Eduardo
Rozo
Fotografía captada en la vía a El
Pórtico y que evidencia el estado del río Pamplonita. Predominan la maleza y
las piedras y tan solo corre un hilo de agua.
En marzo de 2012, tras el impacto del invierno, el río Pamplonita padecía de estrés crónico. Al año siguiente pasó a ser un enfermo en cuidados intensivos producto del cambio climático y hoy, por la suma de esos factores y el paso de la mano arrasadora del hombre, es considerado un paciente en estado terminal.
La teoría es
corroborada por el deplorable estado en que permanece el río Pamplonita, donde
hay más piedras, lodo y maleza que agua; donde los peces cada vez ven más
reducido su hábitat y deben saltar de charca en charca para alargar su ciclo de
vida.
El río,
desde su nacimiento en zona de páramo en Pamplona y a más de 3.200 metros sobre
el nivel del mar, hasta su desembocadura en Puerto Santander y a una altura de
50 metros sobre el nivel del mar, ha sido explotado indiscriminadamente.
En la parte
alta de la cuenca del río Pamplonita el mayor impacto es por la tala de
bosques, en la parte media los focos de contaminación son la extracción de
material de arrastre y la minería de carbón. En la parte baja, especialmente en
Cúcuta, el no tratamiento de las aguas residuales termina de ahogar al río en
sus propias aguas.
Y como si
fuera poco está la erosión y degradación del suelo, la pérdida de cobertura
vegetal y biodiversidad, el vertimiento de desechos y agroquímicos que son
utilizados para el control de plagas en cultivos a lado y lado del lecho del
río y las captaciones ilegales del líquido.
El
Pamplonita tiene un recorrido de 155 kilómetros y la cuenca tiene incidencia en
10 municipios. De acuerdo con los registros de Corponor abastece al 68 por
ciento de la población del departamento.
Norte de
Santander de acuerdo con el Dane tiene una población, a 2014, de 1’344.038. Eso
equivale a que las aguas del Pamplonita calman la sed de 913.945 personas.
El
Pamplonita es la principal fuente de agua del departamento, pero también es la
más deteriorada.
Está claro
que para recuperarla no solo se requiere de la voluntad política de las
instituciones que tienen a cargo su manejo, sino del cambio de prácticas
culturales de los habitantes que se benefician directamente de sus aguas y de
las personas que siguen pensando que el agua aparece con solo abrir una llave.
Si los
nortesantanderanos quieren conservar el Pamplonita, debe invertírsele $470.000
millones, una cifra superior al costo del acueducto metropolitano, $338.000
millones.
La suma es
producto del estudio y ajuste al Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca del
Río Pamplonita (POMCA), hecho por la Universidad Francisco de Paula Santander
(UFPS) y financiado por el gobierno holandés con el apoyo de Corponor, el
Ministerio de Ambiente y la Asociación de Corporaciones Autónomas Regionales
(Asocars).
Dicho ajuste
se hizo durante más de tres años y siguiendo los lineamientos de la Guía
Técnica para la Formulación de Planes de Ordenación y Manejo de Cuencas del
Ministerio de Ambiente.
Lo hecho con
el Pamplonita, de acuerdo con Luis Lizcano, director de Corponor, es una prueba
piloto que será replicada en otras regiones del país. El ajuste tuvo un costo
de $1.020 millones.
De acuerdo
con Jhon Suárez Gélvez, decano de la Facultad de Ciencias Agrarias y del
Ambiente de la UFPS, quien ofició como líder del ajuste al POMCA, la
intervención del Pamplonita debe hacerse a corto, mediano y largo plazo.
“Se
identificaron 13 indicadores que deben contrarrestarse, todos en estado
crítico, tales como: aridez, retención y regulación hídrica, conflicto de los
suelos, presión y densidad demográfica, usos socioeconómicos y productivos”.
Para ello
deben ejecutarse 23 proyectos. José Fabio Torres Parada, politólogo, magíster
en gobierno y políticas públicas, encargado de la fase de formulación de
escenarios para el Pamplonita desde la empresa Sinergia, manifiesta que la meta
es que a 2034, estén todos ejecutados.
Sin embargo,
señala Suárez Gélvez que el Gobierno Nacional debe encaminar acciones conjuntas
con Venezuela, pues de nada serviría recuperar el Pamplonita y que siga
recibiendo la contaminación que baja del río Táchira.
