La Opinión
Aunque es imposible predecir cuándo
ocurrirá un movimiento telúrico potente, la tierra da ciertas señales, como
esta en el barrio Virgilio Barco donde se evidencia una enorme falla.
La probabilidad de que ocurran sismos de alto impacto en Cúcuta no es una
teoría descabellada si se tiene en cuenta que, según los analistas, la ciudad
podría experimentar movimientos de magnitud 8.0, en condiciones de extrema
superficialidad de estos eventos.
Así lo determinan estudios de la escuela de Ingeniería Civil de la
Universidad Francisco de Paula Santander, según los cuales la ciudad está en un
riesgo mayor que otras localidades del país de sufrir graves afectaciones por
movimientos telúricos.
El mismo mapa de amenaza sísmica nacional del Servicio Geológico Colombiano
ubica al departamento y, por ende, a la ciudad en una zona de alta amenaza
sísmica.
Características
Cúcuta tiene tres fuentes sismogénicas cercanas, como son las fallas
geológicas de Boconó y Uribante Caparo (del lado venezolano), además de la
falla frontal de la cordillera oriental (del lado colombiano), cuya presencia
es determinante en la sismicidad de la ciudad.
La falla Boconó se define desde la
costa venezolana hasta la cordillera oriental de Colombia, al sur de Cúcuta.
Por su parte, la falla frontal presenta una serie de sismos asociados de
todo tipo de magnitud y de profundidades que llegan hasta los 60
kilómetros.
En esas fuentes sísmicas hay probabilidad alta de generarse un sismo de
magnitud 8.0, es decir, treinta y dos mil veces más potente que la energía que
libera un sismo de magnitud 7.0.
Sin embargo, su promedio anual de frecuencia mundial es uno.
Cada una de las fallas geológicas divide la ciudad en tres sectores con
características de suelo diferente: la ciudadela de Juan Atalaya, valle del río
Pamplonita y ciudadela de La Libertad.
De acuerdo con Carlos Flórez, magíster en ingeniería geotécnica y sísmica
de la Universidad de Los Andes y docente de la Ufps, la realidad de la ciudad
en materia de este tipo de riesgo, es preocupante.
Cúcuta se encuentra ubicada en una de las zonas de mayor actividad sísmica
del país y, además de las fallas que la caracterizan, tiene vecindad con otro
de los puntos alarmantes en el ámbito nacional: el nido de Bucaramanga.
En esta zona, se producen casi cinco
mil sismos al año.
Sin embargo, la profundidad de estos oscilan entre 100 y 150 kilómetros,
“afortunadamente pues, de lo contrario, las consecuencias serían desastrosas”,
señala Flórez.
Según los últimos estudios del Servicio Geológico de Colombia sobre los
aspectos de neotectónica de Cúcuta, hay actividad reciente.
“Es decir, no solo tenemos como referente histórico el sismos de 1875 que
destruyó toda la ciudad”, explica Flórez. “Esto se ha seguido moviendo con
frecuencia aunque con sismos de baja intensidad”.
Según Flórez, es innegable que en Cúcuta “la cosa sísmica se mueve”, razón
por la cual es fundamental que se haga especial énfasis en la gestión y
mitigación de riesgos.
Atalaya, una damnificada
La ciudadela Juan Atalaya está atravesada por la falla Tasajero, la misma
de Boconó que, al llegar a Colombia toma este nombre.
Desde hace años sus habitantes sufren los efectos de enormes grietas que
constantemente reparan y rellenan, pero siempre vuelven a aparecer.
Las viviendas del barrio Camilo Daza, es solo un ejemplo de los efectos de
la presencia de esta falla que, prácticamente, todos los días se está moviendo.
Si bien no es imposible construir en estas zonas, sin la microzonificación
sísmica es imposible definir criterios para hacer edificaciones más
resistentes.
Además, aunque estas viviendas pudieron haberse construido después de 1984,
cuando se creó la Norma Sismorresistente, su vulnerabilidad es alta porque se
desconoce el tipo de bases y criterios técnicos que las sostienen.
Casi veinte años sin hacer
microzonificación sísmica
La falta de un estudio de microzonificación sísmica, que permitirá tener
plena certeza sobre el estado de riesgo de cada zona de la ciudad es, sin duda,
una de las deudas que han dejado las últimas administraciones.
Orlando Joves, secretario de Planeación municipal, precisó que si bien el
municipio está en mora de efectuar el proceso, este ya está contemplado en la
actualización del plan de ordenamiento territorial.
Para el funcionario, el estudio es urgente, dado que permite contemplar
algunas obras de mitigación de riesgo para salvaguardar la vida de los
ciudadanos y la infraestructura de la ciudad.
Además, dijo, “se podría analizar la legalización de zonas de alto riesgo
de las cuales hoy no se sabe con certeza cuál es su índice de afectación”.
En caso de que se lograra definir si algunos asentamientos y nuevos barrios
no están en sectores de alto riesgo, “tendríamos un escenario interesante de
legalización que generaría más ingreso en los tributos”.
Jorge Joya, funcionario de Planeación, expresó que pese a la ausencia del
estudio, los constructores de la ciudad utilizan los valores más altos y
que indican mayor riesgo para edificar, lo cual “blinda” las estructuras.
“Nosotros cumplimos la norma y la tendencia es a utilizar el mayor valor,
al tope, aunque esto implique una mayor inversión para los constructores”,
afirmó. “Con el estudio, no solo habría un beneficio para ellos, sino que se
prestaría un servicio para toda la ciudad”.
Se calcula que el estudio costaría más de 4 mil millones de pesos.
Estudian sísmica metropolitana
El plan de desarrollo metropolitano, que se encuentra actualizando el Área
Metropolitana, incluirá un estudio de microzonificación para los seis
municipios que la integran.
Así lo anunció el arquitecto Efraín Pacheco, director técnico de la entidad
quien indicó que con este nuevo estudio “se facilitarán las acciones para un
desarrollo integral, como región”.
De acuerdo con el funcionario, la relevancia de esta iniciativa está dada
en la urgencia de que los municipios comiencen a obtener resultados como un
todo, para su desarrollo arquitectónico, social y económico en Villa del
Rosario, Los Patios, San Cayetano, Puerto Santander, Cúcuta y El Zulia.
Además de ello, se prevé que mejoren las condiciones de uso de los suelos
porque, al no tener los detalles de las condiciones de los terrenos no solo hay
riesgo de que se construya donde no se debe, sino que podrían estar
subutilizándose sectores que tengan condiciones favorables para edificaciones
en altura.
“Este estudio le da un impulso a los constructores porque saben qué
estructuras edificar”, dijo Pacheco. “Con él, tendremos más competitividad, un
ordenamiento territorial que no sea desordenado, y la certeza de que cada
elemento que integre la ciudad tiene las garantías de estabilidad y durabilidad
para los ciudadanos”.
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