jueves, 27 de abril de 2017

1115.- UFPS, NECESARIO HACER LO QUE SEA

La Opinión - Editorial 05/03/2017

Posesión de Claudia Elizabeth Tolosa Martínez como rectora en agosto de 2015

La universidad, se dice en el mundo entero, menos en Cúcuta, es la casa del pueblo. Es el laboratorio donde se ensayan, prueban y aprueban, desde donde se diseminan todas las semillas de lo intelectual de la región. Incluidas, obvio, todas las ideas sociales, políticas y económicas.

Es la madre nutricia, la que amamanta hasta quedar exangüe, la que enseña a todos los habitantes de su entorno, como ser más inteligentes, es decir, la manera de enfrentar con mayor éxito los problemas con las herramientas que les entrega.

La universidad es, por decirlo de una manera entrañable, parte de la familia ampliada. Tan importante es, en verdad, que no se concibe una sociedad sin una universidad que sea su síntesis, donde todos se reflejen, donde todos se reconozcan y donde todos se toleren.

Así debería ser la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS). Pero no lo es. Ni lo será mientras lo académico, lo científico, lo educativo sigan sepultados por el partidismo —no por lo político, que es de la esencia de la universidad— y el interés egoísta de algunos grupos e individuos.

En otra parte, hoy estaría el pueblo avergonzado por razón de su universidad y su futuro. No se entendería por qué razón, de sus 23 carreras profesionales, solo dos, enfermería e ingeniería de sistemas, están acreditadas por el Estado. Las demás, según esto, no son de calidad. Ni más ni menos.

Acá, la situación no da para tanto, por razón del conformismo con el que en muchos casos se asume la realidad y la costumbre de saber que las cosas anómalas son siempre consecuencia del partidismo (o la politiquería, como lo llama la gente) y su inherente corrupción.

Pero hay que hacer lo que sea necesario para dar a los nortesantandereanos la universidad que no solo imaginan sino que merecen. Pero la UFPS no puede estar entre las cinco peores universidades de Colombia, de acuerdo con el último estudio de U-Sapiens. Ser 89 entre 94 no es ningún mérito, ningún honor.

Pero, ¿estará la región para darle a su alma mater el vuelco radical que por ahora necesita? Un cambio así requiere de, prácticamente, hacerla de nuevo, para limpiarla de vicios y liquidar las herencias que incluyen la universidad y sus cargos en sus patrimonios. Hay dudas de que se entienda que es imperativo el cambio. 

Allí se necesitan nuevos directivos, nuevos maestros, nuevos trabajadores y nuevos estudiantes; de estos últimos son necesarios unos que exijan, que reclamen que por su dinero les den lo mejor y lo que desean, que contraten los maestros que les garanticen la calidad que en su mayoría los de ahora no tienen.

El cambio requiere, también, que la oferta académica está de acuerdo con las necesidades de Norte de Santander. Quizás sea más importante formar expertos en turismo, que en derecho; más profesionales en la industria de la restauración, que en comunicación social, por ejemplo.

Hay que sincerar la universidad, hay que abrirla a todos, vincularla a todos los estamentos —menos a los partidistas— y asearla y sanearla en todos los sentidos.

De lo contrario, el escalafón de 94 le quedará corto a la UFPS…




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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