viernes, 15 de enero de 2016

874.- LA ACTUAL NAVIDAD Y AÑO NUEVO EN CUCUTA



Nahúm Sánchez


Por encima de las  posiciones ideológicas que  tengamos y de  los  cambios que hayamos asumido como seres  humanos,  especialmente por  la  madurez que  nos ha  dejado el  inexorable  paso  del tiempo, la proximidad de noche buena y año nuevo, nos llenan el  corazón  de nostalgias y  de  sensaciones indescriptibles.

Los  recuerdos de la infancia, la adolescencia y la juventud, se congestionan en  la memoria y  el alma. Por  supuesto que  ya  todo  es  diferente: lo vemos y sentimos muy distinto.

Sin embargo, todavía  nos conmovemos con  las  novenas  de  aguinaldo,  el  canto de villancicos y  el reencuentro con los  seres  queridos que  retornaron para compartir tan especial temporada.

En las calles y otros lugares públicos,  los  abrazos son  comunes  entre familiares  y amigos  que se “topan” luego  de mucho tiempo de ausencia.

En las  cafeterías del  centro de  la  ciudad,  es normal observar las  miradas sorpresivas y las manifestaciones de cariño entre quienes tienen muchos recuerdos en común.

La compra de colchonetas y ruanas se  ha  vuelto costumbre, para acoger  a  los amigos  y  parientes que llegan a  celebrar el  24 y  31, y además, las “fábricas” de pasteles   o  tamales no  dan  abasto para cumplir con los  numerosos  pedidos.

De igual  forma, los  expendedores  de  carne  de  cerdo,  aumentan el sacrificio de  los infortunados animales  para satisfacer la  demanda de  quienes  prefieren preparar el insustituible alimento en  sus casas.

Con  las  gallinas  criollas ocurre lo  mismo,  los  corrales de  las  huertas de  las viviendas periféricas,  o de  los  campos  cercanos, se  están  quedando vacíos, porque   los parranderos quieren  asegurar los sancochos para  desenguayabar  el 25 de  diciembre y  el  primero  de  enero.



Los  degustadores  de pescado  bocachico o  bagre,  tendrán  que optar por la compra  de mojarra roja, porque la  escasez se nota  desde hace  varios  meses,  y por supuesto, porque  los  precios  están  por las  nubes.

Si hay  problemas con los  alimentos tradicionales, seguramente generados por  el incómodo fenómeno del  niño, los libadores del apetecido licor  extranjero,  el  whisky, tendrán  que  cambiar a las  bebidas embriagantes  nacionales  como   el  aguardiente y  el  ron, porque  el lío fronterizo  con Venezuela, impide  el  contrabando  del producto  etílico, y la  subida  “astronómica”  del  dólar hace imposible la  compra de las  botellas  o  litros estampillados.

Con todos  los inconvenientes que  se  presentan, no  vamos  a  cambiar nuestra característica  de parranderos,  de  tal  manera, que con  escasez y  carestía, disfrutaremos de  Noche  Buena  y  Año Nuevo. 

No obstante los  cambios meteorológicos  pronosticados, afortunadamente el  clima es  el  propio de diciembre, frío en  las  noches y  madrugadas. 

Lástima que  los niños  de  ahora no admiren las ”pajitas del niño  Dios”, porque hay muy  pocos cerros, y  que los  visitantes del  parque  29  de  Mayo no se refresquen con  la  brisa  suave que bajaba desde  Pueblo Nuevo , porque  ya  no  tiene  por donde entrar.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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