudad, con un diseño arquitectónico del tipo “monobloque horizontal” en dos plantas y en forma de C, como se muestra en los planos que acompañan esta crónica, está rodeada de jardines en el centro de los cuales se eleva el pedestal con el busto del benefactor.

Ceremonia del homenaje al  benefactor establecido en el Acuerdo 29 de 1955 del Concejo de Cúcuta

La Fundación se instituyó como un ‘preventorio’ más que como una clínica materno-infantil, atendiendo a aquellas madres desamparadas económicamente que soliciten el servicio desde el inicio del embarazo hasta los 6 meses.

La razón de esta medida es de carácter científico pues se ha comprobado que solo hasta ese tiempo el médico puede intervenir en forma efectiva previniendo y tratando enfermedades que pueden obstaculizar el normal desarrollo del embarazo.

Los servicios ofrecidos eran de la mejor calidad y abarcaban todos los renglones exigidos por el ministerio de Salud de entonces, tales como, consulta externa prenatal, información y estadística, visitadoras sociales, servicios auxiliares como radiología, laboratorio clínico y dentistería.

Además de los servicios adscritos atendidos por médicos especializados en prácticamente todas las áreas de la salud, como órgano de los sentidos, psiquiatría, cardiología, medicina interna, urología, tisiología, dietética y nutrición, etc.

La fotografía tomada en 1956 al cumplirse el primer año de labores del Centro Materno Infantil para madres desamparadas de la Fundación Virgilio Barco, y en ella recordamos a algunos de los miembros del personal científico que allí laboraron por varios años. De izquierda a derecha: Mario Céspedes, Médico Interno; Rafael Lamus Girón, Radiología y Tisiología; Sergio Lamus, Director de los Servicios de Obstetricia; Sara Cárdenas de Ayala, Laboratorio Clínico; Manuel A. Sanclemente, Médico Director; Alberto Duarte Contreras, Servicio de Obstetricia; Carlos J. Ramírez, Servicio de Odontología Preventiva; Lucio Febres Cordero, Director de los Servicio de Pediatría y Carlos Celis Carrillo, Servicio de Anestesia.


Claro que tan magnífica obra no estuvo exenta de las truculencias que siempre rodean estos proyectos y ellas se dieron cuando se propuso la administración interna a una comunidad religiosa que al parecer, conocedoras de las intrigas que se tejían en torno a esa actividad, optaron por negarse a aceptar aduciendo cualquier excusa y generando de paso una cantidad de rumores en contra de la Junta administradora, que por fortuna y por el acertado manejo de sus integrantes y en especial de la entereza y rectitud del gobernador Rivera logró sortear las acusaciones que se le habían hecho a la Junta e incluso al cuerpo de médicos.

De esta manera y llegada la noche de ese recordado 19 de noviembre de 1955, los salones de la que sería la mejor clínica materno-infantil de los cucuteños, abrió sus puertas y sin mayores pretensiones, luego de los brindis de rigor se inicia una de las más bellas y meritorias labores altruistas de la ciudad.





Recopilado por: Gaston Bermudez V.

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