Bruce
Guerrero
El 4 de noviembre de 1980, en el barrio Guaimaral, se le dio la bienvenida
al primer y único teatro que ha tenido ese sector de Cúcuta. Los habitantes
recuerdan el acontecimiento con orgullo.
William para la época tenía 15 años. Hoy, repasa con emoción, la
experiencia de entrar a cine.
Ese día salió de casa a las 6:00 de la tarde (una hora antes de empezar la
función), buscó a los amigos que aguardaban impacientes su llegada.
Al salir, creían que iban justo a tiempo, pero al llegar se encontraron con
una fila que traspasaba los dos carriles de la avenida Guiamaral.
La decepción fue efímera. Era un día de suerte para los muchachos, pues
recibieron los últimos tiquetes.
Al entrar se encontraron con un espacio grande, sillas acolchonadas y una
pantalla gigante. La emoción que sentían no era comparaba con nada, por fin,
después de tanta espera, podían disfrutar de una película proyectada en cine.
El teatro contaba con cafetería, baños y una sala para exhibir los próximos
estrenos.
Las funciones eran a las 7:00 y 9:00 de la noche de lunes a sábado. El
domingo había matinal (10:00 de la mañana), para niños; vespertina (3:30 de la
tarde), nocturna (7:00 de la noche) y noche (9:00 de la noche), para mayores de
18 años.
La administración estaba a cargo de la Beneficencia de Norte de Santander
(Lotería de Cúcuta), que para la época tenía en buen estado el lugar.
Al pasar de los años, la mala administración hizo que el público que
asistía fielmente a cada función decayera.
Bajó la calidad del servicio hasta el punto que la gerencia no tenía para
sufragar los gastos que requería. El Cine Guaimaral dejó de funcionar en la
década de los 90.
La estructura del teatro se ha deteriorado con el trascurrir del tiempo.
La situación es confusa, mientras unos dicen que pertenece al Gobierno,
otros simplemente callan. El rescate resultaría costoso, por lo que ha
permanecido ahí, sin películas para proyectar, aunque con muchas historias para
contar. Historias que tendrán que permanecer en silencio.
Tiempo después del cierre fue alquilado a La Iglesia Pentecostal Dios es
Amor (IPDA). Duró unos años en funcionamiento y al igual que el teatro, cerró
las puertas.
Los vecinos tienen la esperanza de que vuelva a prestar los servicios al
público, o que el espacio sea aprovechado para algo productivo.
Pero no es así. Ni a la alcaldía, ni a la junta de acción comunal parece
interesarles que esté abandonado.
Es triste ver que este lugar donde se compartieron momentos en familia, se
vivieron ratos agradables de juventud y que tantas alegrías les regaló a los
habitantes de Guaimaral y otros sectores aledaños, esté en el olvido hace más
de 20 años.
La fachada tiene apariencia aceptable, pero por dentro de desmorona cada
día y queda solo como un recuerdo para quienes disfrutaron momentos
inolvidables en el Teatro Guaimaral.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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