Una de las
propuestas es la construcción de microembalses cerca a zonas urbanas,
aprovechando los años húmedos para almacenar agua y descargarla en épocas de
intensa sequía.
Así mismo,
otra de las grandes apuestas debe ser la habilitación de estaciones de medición
de caudales, pues hoy solo hay dos: en La Donjuana y en el corregimiento Aguas
Claras.
El ingeniero
civil y experto en hidrología, Gustavo Adolfo Carrillo Soto, manifiesta que no
hay registros históricos que permitan medir el comportamiento del río y a
partir de allí evaluar el impacto.
Otras de las
iniciativas a ejecutar son: recuperación de la cobertura vegetal, restauración
ecológica por el impacto del cambio climático y elaboración de un diagnóstico
para proteger la fauna y la flora.
También está
la adecuación de infraestructura para la reducción de las aguas residuales que
caen directamente al río y la actualización de estudios topográficos para
construir acertados mapas de riesgos.
De ser el
caso, deben reubicarse a las familias que habitan en zonas de influencia del
río e implementar sistemas agroforestales.
En materia
minera, señala el ajuste al POMCA que debe sensibilizarse la problemática y
establecer zonas de protección de acuerdo con las leyes ambientales y la
gestión minero-ambiental.
De acuerdo
con Carrillo Soto, los habitantes de Cúcuta deben hacer un uso racional del
agua, por tanto en la ciudad es uno de los puntos donde menos llueve.
La variación
de la lluvia dentro de la cuenca está entre los 800 milímetros al año hasta los
2.200 milímetros al año. En Cúcuta normalmente llueven 1.000 milímetros al año.
Todas estas
apuestas se harán exitosas en la medida en que Corponor no vacile en gestionar
los recursos. Se requiere del apoyo del Gobierno Nacional y que la ciudadanía y
gremios productivos entiendan que el agua es un recurso ambiental no renovable.
¿Qué hacer en sequía?
El hidrólogo de la UFPS, Gustavo Adolfo Carrillo Soto, manifestó que esta época de sequía es ideal para hacer estudios que permitan proteger la infraestructura.
“Hay que revisar diques, sedimentadores en el área metropolitana, las estructuras que sostienen los puentes e identificar puntos vulnerables a deslizamientos para cuando vuelva el invierno”.
Otro de los riesgos es la cantidad de maleza que ha crecido en el río por la ausencia de agua, la cual se desprenderá en invierno y podría afectar sistemas de desagüe, estructuras de puentes, causar represamientos y con ello deslizamientos.
“Hay que hacer un recorrido punto a punto y mirar donde es conveniente retirar este tipo de plantas al igual que los escombros”.
La época de sequía también sirve para que se ejecute un plan de sensibilización ambiental que permita a la ciudadanía conocer el impacto que las malas prácticas del hombre están causando al río Pamplonita y así generar acciones conjuntas de conservación.
Eliminación de trinchos
Los trinchos que mantenían desviado el cauce del río
Pamplonita en cinco puntos identificados por la Corporación Autónoma Regional
para la Frontera Nororiental (Corponor) fueron retirados ayer por técnicos del
Consejo Municipal de Gestión del Riesgo.
Con esto, se devuelve la normalidad al cauce del principal afluente que surte de agua potable a Cúcuta, cuya captación en la bocatoma del corregimiento de San Pedro estaba amenazada.
Estos desvíos del cauce del río fueron protagonizados por productores de arroz que ahora enfrentan procesos sancionatorios ambientales ante Corponor.
Se retiraron trinchos de los sitios conocidos como Tomás Moros (La Garita), y en Los Vados, donde se estaba acaparando más de 70 por ciento del agua del río para actividades agrícolas.
El Consejo Municipal de Riesgo advirtió a los productores de arroz a que desistan de seguir desviando el cauce del río de manera ilegal, porque de ser descubiertos de nuevo podrían enfrentar procesos penales además de la suspensión definitiva de la concesión de toma de agua.
Nivel del río es crítico
Estas prácticas irregulares llegaron a poner en riesgo la captación de agua en la planta de producción de El Pórtico que abastece del 70 por ciento del agua que consumen los cucuteños.
La captación antes del retiro de los trinchos en Bocatoma era de 1 mil 700 litros por segundo, por lo que se espera que a partir de ahora empiece a normalizarse el caudal para alejar el fantasma de un racionamiento de agua a los cucuteños.
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