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Nació en
Cúcuta, en Agosto de 1939 y murió en Medellín el 28 de Febrero de 2007; su vida
estuvo ligada a la expresión literaria, ya que a muy temprana edad publica en
La Opinión sus primeros poemas. En su adolescencia comenzó a participar como
declamador en programas de radio (La Voz del Norte de Cúcuta), lo cual le va
determinando en su afición y luego actividad profesional, en permanente
vinculación con los medios de comunicación: prensa, radio y televisión.
Vinculado a
la ciudad de Medellín, desde 1972, permaneció en ella la más productiva de sus
etapas; estuvo vinculado a RCN, a la emisora cultural de la Universidad de
Antioquia . Y en la docencia a: ESUMER, ATEC y a la Universidad San Martín.
Estudioso
de la música colombiana, fue un difusor permanente a través de la radio,
encuentros musicales y festivales. Fue Maestro de Ceremonia en innumerables
eventos.
Entre sus
publicaciones están: Los Frutos de la Espera (poemas), Koala…, Cartas a María
Madrugada (Epistolario), Los Eventos del Anciano Cuenta Cosas (meditaciones),
El Hombre de la Voz y la palabra en el Aire (meditaciones II), la Estación de
los Suspiros (poemas).
Y por
editar: las Palabras Pequeñas (poemas), Las Voces en la Ausencia (poemas),
Apuntes Pedagógicos del Anciano Chamán (meditaciones III).
Meditación bajo la sombra y el olvido
Se puede
olvidar.
Y el olvido
es como una caracola
que fabrica
el viento con sus lágrimas.
Se puede
olvidar…
porque yo
olvido
y porque
también me olvidan.
Se puede
olvidar aunque crezcan los días
aunque el
sol sonría
y siga
tejiendo espejismos de flores
en la tarde
sobre la
sed de la agonía.
Se puede
olvidar.
Aunque se
sienta que todavía caemos
Por abismos
de soledad y sombras.
Aunque
sintamos que acariciamos –siempre-
las mismas
piedras grises.
Aunque se
sigan viendo florecer las tardes
con harapos
de tiempo,
de ecos
salobres y marchitos.
(Aunque nos
sintamos solos olvidando)
Se puede
olvidar
Y el olvido
es una flor gigantesca
Que vemos
crecer inexorablemente…
es una paz
engañosa
que nos
besa el alma…
es una
insensibilidad-metálica
que lastima
con sus pétalos de alambre.
El olvido
es un grito diluido en los colores,
canto son
fin que llega sin recuerdos,
solamente
con frutos deshojados por la espera.
Se puede
olvidar, mientras el campesino
teje
parcelas y lágrimas y espigas
y en las
tardes pretende renacer en el amor
y en la
esperanza.
Se puede
olvidar
cansadamente,
alegremente,
despaciosamente,
soñadoramente…
mientras
toda la voluptuosidad
de la tarde
se estira por la comarca
de los
sueños desechos.
Se puede
olvidar
mientras
soñamos con amar el futuro,
mientras
vemos florecer
y prolongar
nuestras manos
hacia el
infinito extendido,
hacia la
perpetua floración de la esperanza
sobre el
hastío y los fracasos de los días.
Se puede
olvidar
como olvido
las alas perdidas
en tantas
vueltas del destino.
Sí. Se
puede olvidar
-TODO-
menos que
existimos
Y que somos
la prolongación de la vida sobre el mundo.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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