Roberto
Ospino Torres
Hermoso
paisaje en el páramo del Almorzadero. Se hace deporte pero también se vela por
el ambiente
Encanto
paisajístico
El páramo del Almorzadero, en Norte de Santander, está
anclado a los municipios de Chitagá y Labateca.
La travesía de los aventureros se inicia en Pamplona y
al llegar a Chitagá se toma la ruta a la vereda Presidente, donde se aprecia la
primera laguna, conocida como El Salado.
En este punto se inicia un ascenso entre riscos y
abismos, para llegar a la laguna El Tambor, a 4.030 metros sobre el nivel del
mar.
Es impresionante llegar a una caída de agua que tiene
85 metros de altura y proviene de la laguna, escuchándose como retumban los
sonidos de la naturaleza, los sonidos que se olvidan en las ciudades y donde
nace el agua para los nortesantandereanos.
Practicar el torrentismo
Los cerros escarpados se asoman a lo lejos, y parecen
rascar el cielo con sus 4.000 metros de altura. Llegar a la cima es toda una
aventura, pero el descenso, lo es aún más.
Un grupo de osados pamploneses tiene por mejor amigo al páramo del
Almorzadero, donde las montañas son aptas para practicar el torrentismo,
deporte extremo que se promueve en la provincia con el lema de ‘turismo responsable
con el ambiente’.
Dependiendo de las condiciones climáticas, los
aventureros tienen que soportar temperaturas entre los seis y doce grados
centígrados. El frío, de esos que penetran en los huesos, se hace más fuerte
cuando los deportistas descienden por una cuerda y desafían las caídas de agua
helada y las resbalosas piedras propias del terreno de alta montaña.
En el
páramo hay cascadas de 85 metros, aptas para el deporte extremo.
Román Flórez, quien lidera a los aventureros extremos
Rokaice, explica que el torrentismo se hace descendiendo por cuerdas, en medio
de las imponentes cascadas del Almorzadero, las cuales tienen hasta 85 metros
de altura.
El deporte lo practican muy cerca del sistema de lagunas de origen
glacial, las mismas que por filtración de agua forman en la zona intermedia del
páramo las enormes cascadas.
“Las temperaturas son muy bajas y el descenso debe
hacerse calculadamente. Tenemos que estar bien protegidos para evitar una
hipotermia”.
Los bellos
paisajes y su geografía permiten llevar
a cabo estos deportes.
Si la caída es demasiado prolongada, demoran más
tiempo. “Es ahí en donde el cuerpo empieza a sentir los rigores de las bajas
temperaturas que se aceleran con el agua helada”.
El recorrido lo hacen en aproximadamente ocho minutos
-que se convierten en una eternidad-. Las manos empiezan a dormirse, falta el
oxígeno y el cuerpo experimenta los rigores de las bajas temperaturas.
Para los que no tienen experiencia en descender y aún se están
iniciando en el deporte extremo, sienten vértigo y se atemorizan -más cuando el
agua les cae sobre el rosto y la sensación de ahogo aflora en la mente-.
Es un deporte de alto riesgo. Sin embargo, “contamos
con los equipos necesarios, los cuales están certificados para la práctica en
alta montaña”.
El lugar
es rico en fuentes hídricas
De esa amplia lista de equipos hacen parte cuerdas
estáticas, dinámicas, mosquetones, arneses, guantes, cascos, gorros
protectores, chaquetas y abrigo térmico.
Otros
deportes
El grupo Rokaice está compuesto por 15 aventureros
extremos. En las salidas que hacen frecuentemente, también desafían las alturas
descendiendo riscos con más de 110 metros de altura. Este deporte se conoce
como rápel.
En los
cerros escarpados los aventureros se miden al rapel.
También lo hacen midiendo el equilibrio al cruzar
abismos en un cañón, a través de una polea suspendida por cables, lo que se
conoce como canopi.
Estos deportes los practican cuando el grupo acampa
cerca a los sistemas lagunares de los páramos de Santurbán y del Almorzadero
(con una extensión de 125.120 hectáreas). Son sitios ideales para
aventuras extremas, con las que se desafían las alturas de las montañas
andinas.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
amigo como hago para contactarlo he ir al páramo para practicar torrentismo
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