Renson Said
Cúcuta actual
Cúcuta es una bomba de tiempo. Los distintos conflictos que durante décadas
se manifestaban de forma aislada, ahora se reúnen, como en un turbión, para
provocar el caos: el desempleo, la inseguridad, la guerra, el secuestro, el
microtráfico, el raponazo callejero, las extorsiones a comerciantes, la
delincuencia común, el pagadiario.
Volvieron los panfletos con amenazas de grupos paramilitares.
En el barrio Pescadero hay que encerrarse a las nueve de la noche.
En San Miguel nadie puede caminar por las calles después de las 10 pm.
En San José asaltan en motocicleta, y a plena luz del día, las peluquerías,
las tiendas, los abastecimientos.
No hay autoridad civil ni policial.
En el barrio Alfonso López hay una zona llamada La Tomatera. Allí la
autoridad la ejerce la delincuencia: jóvenes menores de edad y armados hasta
los dientes controlan el área.
El expendio de droga se hace a la luz del día y nadie entra ni sale sin
permiso de los jefecillos de cuadra. Me cuentan que por allí no se asoma la
policía porque los reciben a bala.
Pero si las autoridades no van a la zona roja, tampoco visitan la zona
rosa: en el parque Colón, a cuatro pasos del CAI, se reúnen de noche
expendedores de droga.
Los fines de semana el parque se convierte en un gran burdel: parejas
teniendo sexo oral en las bancas, encima de las casetas, entre los arbustos.
El otro día una señora se quejó de que siempre, al medio día, un grupo de
jovencitos de colegio se reúnen allí para drogarse. La señora, que debe ser de
las de antes, que se escandalizan por todo, fue al CAI a poner la queja. El
policía que la atiende la regaña: -Pues si no le gusta lo que ve, camine por
otro lado.
A la señora no le gustó lo que vio y entonces se fue por otro lado.
Eso hacen las autoridades: asesinan, por ejemplo, al poeta Pedro Cuadro
Herrera, y las autoridades se van por el lado que no es, por el lado en que
ellas, las autoridades, salen bien libradas: fue un intento de robo.
Pero no dicen que lo que robaron fue la vida de un hombre, de un ciudadano:
“le robaron el reloj, un anillo y la billetera”.
Y es por eso, por negar la realidad, y “caminar por otro lado”, que la
misma realidad nos desborda: el desempleo, la inseguridad, la guerra, en fin.
De 182 asesinatos en 2014, 139 fueron bajo modalidad de sicariato.
De modo que sí, esto está que estalla por algún lado. Lo que vivimos hoy en
Cúcuta es peor que el terremoto de 1875 y que la epidemia de fiebre amarilla
que azotó a la ciudad a finales del siglo XIX.
Un forista de Facebook lo resumió con deslumbrante franqueza: “nos están
matando de a poquito”.
Y si creen que exagero, pregúntenle a Pedro Cuadro Herrera, y verán.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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