viernes, 2 de octubre de 2015

818.- CUCUTA, la capital de los toches



Camilo Galván


Toche, en el sentido real de la palabra, hace referencia al pajarito de plumaje amarillo, de alas y cola negra que no supera los 22 centímetros de longitud,  que   revolotea por entre cujíes, matarratones, acacias y frutales en busca del alimento diario. La inocente y diminuta ave se convirtió no solo en el  ícono lingüístico de los cucuteños, sino en parte de su identidad cultural.

“No sea tan toche”, es la expresión común de los cucuteños. No es una grosería, solo es la costumbre que tienen al hablar, haciendo popular está palabra entre los  nacidos y  llegados a esta zona que rápidamente fueron adaptándola al vocabulario. A los que no conocen el significado hay que explicárselo para que no caigan en errores al escucharla.

En el resto del país una manera fácil de identificar a los nacidos en la tierra de Juana Rangel de Cuéllar es esperar a que pronuncien el famoso ‘toche’. En ese momento se marca la diferencia con paisas, costeños, vallunos, santandereanos, bogotanos, pastusos y cafeteros. En ninguna otra región colombiana entienden el valor de esta expresión.

Para el resto del país los nacidos en estos lares no son cucuteños, son ‘cucutoches’. Esta es la tierra de los ‘destochados’, las ‘tochadidas’ y los ‘tochones’. El término tiene tanto valor y fervor para quienes lo pronuncian en diferentes sentidos y oraciones. Para los pobladores no es una más de las frases aceptadas por  la RAE. Es distinción, forma de vida, intercambio cultural, admiración, respeto. Es una región.

En muchos casos, cuando se usa la palabra fuera de contexto, tiende a confundirse con las partes genitales varoniles o hace referencia a una grosería. Decir “no sea tan toche” resulta ofensivo, enerva y hasta invita a la pelea, dependiendo del tonito con que se pronuncie. Quienes no la entienden hacen mala cara al oírla y prefieren no repetirla. Toche es una palabra con alta carga semántica que puede incluso  excluir.

Estos toches, presumidos, jocosos, que no le temen a nada y que tienen como amigo fiel al rebusque, son capaces con un simple “destochese que es pa’hoy”. Esto significa que debe hacerse la tarea de manera ágil, sin descanso  y eficaz, en tiempo récord.

La única Avenida Cero del mundo tenía que ver crecer e interactuar a cerca de 566.244 habitantes ‘destochados’ de la capital de Norte de Santander. Cúcuta, con temperatura promedio entre los 27 y 36 grados centígrados, es el escenario perfecto en donde la expresión ‘toche’ no contiene significado grosero o vulgar. Por el contrario, es sinónimo de orgullo e identidad.

Tal vez, para los que esta tierra no vio nacer, los que llegaron con el paso de los años atraídos por la buena vida que se llevaba acá, los que estuvieron de visita y se amañaron, los que vienen y se van, el empleo de la palabra no es más que una acción rutinaria que se utiliza como adjetivo calificativo y como referente para quien comete acciones tontas o estúpidas.

Su uso es inimaginable. Expresa rabia, ‘¡no se tan toche!’; burla, ‘mucho toche’; desesperación, ¡corra, toche!’; hambre, ‘coma toche’; autoridad, ¡venga, toche!’; dolor, qué dolor tan toche’; viveza, ‘mire, toche’, y agilidad, ‘muévase, toche’.

El significado varía de acuerdo  con la situación, el contexto y el emisor. Es de esas armas que tienen doble filo, que pueden herir o divertir a la vez, puede tener la connotación más tierna o la más ofensiva que desee quien la emplea.

Delfina Chacón, cucuteña, dueña de una tienda en el centro de la ciudad, recordó entre risas parte de la infancia. “Cuando mamá estaba enojada con mis hermanos y conmigo lo peor que nos podía pasar era que nos dijera háganse los ‘tochones’ conmigo, o es que me quieren ver la cara de toche. Ahí sabíamos que la muenda que nos iba a  dar era inevitable”.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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