La Opinión
Así luce
hoy el pozo azul. Las cascadas ya no existen y el nivel del agua bajó en sus
pozos.
Las refrescantes cascadas de Pozo Azul, que a mitad de
camino reconfortaban con su sonido a los visitantes, avisándoles que faltaba
poco para llegar a sus cristalinas aguas, solo quedan en el recuerdo.
En medio del silencio, y siguiendo instintivamente un camino en medio del bosque
tropical seco de San Cayetano, se llega a este escondido paraíso en extinción.
La sequía y la mano
del hombre acabó a pasos agigantados con el principal atractivo turístico de Ayacucho y del corregimiento El Carmen de
Tonchalá.
Con tristeza, los vecinos de la zona ven como a diario
el flujo del agua en este emblemático sitio es menor, lo mismo que el número de
visitantes.
Pozo Azul ya no es el mismo, poco a poco se está
perdiendo este paraíso y aún se sigue esperando los proyectos turísticos que
alguna vez prometió el Área Metropolitana para este sector.
Aunque llegar hasta Pozo Azul ya no es tan tedioso
desde que uno de los finqueros vecinos abrió una trocha para estar en 20
minutos en el pozo, y no en una hora, como se acostumbra, para los visitantes el lugar perdió sus más grandes
atractivos: las cascadas.
Para llegar al pozo más grande se debía cruzar unas
lajas en la parte alta, donde nacía una de las cascadas.
Haciendo alarde de su equilibrio los visitantes pasaban
por el riachuelo en medio de piedras, el mismo riachuelo que hoy por hoy se
esfumó.
Desde la parte alta del cerro se puede extrañar las
desaparecidas cascadas. Un
hilo de agua que cae de un pozo a otro es lo que queda del resbalador natural
que había de estanque a estanque, en la enorme laja
incrustada en la mitad del bosque.
Al bajar el cerro y estar en contacto con las
cristalinas aguas quienes ya han visitado este lugar se dan cuenta del bajo
nivel de los pozos, y de cómo en algunos tramos donde hasta hace dos años hubo
agua, hoy hay tierra y un poco de vegetación.
El lugar está más limpio que de costumbre, ya no se ven restos de comida ni
envolturas o cualquier otro desperdicio en el piso.
Así se veía pozo azul dos años atrás.
El dueño de la finca cercana asegura que es porque él
le vive haciendo aseo al lugar, pero en parte la limpieza dura porque al igual
que el agua el número de visitantes también mermó.
“Además de la sequía a estos pozos le han estado
sacando agua para cultivos labriegos de la zona y ni Corponor ni la Alcaldía
han tomado cartas en el asunto”, denuncia uno de los finqueros que pide que su
nombre quede en la reserva.
“Acá hay unas tomas ilegales con mangueras de 8
pulgadas para distritos de riego en El Carmen de Tonchalá, y dos mangueras más
para fincas vecinas, pero la autoridad nunca viene por acá”, explicó el
finquero.
La comunidad pidió
una pronta intervención de la autoridad ambiental para no dejar morir este
pulmón natural de la región.
En la zona hay 17 concesiones de agua
autorizadas, de las cuales 14 son para el sector productivo y 3 para empresas de acueducto.
Recientemente se identificaron 5 ilegales.
Será zona
protegida? Eduardo
Rozo Jaimes
Una gigantesca y húmeda laja se apodera del bosque. Los
rayos solares se cuelan por las ramas de árboles enanos y penetran en el agua
avivando los tonos azules y verdes del suelo rocoso. A lo lejos, una cascada
incita a darse un chapuzón y el agua cae como ráfagas de puntillas en la
espalda de los osados bañistas.
Hace una década, así lucía Pozo Azul, ícono de la
geografía cucuteña. Hoy, el cuadro es aterrador. La enorme piedra está cubierta de grafitis y en las
cárcavas –sobre las pútridas aguas– flotan platos, cubiertos de plástico y
envolturas de confetis. Los rayos solares activan los fétidos olores de la
cantidad de desechos y la cascada está reducida a hilos de agua.
La sensación del actual Pozo Azul es de asco. Pero,
también es el reflejo de como la mano del hombre altera los bellos parajes del
departamento. Se requiere con urgencia de un ordenamiento social y económico.
Pensar en declarar la zona parque natural, como ha
ocurrido con áreas del páramo de Santurbán, por ahora no es viable. La presencia de minería de carbón lo
impide.
Sin embargo, la figura de Distrito de Manejo Integrado
(DMI), que permite el uso del suelo para fines económicos, sobre todo, para la
conservación, es acertada y la más viable en el mediano plazo para Pozo Azul.
En ese proyecto viene trabajando la Corporación
Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor), en alianza con la
Agencia de Cooperación del Gobierno Alemán (GIZ).
Alcances del DMI
Las áreas que rodean Pozo Azul hacen parte del uno por
ciento de los bosques secos tropicales que sobreviven en el mundo, los cuales tienen como función
prevenir la erosión, regular el clima y la calidad del aire.
La creación de un DMI permitiría la conservación de los
bosques secos, al
tiempo que se aprovecha parte del territorio para la producción, sea agrícola o
ganadera.
A la par “está todo el tema de ordenamiento turístico.
Al proceso se vinculó a GIZ para hacer un estudio en el que se abordó la
capacitad de carga que soportaría la zona.
“Pozo Azul se usa
de manera insostenible, se analizaron los senderos y las problemáticas
ambientales”.
Pozo Azul es compartido por Cúcuta, San Cayetano y
Durania.
Para ingresar debe llegarse hasta el corregimiento El
Carmen de Tonchalá. El
camino largo (2,5 kilómetros, la mayor parte en ascenso) parte en cercanías de
la finca Palmas. El segundo (1,5 kilómetros) inicia en la finca Villanueva, en
la vereda Ayacucho.
Camino a seguir
La propuesta de Corponor para conservar a Pozo Azul y
los bosques secos, busca
la declaratoria de 16.431 hectáreas como Distrito de Manejo Integrado (DMI),
las cuales están distribuidas en cinco municipios.
La declaratoria –previo estudio y trabajo de campo con
las comunidades– es competencia del Consejo Directivo de Corponor.
“Hace un mes se
hizo una reunión para presentar el proyecto y quedó una agenda. Comfanorte se
encargará de la hoja de ruta para el plan turístico”.
A la par debe hacerse un estudio predial que
permita conocer el impacto social al adoptar la figura de DMI.
“Todo
depende de la voluntad de las instituciones vinculadas al proceso. Si se avanza
a buen ritmo antes de finalizar este año estaría la hoja de ruta turística y
cinco meses después el DMI declarado
Qué se frena con el DMI
Una vez se convierta a Pozo Azul y las zonas contiguas
en DMI, se frenará lo siguiente:
La desbordada tala de bosques. La madera se utiliza, en
su mayoría, para hacer palancas que permitan sostener las minas.
La caza de especies como guacharacas, pavas, nutrias, armadillos y
venados.
La ganadería caprina y vacuna debe hacerse
sosteniblemente para no afectar los suelos.
La minería de carbón. En la zona propuesta a convertirse en DMI hay 33
títulos vigentes, de los cuales 21 tienen licencia ambiental.
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