Luis Fernando Carrillo
1.- La entrevista se concertó por teléfono. Cuando se colgó, el
entrevistador cayó en cuenta de que José Rafael Mogollón hacía honor a uno de
sus decires acerca de las invitaciones “allí estaremos”, y es fama de que no
iba. La frasecita hace parte ahora de la idiosincrasia cucuteña “allí
estaremos, como dijo Mogollón” y no se cumple; buen dicho de combate del
cucuteño, incumplido por excelencia. Pero, no, estuvo puntual, con su archivo
de experiencias de 50 años en el periodismo.
El hijo de Onorio y Paulina vio la luz en
Chinácota, un martes 22 de abril de 1917; allí pasaron sus primeros años, en la
experiencia de la escuela pública y el primero de bachillerato en el colegio San
Luis Gonzaga, hasta cuando los vientos de la mala situación lo trajeron, en
1932, a esta ciudad en compañía de su señora madre.
Ella había oído de una ciudad caliente, atravesada
por un río, poblada de zancudos y cucuteños, cuyas características eran la
falta de seriedad, el buen trato al extraño. A ese río una noche de farra alucinada
y sentimental, lo inmortalizaron Roberto Irwin y Elías Mauricio Soto.
2.-Trabajó 15 años en la Imprenta Departamental, donde fue desde
aprendiz hasta gerente, en1947, reemplazando a Carlos Ramírez París, quien fue
nombrado por el gobernador Jorge Lamus, gerente de la telefónica.
Él aceptó con tal de que lo reemplazara José
Rafael; allí surgió esa entrañable amistad con ‘Trompoloco’, su mentor en la
radiodifusión, cuando en 1953 CRP iniciaba en grande la radio.
Radio Guaimaral y La Voz del Río Zulia fueron
antenas de civismo, con ese líder indiscutible y hombres de vocación como
Alfonso Sandoval Burgos y Roque Mora quienes, con Ramírez y Mogollón, crearon
el grupo de “Los Tres Mosqueteros”, espadachines de la amistad y del cariño por
Cúcuta.
Desde el programa “Atalaya Social y
Deportiva” se comprometieron en revivir al Cúcuta Deportivo, en descanso
obligatorio por la crisis económica. Levantado el equipo emprendieron gira por
Centroamérica, donde Cúcuta fue conocida y su equipo elogiado por la capacidad de
sus jugadores como Zapiraín, Tulic, Miloc, Toja, ‘Tarzán’ Mendoza, Lauro
Rodríguez, Julio Ulises Terra, etc…que hicieron de las suyas con los conjuntos
de esas tierras.
CRP, llevando como compinche a José Rafael, se
fue furtivamente a México en plan de negocios. Los que han forjado el mito del
Carlos mujeriego, afirman que fue a cumplirle una cita secreta a María Félix,
quien habiendo terminado con Agustín Lara, se encontraba en plan de nuevo
amante, ojalá extranjero. Todo era especulación, porque todos regresaron a
Cúcuta, donde fueron vitoreados por los triunfos.
3.- Sus años en Guaimaral marcan su destino y
su prestigio. En la “Chica para Grandes Cosas” se hicieron hazañas radiales,
teniendo en cuenta las limitaciones de la época. Trasmisiones de corridas
de toros, a cargo de Roque Mora, boxeo y
béisbol por Carlos Ramírez París, ciclismo con puestos de trasmisión desde la
carretera, en fin, un éxito humano y técnico en el que Mogollón descollaba en
el perifoneo y el manejo de equipos.
Una voz rápida como la de él y la dicción precisa de
Uribe Z., hoy perdido en los laberintos de su mente. Era, para CRP, el locutor perfecto.
Dejó fama por su velocidad narrando las noticias de los periódicos,
tanto que del “viaje” que llevaba, leía también el “pasa a la página tal…”, él
lo admite.
Hacía reír a sus oyentes por la forma humana de enfocar
las cosas: en una declaración que rindió una señora en un juzgado, al
preguntársele la hora del hecho dijo no saber pero “en todo caso eran más de
las seis y media porque estaba hablando Mogollón”.
Su nombre está asociado a los grandes hitos del periodismo
cucuteño. No por nada tuvo por jefe en la imprenta a Epiménides Sarmiento, un
radical liberal, director del Diario de la Mañana. Con Jesús María Sepúlveda y
Alfonso Cuberos Porras fundaron la revista Gramilla; hizo el noticiero
“Suplemento Informativo”; fue cofundador de la Acord a nivel nacional.
La vida lo ha llenado de inmensas satisfacciones y
condecoraciones, como reconocimiento a quien por más de 50 años ha estado al
lado del micrófono y las causas cívicas, como aquella de 1957 cuando Carlos
Ramírez París, desoyendo los consejos que le anunciaban el cierre de la
emisora, promovió el célebre “apagón”, en protesta por la mamaderita de gallo
con el servicio de luz.
Se vio el liderazgo de Carlos y el servicio de unos
apóstoles que desde Guaimaral marcaban el rumbo a la ciudad.
Desafortunadamente, dice, esto se ha perdido y es difícil encontrar hoy a
alguien que verdaderamente la quiera.
4.- A sus 75
años se encuentra en asilo permanente en el barrio de su vida, La Cabrera,
viviendo en la casa donde en 1937 vio por primera vez a Matilde Leira Masirubi,
la que haría su esposa y madre de 8 hijos y abuela de muchos nietos, desgranando
sin amarguras su vida desde aquel 1932, recordando anécdotas como cuando siendo
trabajador de la imprenta fue apresado por atravesar el Parque Santander
llevando una carretilla, lo que marcaba el civismo y respeto de entonces,
riéndose de aquel día cuando fueron a Bucaramanga con Tobito Acevedo, Roque
Mora y Gustavo Vejar a renovar la licencia de locutor.
Además de los exámenes había que fingir una trasmisión;
cada uno había ensayado pero Mogollón ese día se pasó de calidad, se vino en
elogios para mi general Rojas Pinilla, presidente de la república: sobra decir
que fue felicitado por los examinadores empleados del ministerio de comunicaciones
y se adueñó de la situación.
Sus amigos lo felicitaron por el cobazo y ni cortos ni
perezosos siguieron su ejemplo. Vejar, que trasmitiría baloncesto, imagina la
entrada de Rojas al coliseo en medio del delirio de la multitud, Roque Mora
haría frenar al toro y a Antonio Ordoñez cuando mi general llegara a la plaza.
Tobito, que no se sentía bien, logró ser exonerado por las influencias de José Rafael,
que pasó a examinador.
Hasta ahí todo bien, regresaron con licencia de primera,
pero no contaban con que el general estaba a punto de caer por esos días.
Adiós licencia, dijeron, y sobre todo temían que fueran
tildados de rojaspinillistas, que era pecado mortal. Sobra decir que todos le
mentaban la madre a Mogollón, le quitaron el habla, pero él con su sabiduría chinacotera,
con toda razón, les decía, cayó Rojas, pero no cayeron los empleados que nos
examinaron. “Tengan fe, recen, hagan los primeros viernes”. Dicho y hecho, en agosto
llegaron los carnets.
Colorín colorado, la historia de la locución de José
Rafael Mogollón se ha acabado. Si les ha gustado, vayan a La Cabrera, Avenida 5
No 17-68, donde él les contará lo que en aras de la brevedad el periodista ha
salvado.
San José de Cúcuta, octubre de 1992.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
Buen jugador de ajedrez
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