viernes, 27 de noviembre de 2015

848.- CUCUTA DEPORTIVO, SUBCAMPEON



Gerardo Raynaud

1964.- Subcampeonato. Parados de izquierda a derecha: Heriberto Solís, Carlos Zas, Victor Pignarelli, J. Gómez y Julio Brucessi. Hincados en el mismo orden: Gilberto “palomo” Ramírez, Germán “Burrito” González, José Omar Verdun, Elías “El Maestrito” Rincón y Walter “Cata” Roque.

Para los verdaderos aficionados al fútbol e hinchas del doblemente glorioso equipo local, la primera satisfacción y digamos, la única del siglo XX, sucedió finalizando el año 64.

El encanto suscitado en la época de ‘El Dorado’ del fútbol colombiano, durante la primera mitad del siglo XX, cuando nuestros equipos se daban el lujo de adquirir los mejores jugadores del cono sur, especialmente aquellos que habían logrado ganar los campeonatos mundiales iniciales, en particular los jugadores uruguayos, quienes fueron los primeros en hacerse famosos, a costa de la famosa copa Jules Rimet, le dio el primer impulso al balompié nacional.

El Cúcuta Deportivo, a pesar de haber contratado, en sus comienzos, un grupo de jugadores que militó en el equipo campeón del mundo, nunca logró destacarse como uno de los  punteros, quedando ubicado entre el conjunto de los de media tabla.

Esta ha sido una constante que se ha repetido a lo largo de los años y eventualmente han surgido situaciones que se han apartado de la realidad como sucedió en el año arriba citado, cuando estuvo a punto de obtener su primera estrella.
  
Vamos a repasar cuando el Cúcuta logró el primero y único subcampeonato del fútbol colombiano y a darle una revisión somera a lo acontecido durante el torneo de 1964, visto por los ojos de los cronistas locales.

Los personajes que dirigían el equipo eran:  presidente, Enrique Lara Hernández; y como exitoso director técnico, el reconocido Pancho Villegas.

El instructor, además de recordado por haber llevado al equipo, casi, a ganar el campeonato, era asediado por los jóvenes solteros de la época, quienes trataban de ganarse su amistad para quedar bien ante su hija adolescente, una hermosa rubia que atraía las miradas hasta de los más distraídos.

Lástima que el embeleso haya durado poco. Don Pancho fue contratado  al año siguiente por el Deportivo Cali, ciudad en la que se radicó, dejando a más de un atrevido jovenzuelo con las ganas de echarle el brazo a la bella hija del entrenador.

Los cronistas deportivos aseguraron que el mejor equipo visto en la gramilla del General Santander, fue el conjunto paulista Guaraní, que jugó un amistoso, días antes de comenzar el rentado.

El visitante le ganó difícilmente al equipo local 2-1, porque solamente terminando el tiempo reglamentario, el delantero Berico logró el gol del triunfo. Por el Cúcuta, Carlos Zunnino había marcado el primer gol y el empate, obra de Américo, piloto central del equipo de la visita.

La mejor jugada del año corrió por cuenta del delantero que militaba con nuestro equipo: Carlos Zuninno. El veterano artillero motilón hizo una de esas jugadas ‘de antología’ ante el Deportivo Cali en la novena fecha de la primera vuelta –esto cuando se jugaba un solo campeonato de todos contra todos a lo largo del año, como sucede en todas las ligas europeas-, faltando dos minutos para finalizar el cotejo.

Zuninno recibió el esférico por el ala derecha, pasó la pelota por sobre la humanidad del defensa Gallegos, de palomita como se dice en el argot futbolero, haciéndoles la misma jugada a Joaquín Sánchez, a Rossi y al arquero Bruno, quien no tuvo más opción que agarrarlo de las piernas para detenerlo y aún así, cayéndose, alcanzó a cabecear el balón, enviándolo lentamente al arco desguarnecido para que Núñez empujara la pelota que ya se introducía en la portería rival.

Fue tan alabada la acción de Zuninno que inclusive, las noticias trascendieron a los medios del cono sur y lo compararon con un gol similar que Vicente de la Mata, un extraordinario jugador gaucho de Independiente más conocido por el apodo de Capote, le hiciera al River Plate en 1939 y que aún permanecía en la memoria de los fanáticos.

