Portal Colegio Claudia Mª
Prada
ANGEL VERDE
Reseña: En su base una losa contiene la siguiente
inscripción: “Homenaje perdurable Club de Jardinería San José de Cúcuta y
amigos personales a CLAUDIA MARÍA PRADA DE LEAL. + 5 de febrero de 1999. Por la
paz de Colombia una flor hecha ángel. Cúcuta 5 de febrero de 2000. ‘Ángel
Verde’. Escultor: Ángel M. Ortiz.”
Nació el 26 de enero de 1964 en Bogotá, capital de la
República de Colombia, siendo la menor de una familia formada en valores cristianos,
conformada por sus padres, Mario José Prada García, de Cúcuta y Beatriz Ayala
de Prada, de Piedecuesta (Santander), y sus tres hermanos, Mario, Betty y
Patricia.
Desde niña se distinguió por su
dinamismo, vocación de servicio y liderazgo que le permitieron proyectarse en
las labores sociales de pastoral y de protección a la naturaleza. Se
destacó por su aplicación escolar sobre todo en las matemáticas y el arte,
terminando sus estudios primarios y el bachillerato en el colegio Santo Angel
de la Guarda de la ciudad de Cúcuta.
En su juventud fue sometida a una
delicada operación de la columna, que la obligó a permanecer por más de un año
enyesada desde el cuello hasta la cintura, sin que esta circunstancia le
impidiera celebrar con alegría sus quince años y que aprobara con excelencia su
año escolar, demostrando su temple, coraje y espíritu de superación.
Sus estudios superiores los adelantó
en la Universidad Francisco de Paula, obteniendo en 1988 su título de Ingeniero
Civil con excelentes calificaciones.
En 1987 contrajo matrimonio con el
ingeniero cucuteño Ramón Leal Leal, con quien formó un hermoso hogar, que Dios
les premio con su único hijo Julián Ramón Leal Prada, nacido el 8 de julio de
1991.
Como profesional inició en 1989 en
las Empresas Municipales de Cúcuta, donde se desempeño, desde Jefe de la
sección de Medidores hasta Jefe del Departamento de la Planta de Tratamiento de
El Pórtico en 1994.
Se destacó profesionalmente por su
temple y responsabilidad, permitiéndole proyectar su vocación de servicio
social en trabajos de acueducto y saneamiento básico en los sectores populares
de la ciudad, como la ciudadela de La Libertad, el corregimiento de El Pórtico
y la ciudadela de Juan Atalaya, dentro de lo que se destacan los barrios de Niña
Ceci, Nidia, Carlos Ramírez París, Belisario, en donde es recordada con cariño
y aprecio por líderes y comunidad.
En 1995 se vincula activamente al
sector privado, por medio de la Sociedad Nortesantandereana de Ingenieros,
donde es designada como presidenta para el periodo 1996-1998, destacándose como
la primera mujer en ocupar este cargo honorifico en el Departamento, liderando
y apoyando la realización de proyectos de infraestructura para la región.
Como reconocimiento a su liderazgo
en el sector privado es elegida como presidenta del Comité Intergremial,
asociación honorífica que representa a los sectores gremiales del departamento,
logrando la consolidación del trabajo integrado entre el mismo sector privado y
entes gubernamentales.
De forma paralela al ejercicio
profesional, colaboró con diferentes obras sociales como las emprendidas por su
Parroquia de San Rafael, el Hogar Santa Rosa de Lima, los Hogares Juveniles Campesinos,
la Comunidad del Ñero y el Hogar de las Madres Soltera de las Hermanas de la
Nueva Vida.
Como integrante del Club de
Jardinería San José de Cúcuta, pudo combinar su destreza artística con el amor
por la naturaleza. Desde el Club de Jardinería y como tesorera honorifica
de los Hogares Juveniles Campesinos desarrolló una importante labor social en
la protección del medio ambiente, apoyando a su esposo, que se desempeñaba como
Director General de CORPONOR, máxima autoridad ambiental del Departamento.
Claudia María se destacó como
dirigente gremial, como profesional y como estudiante sin sacrificar sus
responsabilidades en el hogar, en el entorno familiar y social, en donde con la
ayuda de Dios, fue excelente hija, esposa, madre, hermana y amiga.
El 5 de febrero de 1999, muere en el
corregimiento de Villa Sucre, municipio de Arboledas, Norte de Santander, en
medio del fuego cruzado entre el ejercito nacional y la guerrilla, que la había
secuestrado dos (2) días antes en el barrio Buenos Aires de la ciudad de
Cúcuta, cuando en ejercicio de su actividad profesional, supervisaba la
construcción de una escuela.
Por lo inesperado de su muerte, por
lo injusto de su secuestro y por el ejemplo de tenacidad y solidaridad en su
vida, Claudia María es recordada como un símbolo de la mujer colombiana que
vivió a plenitud su fugaz, pero feliz existencia.
El Club de Jardinería San José de
Cúcuta y los amigos personales le erigieron el monumento al Angel Verde, del
maestro Ángel Ortiz, en el cruce de la avenida Libertadores con la oreja de
acceso al puente Elías M. Soto.
Y su familia erigió un pedestal en
su memoria en el corregimiento de Villa Sucre en el sitio donde falleció.
En honor a su vida, la antigua
Escuela Gremios Unidos del barrio Niña Ceci, fue designada por la Alcaldía de
Cúcuta y la Gobernación del Departamento, como “COLEGIO CLAUDIA MARIA PRADA”.
En todos estos reconocimientos a su
vida se plasmó una frase que expresa el sentimiento de la vida y sacrificio de
una víctima más de la absurda violencia que vive nuestra patria.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario