Pablo Emilio
Ramírez Calderón
Hace más de ocho meses, el señor presidente
de Venezuela don Nicolás Maduro, decidió en forma unilateral y sorpresiva
cerrar la frontera colombo venezolana, y desde entonces
son múltiples los problemas que se han presentado a uno y otro lado de la línea
fronteriza.
Aun cuando son muchas, las personas y
algunas Entidades, que no quieren se reabra el paso divisorio de los dos
países, son más quienes si lo quieren por múltiples razones, siendo de ellas la
más elemental, que durante varios siglos, ese paso ha estado abierto a la
inquietudes, necesidades, problemas,
conflictos, comercio minoritario, de ambos países.
Las razones que invocó el señor presidente
venezolano para cerrarla, que fueron la lucha contra el contrabando de
gasolina, víveres, y otros elementos de diario consumo y uso, no se han frenado
a pesar del cerrojo por los puentes de
paso normal, por San Antonio y Ureña, pues queda el paso por la extensa
frontera, rio de por medio, por donde sigue pasando, parte del contrabando que
amparan algunas autoridades fronterizas, especialmente la guardia venezolana,
según dicen muchos con quienes hemos consultado.
Las autoridades cucuteñas, han hecho muchos
esfuerzos por frenar ese contrabando, pero aun cuando se ven resultados favorables
al respecto, todavía se observan rastros del mismo, en pimpinas y canecas, que
no pasan por los puentes, pero siguen llegando por las trochas, lo mismo que
apreciables cantidades de carne en los baúles de los carros y los platones de
las camionetas, sin ninguna norma sanitaria, motivo por el cual son muchas las
personas, que dejaron de comer el apetitoso, pero nocivo alimento.
Pero cuales han sido los resultados de esta
sorpresiva decisión del gobierno venezolano?, en primer lugar la ruina del
otrora floreciente movimiento comercial de San Antonio, Ureña, y tal vez de
otros de los municipios cercanos a la frontera, almacenes, tiendas,
restaurantes, de estos municipios, están solos y tal vez muertos para siempre,
algunos de ellos. También dijo el
presidente Maduro, que cerraba, para evitar la presencia de paramilitares en la
frontera, pero la verdad, es que la criminalidad, es mucho mayor en el interior
de Venezuela, especialmente en Caracas, que en la misma región fronteriza.
En cambio, Cúcuta, Pamplona, Chinácota,
Ocaña, que tienen una vida relativamente propia, por hacer parte del comercio
nacional, no han sentido tanto los negativos efectos, de la draconiana decisión
de nuestro hermano gobernante.
Sin embargo, hay otra cantidad de negativos
resultados, derivados del problema que estamos analizando. Sabido es, que en la
fronteriza región de la hermana república, son muchas las dificultades que
están pasando nuestros hermanos venezolanos, sin poderles aliviar en algo tan
calamitosa situación, pudiendo hacerlo. Todo el mundo sabe, que hay mucha
falta de alimentos elementales allá, que aquí abundan, pero no se pueden llevar.
También hay mucha falta de medicamentos
para los enfermos graves, que aquí se les pueden administrar. Inclusive tratar
por los especialistas, que aunque en Venezuela, los hay muy buenos, no pueden
trabajar con la misma propiedad, con que lo hacían antes, por todas las
carencias mencionadas.
Y para el campo también existe el mismo
problema, porque, si para los humanos no hay medicamentos, mucho menos los hay
para los animales, que nuestras veterinarias pueden suplirlos, así sean un poco
más costosos, pero se consiguen, y el producto más caro es el que no se
encuentra. La vacuna contra la fiebre aftosa, que es una enfermedad
devastadora, que puede liquidar un hato ganadero, no la hay, y se necesita de
manera regular, para aplicarla cada seis meses, no como dicen nuestros
campesinos, para cuando me las topen.
Pero eso, que es bastante, no es todo, la
verdad es que la realidad geográfica y étnica es que la población fronteriza
está tradicionalmente, dividida entre ambos países, y la mitad de los
colombianos o de los venezolanos, tiene sangre y familiares a ambos de la frontera, y
este cierre, no ha hecho sino dividir más a buena parte de las familias, que
antes vivían en santa armonía y calma y ahora no.
También, es sabido, hay muchos industriales
y empresarios colombianos, que tienen lícitas y legales empresas productoras en
Venezuela, que no pueden dirigir en correcta forma por la imposibilidad de
visitarlas, y que sin el directo control de sus propietarios, no funcionan en
la forma que debieran hacerlo, en perjuicio de la misma economía venezolana.
Por todo lo anterior, y por muchas razones
más, que quedan en el tintero, es
necesario y conveniente que el presidente Maduro ordene abrir la frontera, que
nunca ha debido cerrarse. Señor presidente, póngase la mano en el corazón, los
pies en la tierra y el cerebro en sus decisiones y ordene abrir la frontera,
que no es suya únicamente, sino compartida con sus hermanos colombianos.
Abril 22 del 2016
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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