viernes, 13 de noviembre de 2015

841.- ¿NOS DEJO EL TREN?



Manuel Guillermo Camargo Vega


Quisiera plantear un proyecto que tiene más de un siglo de atraso en su ejecución. Desde finales del siglo XIX se planteaba la construcción de un tren desde Cúcuta hacia el Magdalena Medio, buscando integrar Cúcuta con el país dado el aislamiento del centro del país que presenta la región, teniendo de por medio la cordillera Oriental.

Era la época del tránsito de los Estados Unidos de Colombia, siendo nosotros parte del estado soberano de Santander, a la República de Colombia y aunque un tren nos sacaba al Caribe por Venezuela, queríamos independizarnos del poder maracucho saliendo al Magdalena colombiano, entonces navegable, y de allí a los puertos del Caribe.

La existente sociedad del tren era una sociedad por acciones abierta al público.

En el siglo XX se acabaron los trenes, la navegabilidad por el Magdalena y los servicios públicos privados.

La segunda mitad del siglo XX fue la época del estado empresario y asistimos al espectáculo de empresas públicas inoperantes, burocráticas, politizadas y destructoras de valor.

La Constitución de 1991 mejoró algo de esto, aunque empeoró otras cosas. Hoy se está trabajando en recuperar la navegabilidad del Magdalena, recuperar los trenes y sería bueno volver a considerar el tren de Cúcuta al Magdalena Medio.

Las condiciones actúales son distintas, aunque algunas cosas no han cambiado. El aislamiento frente al país permanece, pues estamos comunicados con carreteras de bajas especificaciones que implican sobrecostos de transporte y en consecuencia, baja competitividad regional, sin hablar de una canasta energética deficiente.

Pero muchas cosas sí han cambiado. Hoy el Catatumbo no es tierra de promisión sino tierra de perdición, y Venezuela es un estado fallido aunque hace un siglo era caldo de dictaduras.

También ha cambiado, mejor dicho, empeorado la visión nacional sobre la región, pues en su planeación la salida de Venezuela al Pacífico se mirará por el Arauca con vías planas de altas especificaciones, cuando ese país inicie su reconstrucción.

Para el gobierno nacional, hoy, el Catatumbo y la frontera en general son “zonas de conflicto” y posibles “territorios de paz”, mostrando con ello el deseo de entregarle control de esas zonas a las Farc.

El tren debería ser una concesión a largo plazo, de inversión extranjera, que para el interior del país no pasa de ser una locura financieramente no viable.

Y por financiera quiere decir recuperación de la inversión en el corto plazo creando una paradoja de analizar un proyecto de largo plazo con herramientas de rápido retorno.

En su época el trazado más viable era por el Catatumbo, atravesando la cordillera en su punto más bajo, garantizando así pendientes adecuadas a la tecnología de entonces. Hoy ese trazado además de ser el más largo es un reto de seguridad.

Hoy la conexión lógica es entre las dos ciudades principales del departamento: Cúcuta y Ocaña, que sería el eje de mayor productividad del departamento, y el Catatumbo se conectaría por un ramal a Sardinata.

El tren es un proyecto estratégico en lo geopolítico, además de singular en muchos sentidos. Sería el primer tren colombiano no dedicado al carbón que tendría dirección oriente-occidente, de carga multivariada y con posibilidad de conexión internacional.

Es un proyecto con vida útil de 100 años y debe analizarse su costo de capex y opex al menos en 50 años, considerando tecnología de punta en su operación y la construcción de túneles.

Es para jugadores mundiales y de largo plazo. Una de las quejas del proyecto es si la demanda permite esa inversión, pero es claro que un proyecto de estos es un motor de desarrollo que explica en el caso de los trenes del oeste norteamericano un PIB de entre 1% y 2% durante un siglo.

El problema de este proyecto es que es a la vez la solución logística de la región y el que mayores contradictores tiene. Por eso debe ser de impulso regional.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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