sábado, 21 de noviembre de 2015

845.- TRES ARTISTAS MUESTRAN SUS TRAZOS EN LA CALLE



Laura Serrano Díaz

De izquierda a derecha Showy, el grafitero; Jhoan, el dibujante y Elí, el artista.

Jhoan es dibujante de retratos realistas, Álvaro pinta sobre lienzos y Jeider es grafitero. Los tres tienen la capacidad de crear arte con las manos, poseen el dominio de una técnica impecable.

Las obras que exponen en papel, lienzo y paredes son fiel testimonio. Todos hacen de la habilidad artística una manera de lucrarse.

Cada uno está disperso, tan disperso como sus obras. En la esquina de la avenida 5 con calle 11 está el dibujante. Cuatrocientos metros antes, por esa misma calle, Álvaro expone los cuadros al óleo en busca del primer cliente del día. Mientras, Jeider se las ingenia en la casa para quedar satisfecho con la próxima descripción colorida.

Los tres alardean de lo que hacen, aunque con disimulo evitan que se les note.

Es el caso de Jhoan, dibujante que en cada retrato compromete el alma. Tal vez porque le recuerda a su padre que le dejó una colección en carboncillo como herencia, y no quiere defraudarlo.

Se ha convertido en referente del dibujo realista en Cúcuta. No le tiene miedo a cobrar lo que vale el trabajo, porque sabe que su producto no tiene competencia. Aunque, a veces, se enoja cuando lo comparan y ante eso saca su mayor arma: los dibujos. Cuando lo hace, guarda silencio y dejan que el trabajo lo defienda.

Transeúntes y clientes se acercan al artista y fotografía en mano desean que les produzca un retrato a blanco y negro o en sepia.

Lograr que desconocidos le dejen la mitad o la totalidad del pago por el trabajo, le ha costado más de 8 años de experiencia y permanecía en ese lugar.

—¿Qué ha pasado, amigo artista? ¿Qué tiene de lo que le gusta a mi hijo?—preguntó un cliente.

—Pues qué le digo, hermano… usted la vez pasada llevó fue… el Guasón ¿cierto?—respondió Jhoan.

—Sí, sí el Guasón. ¿Tiene a Batman?

—No, ahora no tenemos nada así. Pero sí usted quiere se lo hacemos.

—¡Oiga! ¿No hizo la muñequita esa que le dije?

—No, usted no me dio el nombre y sin eso, es difícil.

—Bueno, bueno, artista, voy a ver cómo hago para saber el nombre y le cuento.

—Eso, hermano, así sí.

No todo lo que dibuja es para la venta. De vez en cuando pinta para él, y cuando quiere, se inspira en personajes que han marcado el mundo.

Una vez elaborados, los expone, pero no para venderlos, sino para atraer clientes. No les pone precio, porque simplemente no están a la venta, por más oferta que hagan.

—Un día pasó un señor y vio uno de mis trabajos, el de la madre Teresa de Calcuta, sacó $ 100.000 pesos y me dijo “me lo llevo”. Enseguida le dije que no, que no podía, que era como un hijo para mí y se fue asombrado. Pero más asombrado quedó mi primo que trabaja conmigo, pues sabía que andaba sin un peso y aun así me negué a venderlo.

Lujo que no se puede dar Álvaro Elí Chinchilla, más conocido como el artista Elí, quien llegó hace 10 años a Cúcuta desde de Aguachica (Cesar).

Tiene la experiencia y el talento de pintar al óleo, pero no la dicha de sentirse afortunado con lo que hace. Todo lo resume en que el arte como trabajo “es muy duro”.

Aunque no se arrepiente de ser pintor empírico, reconoce que lo que decidió un día, hace más de 30 años, ha sido lo más luchado y complicado. Sin embargo, no le queda de otra: todos los días se llena de fuerzas y vuelve a su ritmo, y sale adelante.

Y así, mientras en los lienzos plasma tonalidades, de colores unas, y oscuras otras, se le pasa la vida al tiempo que expresa lo que tiene en su ser.

El que vive sin lamentos es Jeider, grafitero local que se hace llamar Showy.

Flaco, de voz clara y pausada, en el rostro destaca el grueso de las cejas que combinadas con el atrevido tamaño de los ojos negros desafían siempre con mirada penetrante.

Tiene 27 años y describe su vida como alegre y sencilla, y reconoce que siempre ha sido así. Siendo un niño campesino metido entre las montañas de Ocaña disfrutaba la vida con lo poco o mucho que lo rodeaba.

Nunca imaginó ser lo que es. El destino lo trajo a Cúcuta a  mostrarle que aquel premio por crear el mejor dibujo rural en el colegio lo encaminaría a un mundo diverso, lleno de elogios y críticas, de reflexiones y juicios y con la única advertencia que el lienzo es la calle.

Desde entonces, se ha ganado pleitos con la gente y la policía, pero es normal.

Ha pintado en varias ciudades de Colombia y Venezuela, tiene el crédito de ser el grafitero que pinta la libertad y lo hace inspirado en aves.

No le interesa posicionarse sino posicionar a Cúcuta, que se vuelva referente del arte del grafiti en el país. A veces, ve ese sueño lejos, y de vez en cuando, cercano.

Tiene todo el compromiso para lograrlo, aunque sabe que sin apoyo económico no llegará a ningún lado. Y lo dice refiriéndose a los altos mandos.

Sus pasos han dejado huella, y su único hermano la ha seguido.

-A mí me influenció el hip hop, y yo lo influencié. Es que usted, sin darse cuenta, puede ser una influencia—dice sin trabas.

Para Showy, lo mejor de ser artista callejero es hacer lo que le gusta, sin importar lo que signifique. Siempre aprende a mirar con otros ojos.

Y quizás, pasa igual con Jhoan y Álvaro... Por algo insisten en hacer del arte informal un motivo para mirar con otros ojos.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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