En cuanto al mejor gol, los cronistas deportivos locales estuvieron de acuerdo en reconocer el que hiciera Gilberto ‘el Palomo’ Ramírez, al América de Cali en el partido de la última vuelta del 64.

Este gol se produjo cuando ‘El Palomo’ recibió un profundo pase del ´Culebro’ Rojas, superando la cerrada defensa que había planteado el equipo rival y engañando a los zagueros y al portero Riquelme, quien cubría el ángulo derecho del arco, para rematar inteligentemente al rincón contrario; aunque Riquelme trató, tardíamente, de enmendar el error con una majestuosa estirada, nada pudo hacer, entrando velozmente el balón a las piolas. 

De los jugadores visitantes, el premio al más destacado se lo adjudicaron al brasilero Antonio Cassiano, en la primera presentación del Deportivo Cali, por su actuación de grandes méritos. En esa ocasión se convirtió en el dolor de cabeza de los defensas cucuteños.

Se desplazó por la cancha con personalidad y maestría, demostrando un extraordinario dominio de la pelota, precisión en sus pases, rapidez en el juego y mejor concepción de las tácticas del fútbol.

Por otro lado, como mejor jugador del equipo local, se coronó al uruguayo Julio Artigas Brucessi, referente del conjunto durante el tiempo que permaneció en el grupo de jugadores y todo por su actitud aguerrida, porque luchó con armas leales en todo momento y porque se crecía cuando el marcador resultaba adverso. En resumidas cuentas Brucessi era el émbolo y a la vez el escudo que requería el Cúcuta, cuando la ocasión así lo ameritaba.

En la evaluación que se hacía todos los años sobre el desempeño de equipos y jugadores que transitaban por el General Santander, no podía faltar el reconocimiento al mejor arquero.

En esta ocasión, la distinción  recayó sobre un joven argentino que militaba en las filas del Deportes Tolima y que asombró a la afición por su increíble labor frente a la artillería cucuteña; se trata de Oscar Fontán, un promisorio jugador contratado ese año por el equipo de Ibagué y que en más de una ocasión, lo salvó de goleadas inmisericordes, como lo sucedido a comienzos de diciembre, cuando entró a reemplazar al famoso ‘Manolín’ Pacheco en el arco tolimense y quien con sus espectaculares y seguras estiradas evitó, por lo menos, seis goles cantados. Terminado el campeonato se hicieron algunos contactos para tratar de vincularlo al equipo local, pero por razones financieras y técnicas no se llegó a ningún acuerdo. 

Y para terminar,  solo faltaba incluir en el abanico de premios a los árbitros, esos elementos vilipendiados e insultados,  sin consideración, en todos los encuentros. 

Luego de analizar los distintos personajes del pito que se presentaron para controlar las acciones de las contiendas realizadas en nuestro estadio, el mejor librado fue el silbato extranjero y posteriormente nacionalizado, Mario Canessa.

Se argumentó, que había sido quien más partidos había dirigido en la ciudad y que en sus decisiones había demostrado dar cátedra de buen arbitraje así como de tener una gran visión sobre las jugadas y de ser estricto en sus decisiones.

A comienzos del año siguiente y en un reportaje relámpago que le hicieran al presidente Enrique Lara sobre lo que debía esperarse del equipo para el año 65, la principal respuesta fue la de que se iba a reforzar el equipo con jugadores que le colaboraran al goleador del torneo, el charrúa Omar Verdún y por ello se pensó en varios jugadores, entre ellos a su paisano Américo Montanini que jugaba con el Bucaramanga y quien no manifestó interés en radicarse en la ciudad.

De igual forma, se supo de la salida del entrenador Pancho Villegas, así mismo que uno de los candidatos más opcionados era Luis Alberto ‘El Marciano’ Miloc, quien había sido jugador del Cúcuta y quien tenía ascendiente sobre sus compatriotas uruguayos, pero no se logró acuerdo alguno, de manera que las cosas siguieron igual y el equipo apenas pudo cumplir al año siguiente con sus compromisos sin llegar a destacarse entre los lugares de privilegio en la tabla de posiciones.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario