La Opinión
El contrabando, el paramilitarismo y la criminalidad fueron los argumentos que esgrimió el presidente Nicolás Maduro para cerrar la frontera entre Venezuela y Colombia.
Los graves problemas del corredor entre ambos países se convirtieron, tal vez sin querer, en una oportunidad de cambio que logró que el corredor binacional no sea el mismo desde el 19 de agosto de 2015.
La venta de gasolina en las calles y la compra y venta de productos traídos
de Venezuela, solía ser un trabajo pero con el cierre dejaron de serlo para
definirse como lo que son: actividades ilícitas.
Aunque los traficantes de combustible, alimentos y productos de la canasta
básica venezolana desarrollan mecanismos y nuevas rutas para delinquir, la
contundencia de las intervenciones de las autoridades les pone freno.
Al menos así lo refiere el General Gustavo Moreno, director de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), enviado especial del presidente Juan Manuel Santos, y quien funge como líder de las operaciones que dejan varios resultados.
Hasta el momento, van 16 estructuras criminales totalmente desarticuladas en la línea de frontera y tres que son objeto de extinción de dominio, es decir, 19 casos en los que los lavadores de activos y controladores del negocio son realmente investigados. Así mismo, cayó una estructura dedicada al contrabando de ganado y carne en canal, con 12 personas capturadas que movían $70 mil millones anualmente.
Si bien Moreno reconoce que la lucha “que más se ve” es la callejera, contra pimpineros y contrabandistas menores, “en las trochas, el trabajo es integral y silencioso, y sabemos lo que está pasando”.
Aunque el oficial afirma que su llegada obedece al cumplimiento de una
orden presidencial, para los ciudadanos de La Parada, o Puerto Santander, una
nueva fuerza de mando proveniente de Bogotá “es otra cosa, porque estos no
cobran y sí van en serio”.
Es que como él mismo reconoce, “ha habido contubernio, no generalizado, en diversas autoridades” y relaciones de corrupción con la criminalidad desde las instituciones.
“Por parte de la Policía hay investigaciones y procesos de transparencia”, dice. “Hay listados de policías a los que se les pedirá el retiro, la aplicación de la medida discrecional, desvinculación y traslado”.
Esa es, afirma, una de las transformaciones de la frontera: la depuración de las instituciones del Gobierno, que incluyen a la Policía.
“Necesitamos sacar a quienes tengan siquiera un indicio de vínculos de favorecimiento al contrabando, narcotráfico o cualquier estructura criminal que sigue en esta zona”, asegura, sin titubear cuando reconoce que entre los uniformados de Cúcuta también hay ‘manzanas podridas’.
Actualmente, para acabar con esta relación entre autoridades policiales, civiles y contrabandistas se controlan varias líneas telefónicas con el sistema Puma (Plataforma Única de Monitoreo y Análisis), que permite interceptar llamadas y conversaciones vía chat. Según reveló, hay varias líneas “postuladas” en el sistema por su relación con integrantes de bandas criminales, y todos serán investigados disciplinaria y penalmente.
Además, hay una línea de trabajo con la oficina de transparencia de la Presidencia y la Fiscalía, entidades encargadas de vigilar las actuaciones de funcionarios públicos que han favorecido la comisión de delitos como el contrabando.
LAS MALAS COSTUMBRES
Antes del cierre de la frontera, los gobiernos locales avalaban la permanencia de pimpineros en las calles y permitían, sin vergüenza alguna, su despliegue en las avenidas, sin sanciones a quienes llenaban los tanques de sus carros en estos puestos ilegales. Pero ahora las condiciones son otras; “ninguna autoridad puede patentar la ilegalidad”.
Para Moreno es inconcebible que, hasta hace poco, se pensara en entregar carné a los pimpineros, sabiendo que estaban inmersos en una actividad ilegal penalizada, que contraviene la ley anticontrabando. “La costumbre no puede patentar y legalizar la informalidad que, a su vez, no puede ir de la mano de la criminalidad”, enfatiza. “¿Cómo dejamos que en lugares como La Parada oEl Escobal se permitiera eso?”. Con el cambio paulatino de la cultura de la ilegalidad, llegó también la organización de espacios en los que campeaba el caos.
La Parada es uno de esos ejemplos, cuyo espacio público estuvo atiborrado de pimpineros y casetas, útiles para que los criminales se lucraran del pago de extorsiones, pero hoy está despejado. “Antes, cuando se entraba por Venezuela se veía personal de la Dian y Migración, pero no la Policía y menos las fuerzas militares”, comenta el General. “Hoy en día, esa presencia institucional es un reflejo de la recuperación de la soberanía, la autoridad y el orden”.
Además, ayuda que los expimpineros y habitantes de estas conflictivas zonas le huyan a la estigmatización y, sobre todo, a la persecución de las autoridades.
Aunque no ha sido fácil, se ha trabajado con los alcaldes “presos del miedo”, como el de Puerto Santander, Henry Valero, “que hoy tiene el respaldo real de una autoridad estable”, y aunque falta que otros se involucren más, la plataforma de seguridad, control migratorio, economía, e intervenciones sociales favorecerá esta integración.
“La responsabilidad política es grande y nadie puede amparar la ilegalidad, porque las autoridades elegidas legítimamente tiene la obligación de cumplir y hacer cumplir las normas; de lo contrario serán investigados”, advirtió.
PUNTOS POR VENCER
Sectores como Guaramito, San Faustino, y algunos tramos de Tibú y Puerto Santander no serán descuidados, pese a que la mayoría de acciones militares se han desarrollado en el área metropolitana. Sin embargo, todavía queda un área estratégica para desmantelar parte del contrabando: el centro comercial Alejandría.
“Alejandría es, hoy en día, un sitio que alberga comerciantes buenos y malos, pero allí ya se han hecho allanamientos”, dijo. “En los locales donde haya contrabando habrá extinción de dominio”.
Si se logra que este centro comercial se formalice, erradique el contrabando, y comercialice productos colombianos, como ocurre en Puerto Santander, o La Parada, “tendríamos un ícono nacional que demuestre que sí se puede ser legal”.
Está pendiente también vencer el retorno de la corrupción cuando las autoridades foráneas se establezcan en otras zonas, pero la garantía que deja Moreno es la voluntad política, originada en la decisión presidencial y ratificada por la Gobernación.
“Soy un convencido de que en Cúcuta hay gente que no va a permitir que lo que se está haciendo decaiga”, agregó, señalando que a futuro “esperaría ver una Venezuela pujante, y una frontera viva y sana, en la que se respeten las normas”.
Ese es el reto para evitar el retroceso hacia una relación binacional que
no dejó más que decepciones y la evidencia de que ante el abandono del Estado
cualquiera hace sus propias leyes.
Recuadro Datos de aquí y allá
* En Norte de Santander hay 51 trochas identificadas para el paso de contrabando. De ellas, 30 han sido reconocidas binacionalmente.
* Por orden del ministerio de Defensa, hay 33 trochas que tienen presencia del Ejército y la Policía Fiscal y Aduanera.
* Hasta el momento, en Norte de Santander se cuentan 23 pasos ilegales totalmente inhabilitados.
* La mayoría de las trochas están ubicadas entre los estados de Zulia y Táchira.
* El contrabando de gasolina movía, hasta el año anterior, más de 100 mil barriles diarios de petróleo.
* La zona de la frontera más preocupante para las autoridades es Táchira, debido a que allíhay tres disidencias del Clan Úsuga que reclaman derechos sobre las trochas.
* En julio de este año, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana decomisó más de 31 mil litros de gasolina en el estado Zulia, mientras que la Guardia Costera de Venezuela ha retenido más de 19 mil litros de combustible.
* Para el cierre de la frontera, solo en Táchira, se contabilizó el ahorro de 60 millones de litros de gasolina.
*La lucha contra el contrabando deja, en Colombia, el decomiso de más de 149 mil millones de pesos de mercancía y productos de contrabando. * Desde mayo de 2014, Venezuela ha destruido más de 160 trochas en la zona de frontera del estado Táchira.
La gente debe entender que lo que hace es un delito y no un mecanismo de subsistencia. Nadie puede vivir a punta de delitos”. General Gustavo Moreno, director de la Polfa.
-LAS BANDAS
CRIMINALES
168 hombres armados integran el Clan del Golfo y Los Rastrojos, bandas
criminales que hacen presencia a ambos lados de la frontera.
Desde el día que ordenó cerrar la frontera con Colombia, hoy hace un año, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha argumentado que una de las razones que soportaba tal decisión era la presencia de grupos paramilitares en suelo venezolano.
Sin mencionar un solo nombre, Maduro dijo que 100 de estos ‘paras’ habían
sido capturados y otros 100 más muertos en operativos de la fuerza pública de
ese país. Sin embargo, todo parece indicar que lo que para Maduro son ‘paras’,
para las autoridades colombianas son bandas criminales que hacen presencia a
ambos lados de la frontera.
"Quiero expresar mi repudio, dolor, por este ataque, esta emboscada que hubo contra tres jóvenes soldados de nuestra patria, en San Antonio del Táchira. He estado siguiendo al detalle los sucesos y realmente es indignante y doloroso".
Con estas palabras, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, rechazó el ataque del que fueron víctimas los tenientes Daniel Santaella y Alexis Rodríguez Arias, el cabo primero Miguel Núñez Martínez y el ciudadano Ramón Huelva, quienes, según dijo el gobernador del Táchira, José Gregorio Vielma Mora, se encontraban en una operación de inteligencia.
El ataque, ocurrido el 17 de agosto del año pasado, llevó a Maduro a ordenar el cierre durante 72 horas de la frontera. Luego, esas 72 horas se convertirían en un cierre indefinido que hoy completa un año.
Un cierre que, además, llevó a la expulsión, deportación y retorno
‘voluntario’ de más de 22 mil colombianos que vivían en el estado Táchira y
que, en algunos casos, fueron obligados por los militares venezolanos a salir
de sus casas para luego demolerlas.
Sobre el ataque a los militares, las informaciones ofrecidas por el gobierno venezolano apuntaban a una represalia de grupos paramilitares colombianos que operan en la frontera y que habían sufrido varios operativos en su contra, luego de que se redoblaran los controles en la zona para impedir el contrabando de combustible y productos básicos de la canasta familiar.
Sin embargo, algunos medios internacionales, incluido El Nuevo Herald de Miami, afirmaron en sus páginas, citando fuentes de Inteligencia venezolanas, que “se trató de una pelea entre carteles, entre efectivos de la Guardia Nacional y del Ejército; y el ataque se produjo porque el civil (Ramón Huelva) que se encontraba en el carro les estaba dando la casa donde guardaban el cash (dinero en efectivo)”.
Independientemente de cuáles hayan sido las verdaderas razones del ataque contra los militares, este sirvió como excusa para que el presidente Maduro ordenara cerrar la frontera argumentando la necesidad de erradicar la presencia que los grupos paramilitares colombianos ejercen del lado venezolano.
Sin embargo hoy, cuando se cumple un año del cierre, la realidad es que los grupos paramilitares que Maduro mencionaba como excusa, aún siguen haciendo presencia a lo largo de la frontera y utilizan el suelo venezolano para esconderse del asedio de las autoridades colombianas.
‘Los Rastrojos’ del Puerto
El grupo armado ilegal que más presencia hace en suelo venezolano y cuyos integrantes son, en su gran mayoría, colombianos, son Los Rastrojos. De hecho, el último reducto que aún queda de esta banda criminal (bacrim) en el país, tiene como fortín la línea fronteriza desde Vigilancia (Puerto Santander) hasta Aguaclara (Cúcuta).
Los 70 hombres que según las autoridades integran esta bacrim, son liderados por Wilfrido de Jesús Torres Gómez, alias Necoclí, un antioqueño nacido en el pueblo que le sirve de alias y que se cree se vinculó a este grupo armado desde 2009, cuando llegó por primera vez a Aguaclara.
En el Puerto, Necoclí y sus hombres controlan el contrabando de combustible venezolano, para lo cual han construido sofisticados sistemas de extracción y traspaso de la gasolina desde el vecino país hasta fincas ubicadas del lado colombiano, a través de mangueras que sirven de ‘oleoducto’ transfronterizo.
El poder de este grupo, cuyos hombres armados se ha podido comprobar que
permanecen la mayor parte del tiempo del lado venezolano de la frontera, es
tal, que hace un mes lograron paralizar por varias horas a Puerto Santander a
través de una revuelta liderada por los contrabandistas que se resistían a un
operativo de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) en varios de los centros de
acopio de gasolina de contrabando presentes en este municipio.
De hecho, un grupo de hombres fuertemente armados pertenecientes a Los Rastrojos emboscó la caravana de la Policía a la altura de Aguaclara, cuando venía de regreso con la gasolina incautada, impactando varios vehículos con tiros de fusil y sosteniendo un enfrentamiento con la fuerza pública que se prolongó por más de 20 minutos.
También, en el último año, Los Rastrojos han liderado dos paros transportadores en el estado Táchira, como mecanismo de presión contra las autoridades venezolanas por el cierre de la frontera.
Recientemente, Rubén Darío Muñoz Pineda, un presunto líder de Los Rastrojos en suelo venezolano, fue asesinado por sicarios en el barrio Francisco Rondón del municipio Boca de Grita (estado Táchira). A Muñoz le dispararon frente a su casa.
Los Rastrojos, además de nutrir sus finanzas ilegales con el contrabando de gasolina, también se lucran en este sector con el cobro de extorsiones a los contrabandistas de todo tipo de productos venezolanos que utilizan las trochas de la zona, así como del tráfico de estupefacientes hacia el exterior utilizando rutas que atraviesan a Venezuela para salir al mar Caribe y de allí a Estados Unidos y Europa.
Aunque este año han sido capturados 11 rastrojos, este grupo aún sigue
teniendo un control armado de la zona, impidiendo, a sangre y fuego, el ingreso
del Clan del Golfo al Puerto.
Por ‘Necoclí’, de quien se cree permanece gran parte del tiempo en territorio venezolano, moviéndose por las poblaciones de La Grita, El Guayabo, La Fría y García de Hevia, las autoridades ofrecen una recompensa de 150 millones de pesos.
El Clan del Golfo, desde Juan Frío hasta Guaramito
Los Urabeños, que después pasaron a llamarse Clan Úsuga y ahora son conocidos como Clan del Golfo, son liderados en Norte de Santander por Freddy León Ortiz Roso, alias Walter, de 39 años.
Este exparamilitar, que perteneció al Bloque Bananero de las Autodefensas Unidas de Colombia, al mando de Fredy Rendón Herrera (El Alemán), se cree que actualmente lidera a 98 hombres armados que controlan gran parte de la zona rural de Cúcuta, así como las comunas 7 y 8, donde se ubican las casas de lenocinio y la Terminal de Transporte.
Para las autoridades, el Clan del Golfo centra sus actividades criminales en la región en el contrabando, las extorsiones y el microtráfico.
La mayoría de sus hombres se resguarda en la zona de frontera, sobre la
línea que va desde la redoma de la cárcel hasta el corregimiento de Guaramito.
Y es precisamente en este corregimiento, de la zona rural de Cúcuta, donde se
han dado los más duros enfrentamientos contra Los Rastrojos, especialmente en
la zona conocida como ‘Cuatro Esquinas’.
Allí, en el último año, se han registrado varios homicidios que las autoridades han relacionado con la guerra que libran estas dos bacrim por el control de la frontera.
El Clan del Golfo, a pesar de que este año ha sufrido 56 capturas, es el que más terreno copa en la zona de frontera, pues sus integrantes se mueven también en Juan Frío y La Parada, corregimientos de Villa del Rosario por donde a diario cruzan productos de contrabando.
Actualmente las autoridades colombianas centran sus esfuerzos en dar con el paradero de ‘Walter’ y ‘Bracktes’, su segundo en la organización. Por Ortiz Roso, las autoridades ofrecen una recompensa de 150 millones de pesos.
‘La Niña’, el comandante de Ureña
Wilkin Alexander Roa, conocido como ‘La Niña’, se entregó a las autoridades colombianas en agosto del año pasado y desde el primer momento confesó ser el comandante del Bloque Frontera de una banda criminal, de la cual no especificó su nombre, dedicada al contrabando en el municipio Pedro María Ureña (estado Táchira- Venezuela). Al menos 10 hombres integrarían esta banda.
