Angely Castaño/Camila Rueda
‘El Alfarero’ inició trabajos como
campamento infantil en el barrio Belén, al occidente de Cúcuta. Mil metros
cuadrados quedaron a disposición de niños y jóvenes, cuatro veces al año.
La violencia sufrida en el lugar, clasificado en el estrato dos, fue el
motivo principal para fundar la casa. Al principio, los llamados recibían
orientación y proyección de vida.
“Las bandas criminales se peleaban a los jóvenes”, dijo Orlando Obregón
Sabogal, fundador y director de la Casa de Espiritualidad, y les ofrecían
dinero para pertenecer a esos grupos al margen de la ley.
“Nosotros les ofrecíamos arte, estudiar la biblia… Creo que ganamos”.
Al iniciar la obra, se reunía la comunidad para buscar maneras de
tolerancia para con homosexuales y prostitutas que vivían en el barrio. Debían
aceptarlos en cumplimiento del mandamiento de Jesús de amarse los unos a los
otros.
El objetivo del lugar es formar niños y jóvenes en la fe cristiana, que
contribuyan a la sociedad como voceros del Evangelio y promotores de los
derechos humanos. De esta manera se evita que los chicos accedan a las
tentaciones.
En el campamento aumentaron los participantes y surgió la necesidad de la
construcción de la Casa de Espiritualidad ‘El Alfarero’.
En 2012, Obregón recibió la pensión del Ministerio de Trabajo y la invirtió
en el inmueble.
La infraestructura tiene el oratorio ‘Oscar Arnulfo Romero’ (mártir de la
Iglesia Latinoamericana), la biblioteca ‘Jaime Prieto Amaya’ (obispo de
Cúcuta), el salón dedicado al papa Francisco, zonas verdes, área de actos y el
cuarto con 20 camas en honor a los que contribuyeron al crecimiento de ‘El
Alfarero’.
Álvaro Gómez, párroco de la iglesia Nuestra Señora de Belén, bendijo la
casa en 2014.
El padre William Santamaría agradeció a Dios por permitirle contemplar la
obra que empezó en el suelo y con carpas. Trajo a la memoria los días de
campamento en los que enseñaba la Palabra de Dios y daba lecciones de
liderazgo.
Hoy, los jóvenes se superan y cursan carreras profesionales, lo que lo
enorgullece, porque se proyectan para servir a la comunidad.
Desde el 23 de marzo de 2015, la Casa de Espiritualidad ‘El Alfarero’ se
constituyó como fundación ‘El Divino Alfarero’. Se formalizó el acta de
constitución con los socios fundadores Orlando Obregón, Oscar Javier Calderón,
Carlos Eduardo Escalante, William Ramón Santamaría, Jairo Cárdenas Vega, Javier
Orlando Obregón Tinoco, Kelly Johana Benavides, Luis Alfredo Mogollón y Gloria
Cecilia Obregón.
Calderón Barragán, representante de los jesuitas en Cúcuta, dijo que la
fundación utiliza los valores en la formación de los jóvenes. La Red de
Jesuitas tiene como objetivo impedir que niños y jóvenes se vinculen al
conflicto armado.
Desde España, el sacerdote Elías López envió una carta de felicitación por
los 10 años de servicio de la Casa a la comunidad. “Cómo darles las gracias por
ser un espacio de puertas abiertas para la reconciliación y la paz… Gracias por
acoger como el verdadero hijo en su casa al Servicio Jesuita, refugiados
y a la comunidad”.
Gloria Obregón, residente en Pereira, ha estado al tanto del avance de la
fundación. “Esto era un terreno, no había nada, solo la voluntad de Orlando y
de los colaboradores de ‘El Alfarero’. Al rescatar a los jóvenes que no tienen
educación y formarlos, siento alegría de ver cristalizados nuestros esfuerzos”.
Monseñor Julio Cesar Vidal les pidió a los muchachos aprovechar “este lugar
que ha sido inspirado por el Señor para conocerle, amarle y servirle”.
En la actualidad se hacen campamentos infantiles, prejuveniles y juveniles.
Se espera que después de consolidada la fundación no cambie el objetivo, sino
mejorar lo que se hace y ponerla al servicio de la cuidad.
Orlando Obregón, en la juventud, destacó como líder comunitario y
sindicalista. Ocupó el ministerio de Trabajo y la presidencia de la
Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Pasó largos años en Bogotá.
En el 2005, regresó al barrio Belén. Con apoyo del sacerdote William
Santamaría convirtió en campamentos infantiles el lote en el que vivía. Vecinos
ayudaron con mercados y la Iglesia se vinculó al proyecto.
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