Camilo
Galván
Toche, en el sentido real de la palabra, hace
referencia al pajarito de plumaje amarillo, de alas y cola negra que no supera
los 22 centímetros de longitud, que revolotea por entre
cujíes, matarratones, acacias y frutales en busca del alimento diario. La
inocente y diminuta ave se convirtió no solo en el ícono lingüístico de
los cucuteños, sino en parte de su identidad cultural.
“No sea tan toche”, es la expresión común de los
cucuteños. No es una grosería, solo es la costumbre que tienen al hablar,
haciendo popular está palabra entre los nacidos y llegados a esta
zona que rápidamente fueron adaptándola al vocabulario. A los que no conocen el
significado hay que explicárselo para que no caigan en errores al escucharla.
En el resto del país una manera fácil de identificar a
los nacidos en la tierra de Juana Rangel de Cuéllar es esperar a que pronuncien
el famoso ‘toche’. En ese momento se marca la diferencia con paisas, costeños,
vallunos, santandereanos, bogotanos, pastusos y cafeteros. En ninguna otra
región colombiana entienden el valor de esta expresión.
Para el resto del país los nacidos en estos lares no
son cucuteños, son ‘cucutoches’. Esta es la tierra de los ‘destochados’, las
‘tochadidas’ y los ‘tochones’. El término tiene tanto valor y fervor para
quienes lo pronuncian en diferentes sentidos y oraciones. Para los pobladores
no es una más de las frases aceptadas por la RAE. Es distinción, forma de
vida, intercambio cultural, admiración, respeto. Es una región.
En muchos casos, cuando se usa la palabra fuera de
contexto, tiende a confundirse con las partes genitales varoniles o hace
referencia a una grosería. Decir “no sea tan toche” resulta ofensivo, enerva y
hasta invita a la pelea, dependiendo del tonito con que se pronuncie. Quienes
no la entienden hacen mala cara al oírla y prefieren no repetirla. Toche es una
palabra con alta carga semántica que puede incluso excluir.
Estos toches, presumidos, jocosos, que no le temen a
nada y que tienen como amigo fiel al rebusque, son capaces con un simple
“destochese que es pa’hoy”. Esto significa que debe hacerse la tarea de manera
ágil, sin descanso y eficaz, en tiempo récord.
La única Avenida Cero del mundo tenía que ver crecer e
interactuar a cerca de 566.244 habitantes ‘destochados’ de la capital de Norte
de Santander. Cúcuta, con temperatura promedio entre los 27 y 36 grados
centígrados, es el escenario perfecto en donde la expresión ‘toche’ no contiene
significado grosero o vulgar. Por el contrario, es sinónimo de orgullo e
identidad.
Tal vez, para los que esta tierra no vio nacer, los que
llegaron con el paso de los años atraídos por la buena vida que se llevaba acá,
los que estuvieron de visita y se amañaron, los que vienen y se van, el empleo
de la palabra no es más que una acción rutinaria que se utiliza como adjetivo
calificativo y como referente para quien comete acciones tontas o estúpidas.
Su uso es inimaginable. Expresa rabia, ‘¡no se tan
toche!’; burla, ‘mucho toche’; desesperación, ¡corra, toche!’; hambre, ‘coma
toche’; autoridad, ¡venga, toche!’; dolor, qué dolor tan toche’; viveza, ‘mire,
toche’, y agilidad, ‘muévase, toche’.
El significado varía de acuerdo con la situación,
el contexto y el emisor. Es de esas armas que tienen doble filo, que pueden
herir o divertir a la vez, puede tener la connotación más tierna o la más
ofensiva que desee quien la emplea.
Delfina Chacón, cucuteña, dueña de una tienda en el
centro de la ciudad, recordó entre risas parte de la infancia. “Cuando mamá
estaba enojada con mis hermanos y conmigo lo peor que nos podía pasar era que
nos dijera háganse los ‘tochones’ conmigo, o es que me quieren ver la cara de
toche. Ahí sabíamos que la muenda que nos iba a dar era inevitable”.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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