Si bien en un primer momento se dijo que la presión del presidente Nicolás Maduro y su Operación de Liberación del Pueblo (OLP), que busca ‘liberar a Venezuela del paramilitarismo’, lo habían llevado a entregarse, ‘La Niña’ dijo que nada de esto había tenido que ver y que su entrega obedecía a ‘las ganas de compartir con sus hijos y su familia’ ‘La Niña’ también confesó que desde hacía algún tiempo estaba viviendo cerca de la zona fronteriza, pero del lado colombiano, y que por eso no le había afectado el cierre de la misma.
Finalmente sostuvo que los miembros de la organización que lideraba también
huyeron de Ureña. Este grupo criminal que lideraba ‘La Niña’ es el único del
que, hasta el momento, se ha tenido noticia de que operaba netamente desde el
territorio venezolano, donde centraba sus acciones delictivas.
Y ha sido precisamente esa falta de información oficial, la que ha dificultado conocer con exactitud la realidad del paramilitarismo que tanto denunció en su momento el presidente Maduro.
Recién cerró la frontera el año pasado, el presidente venezolano dijo que la Operación de Liberación del Pueblo había dejado 100 personas detenidas y otro centenar más había muerto en enfrentamientos con las autoridades. Sin embargo, las identidades de los capturados y mucho menos las de los muertos, fueron dadas a conocer por el vecino país.
Aún hoy, las acusaciones de Maduro contra supuestos paramilitares se han centrado en casos muy puntuales, como el prófugo exconcejal de Cúcuta, Julio Vélez, de quien dijo estaba detrás del asesinato del diputado oficialista Robert Serra.
Y si bien Vélez es prófugo de la justicia colombiana, que le busca dentro
del proceso que se sigue en su contra por la muerte de su esposa María Claudia
Avendaño, nunca, hasta ahora, se ha conocido que se le siga un proceso en el
país por nexos con el paramilitarismo.
-VIVENCIA DEL
CIERRE DE FRONTERA
Hasta animales como este cerdo, sufrieron el drama del cierre de frontera.
Ayudados por sus dueños muchos cruzaron por el río Táchira.
Incertidumbre después del cierre de frontera. Varios deportados miran los
reportes noticiosos de los medios colombianos.
Aspecto del cierre fronterizo en Puerto Santander. El flujo de contrabando
de gasolina y el paso de personas por el río.
Cientos de venezolanos hicieron largas filas en el consulado venezolano en
Cúcuta esperando la autorización para retornar a su lugar de origen.
Durante varios días la gente se agolpó en la frontera esperando una
oportunidad para poder cruzar.
Miles de colombianos fueron deportados de Venezuela, lo que generó una
crisis humanitaria que afectó directamente a Norte de Santander.
Las autoridades colombianas y venezolanas replantearon el paso de pacientes
con medicamentos por los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.
El paso a estudiantes también fue permitido. Los niños empezaron a recibir
las primeras atenciones de parte de las autoridades colombo-venezolanas y se
amplió en dos horas el paso de personas.
Encuentro de los obispos de Cúcuta y San Cristóbal, monseñor Víctor Manuel
Ochoa y monseñor Mario del Valle Moronta en el puente internacional Simón
Bolívar, donde reclamaron a los gobiernos de Colombia y Venezuela una pronta
solución a la crisis.
Por decreto presidencial, la República Bolivariana de Venezuela cerró el 3
de diciembre de 2015, a las 6 de la tarde, el corredor humanitario que había
sido habilitado después del cierre de frontera.
Paso masivo de venezolanos hacia Cúcuta en busca de productos de la canasta
familiar.
En la frontera hicieron presencia miembros de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) para verificar las condiciones en que llegaron los
repatriados.
Esta imagen lograda en los días posteriores al cierre de frontera muestra
las montañas de enseres al lado del río Táchira, traídas por los colombianos
repatriados desde Venezuela.
Autoridades colombianas y venezolanas custodiaron ambos lados de la
frontera.
El contrabando no cesó pese al cierre de frontera, esta imagen captada en
La Parada lo demuestra.
