Gerardo
Raynaud
Camilo Torres, en sus tiempos de ejercicio sacerdotal
La muerte del cura Camilo Torres, quien recibió tres disparos, afectó
sensiblemente la conciencia de los que tuvimos oportunidad de conocerlo.
La noticia más trascendental con que amaneció el año, fue sin duda la
muerte del cura Camilo Torres, que a pesar de no ser una noticia local, afectó
sensiblemente la conciencia de varios de quienes tuvimos oportunidad de
conocerlo.
Por este motivo, haré un breve recuento de la noticia que conmovió a la
opinión pública nacional, por las connotaciones que tuviera el que un personaje
de sus condiciones se hubiera inclinado por dedicarse a la lucha armada y
abandonar la pelea que venía dando desde su posición en la Universidad
Nacional.
Recuerdo que en una ocasión, unos meses después, en una reunión informal,
en mi casa, con el general Valencia Tovar, tuve oportunidad de escucharle decir
cómo se habían desarrollado los eventos que llevaron a tan fatal terminación.
Tal vez la principal circunstancia que llevó a la desgracia al sacerdote,
no fue otra que su falta de experiencia en el combate de campo, hecho que
aprovecharon los soldados de la quinta brigada para poner fuera de combate a
cinco guerrilleros, entre los cuales estaba Camilo.
Según el general Valencia, prueba de su falta de práctica, es que no
llevaba uniforme ni ropa adecuada para las faenas que demandaba una acción en
el monte, caracterizado por una espesa selva en la cual era difícil marchar.
El padre Camilo recibió tres disparos uno de los cuales, en el cuello, le
quitó la vida; al recibir el informe de la operación, el mismo general Valencia
se apersonó de la situación y ordenó la inhumación en un lugar que no fue
revelado sino muchos años más tarde y solamente a sus familiares más cercanos,
razón por la cual, aún hoy en día, se mantiene en reserva.
El encuentro fue implacable entre los ochenta subversivos y la patrulla del
ejército, toda vez que las bajas en las fuerzas del orden sumaron cuatro
soldados y heridos un oficial –teniente- y un suboficial.
La noticia se regó como pólvora en todo el país, pero especialmente en el
municipio de San Vicente de Chucurí, donde se sucedieron los hechos, al punto
que las autoridades regionales tuvieron que decretar la ley seca y la
prohibición del porte de armas y aunque se pensó decretar un toque de queda,
éste no fue necesario, pues no hubo mayores alteraciones del orden público.
Comenzando el año, en febrero para ser más específico, una noticia alborotó
el avispero social y político de la ciudad y todo por una comisión que no le
fue pagada a un intermediario en la venta de un automóvil.
Todo el escándalo se debió a que ‘Calzones’ que era el intermediario, se
quejó ante el Secretario de Hacienda Municipal, el doctor Holger Vanegas
Navarro, porque en la Secretaría de Tránsito le habían pedido la suma de
quinientos pesos para realizar el trámite de la venta del automóvil de placas
J1-0461 de propiedad de don Eliseo García, gestión que le sería realizada de
manera inmediata, en caso contrario tendría que esperarse hasta que se
surtieran todas las instancias, las cuales demorarían varios días.
Don Eliseo se mostró extrañado porque ‘Calzones’ le estaba exigiendo esa
suma, dizque para pagar la coima que le solicitaban en Tránsito, así pues, que
después de una corta entrevista con el Secretario de Hacienda, éste
encolerizado por tamaño despropósito, llamó a don Pablo Marciales, Secretario
de Tránsito produciéndose una fuerte discusión, a tal punto que el secretario
Vanegas Navarro llamó esa misma tarde a los periodista a una rueda de prensa
para informarles que ese mismo día había decidido enviar una terna al
Ministerio de Fomento –que en esa época regulaba el tránsito a nivel nacional-,
para solicitar el relevo del Secretario Marciales y de paso, aprovechó para
informar al gobernador, acerca del maltrato que este funcionario daba al
público que asistía a su despacho.
Lo que no sabemos fue lo que sucedió posteriormente y en qué terminó el tan
sonado caso, así que ahí les dejo la inquietud, para quien conozca el desenlace
de este lúgubre asunto, nos lo haga saber que le estaremos muy agradecidos.
Y como se dice en el ambiente periodístico, van dos noticias al cierre de
esta crónica; la primera tiene que ver con el nombramiento del alcalde de
Chinácota en el año en mención, un personaje de gran valía y para fortuna de
todos, aun hoy con vida y salud, a pesar de su encuentro desafortunado con el
virus del chicunguña, tan de moda por estos días en nuestra capital.
Rafael Meléndez, funcionario que venía desempeñándose en los más diversos
cargos de la administración pública regional, había sido nombrado para el mismo
cargo en el municipio de Lourdes pero al parecer, por razones más políticas que
ideológicas, rechazó la honrosa designación.
En la población chitarera, su nombramiento fue recibido con especial
agrado, toda vez que por su experiencia, conocimiento y espíritu progresista,
se esperaba cumpliera una magnífica labor.
Don Rafael se había desempeñado como personero municipal en varios de los
principales pueblos del departamento y había sido además, alcalde del municipio
de Pamplonita.
Previo a su investidura, se desempeñaba en un alto cargo en la Empresa de
Teléfonos del Norte de Santander.
La última noticia de esta crónica trata de un hecho desafortunado, de
un accidente de tránsito que afortunadamente no tuvo consecuencias graves pero
si trajo desazón y congojas a la familia de los involucrados.
Las personas que sufrieron las consecuencias de la colisión, eran madre e hija,
dos dignas representantes de sociedad cucuteña, doña Victoria Blanco y su
heredera Gladys Páez.
Doña Victoria se desempeñaba en la secretaria del sub comando de la Policía
Nacional, hacia donde se dirigía en el momento del incidente, metros antes de
terminar el puente Elías M. Soto.
La imprudencia del bus de Cotranorte de placas FP-7106, parece que
por exceso de velocidad no apreció la disminución en la marcha de la camioneta
que conducía su hija y la embistió, aunque sin consecuencias graves, el automotor
sufrió deterioros de consideración.
Las ocupantes del vehículo siniestrado no requirieron hospitalización, a
pesar del estado de gravidez que presentaba la conductora.
Tal vez el más conmocionado de toda esta eventualidad, fue el empresario Adán
Avendaño, esposo de la conductora, precisamente por el delicado estado que
exhibía, pero solamente fue el susto y algunos moretones que no resistían mayor
gravedad.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
Buenas tardes, Sr Bermudez. Recuerda anecdotas del personaje "el indio Martin," Motilon-Bari que sobresalio en el deporte y como personaje muy querido por los cucutenos? Cielo2259@aol.com
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