Tras el paso masivo de venezolanos con la apertura parcial de la frontera,
decenas de buses colmaron su cupo con el traslado de los connacionales a
Cúcuta.
Miembros de la Defensa Civil monitorearon la apertura parcial del sábado 13
de agosto del 2016.
Casi un año después del cierre, la alcabala de San Antonio volvió a ver el
paso masivo de propios y turistas sin restricciones.
Miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) controlaron el paso de
personas durante la apertura de la frontera.
Jornadas de vacunación en los albergues fueron motivo de dolor para unos y
de aprendizaje para otros.
Lenny Trinidad Mora, una teniente de las fuerzas militares venezolanas,
recibió a su hija en el Puente Internacional Simón Bolívar, quince días después
del cierre.
Esta foto, que se volvió viral y se convirtió en el símbolo del cierre de
la frontera refleja la inocencia de dos hermanas, separadas físicamente, pero
unidas de corazón.
Yanid Antonio Villa Arboleda, posa con el documento expedido por las
autoridades venezolanas, y en el que se le reconoce como refugiado, frente a
los pocos objetos que logró sacar de su vivienda y traer hasta La Parada.
Reencuentro de Brayan Rueda y Marcela Maldonado, con su pequeño hijo de un
año de nacido en el puente internacional Simón Bolívar tras el cierre de la
frontera entre Colombia y Venezuela.
Este niño de apellidos Martínez Murillo es amante del rap y se encargó de
devolver la alegría con su canto a las personas del albergue.
Duquesa, la perrita que se volvió famosa porque su dueño, un niño que fue
deportado, decidió regresar a Venezuela por ella y no lo querían dejar pasar.
Finalmente el reencuentro se dio.
Los niños, los más afectados con el cierre pues aguantaron largas horas al
sol, desolados y esperando su regreso.
En esta foto se mezclan la frustración, la desesperación y el amor, pues
esta mujer comparte lo que tiene para comer con sus mascotas, mientras llora al
lado de lo que pudo sacar de Venezuela.
En el albergue de Juan Frío los víveres se convirtieron en un lugar de
juegos, para los más pequeños.
Tras su visita a los albergues, Luis Almagro, secretario general de la OEA,
abraza a dos deportados y juntos sonríen.
La frialdad con la que este guardia venezolano revisa los papeles de una
menor que le implora que le permita el paso fue motivo de rechazo por parte de
la comunidad.
A los niños no les importa el lugar donde tengan que comer, desde que esté
rico, lo disfrutan sin mediar palabra.
La alimentación fue motivo de sonrisas para estos pequeños, que vivieron de
cerca el drama del cierre fronterizo.
Visitar los supermercados en Cúcuta llenó de alegría a algunos y de
esperanza a otros, ante la escasez en Venezuela.
La noche del cierre dos deportados aguardaban pacientemente y mirando por
una de las ventanas de Migración la frontera con la esperanza de que la
situación mejorara pronto, como en otras ocasiones.
Después de varios intentos fallidos para cruzar la frontera, estas monjitas
lograron su cometido.
Los resguardos improvisados días después del cierre fueron protagonistas en
la travesía fronteriza de colombianos, que con sus cosas al hombro trataban de
salvar lo conseguido en varios años.
La desesperación de los colombianos días después del cierre se reflejó en
las trochas cuando intentaron salvar lo poco que tenían.
Niños, jóvenes y adultos protegieron sus pertenencias pese a las
inclemencias del clima.
Con sus cosas al hombro, los repatriados trataban de salvar lo conseguido
en varios años de vida en Venezuela.
Francinet Cuervo Echeverry, un anciano de 101 años de edad que fue
deportado desde Venezuela, luego, al ver la situación en Colombia, volvió
voluntariamente a cruzar la frontera.
Iván Enrique Bustos Sosa, el campesino que huyó de Venezuela y que intentó
conseguir refugio con 11 vacas de su propiedad en Colombia.
La reapertura permitió a uno de nuestros fotógrafos registrar nuevamente la
mirada de Bolivar, en este mural de San Antonio del Táchira.
-EFECTOS EN LOS
SECTORES ECONOMICOS
Gráfico de sectores económicos
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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