Patrocinio
Ararat Díaz
El
padre Juan y Patrocinio Ararat con su patrono San Juan Bosco.
Lo conocí en 1958. Llegó a nuestra
ciudad para unos ejercicios religiosos. Después fue mi profesor en el
Salesiano. Para ser razonables, desde 1963, somos amigos. Cincuenta y cuatro
años. Toda una vida.
Usted seguramente lo ha visto caminando
rápido y muy erguido bajo el inclemente sol de las mañanas por las calles del
barrio Popular. Tiene pinta de galán, tiene estilo, es de buen genio y aun
cuando cuenta con 87 años cumplidos, pocos podrían “cogerle el paso” por la
energía que le coloca a su caminado.
Hace pocos días, le propuse que
habláramos de su vida y aceptó. Con lujo de memoria, me contó muchas cosas “con
pelos y señales”.
Me dijo que nació en Junín
(Cundinamarca) y que ha vivido en Cúcuta unos 30 años, sumando tiempos de las
décadas de los cincuentas, los sesentas, los noventas y los años del siglo XXI.
Se considera de esta tierra y aspira a vivir lo que le resta de vida en nuestra
ciudad, donde tiene muchos amigos que lo quieren.
Se llama Juan de Jesús Urrego
Ladino, hijo de Hermenegildo y Virginia, campesinos cundiboyacenses que criaron
a sus ocho hijos en medio de un ambiente religioso y finquero, con río incluido
y cultivos de café, plátano, aguacate y frutas. Los Urrego Ladino, murieron
todos y solo supervive él, que es más conocido como el Padre Juan.
Inició su carrera religiosa a los
siete años cuando entró al Colegio María Auxiliadora de Gachetá. Luego pasó al
Instituto San Juan Bosco de Bogotá, después hizo aspirantado y noviciado en
Mosquera. Se ordenó como sacerdote salesiano en 1961, es decir que actualmente
cuenta con 55 años de carrera sacerdotal. Cree que es un regalo maravilloso de
Dios que le haya concedido esta dicha.
En la academia de algunos colegios
salesianos del país, donde enseñó, siempre estuvo dedicado a las Ciencias
Naturales y era profesor de Biología, Botánica y Zoología. Me dice que todo
esto lo aprendió en Irlanda, Estados Unidos y la Universidad Javeriana. Yo doy
fe de que era exigente y cumplidor de su trabajo. Por esos buenos resultados se
granjeó la estimación de sus alumnos. En sus labores académico-administrativas
fue Director de Estudios, Consejero y Prefecto de Disciplina.
También fue Párroco en muchas
localidades de EEUU con gran éxito y en Cúcuta, estuvo mucho tiempo como
Párroco en la Iglesia de María Auxiliadora. Aprendió perfectamente el inglés y
gracias a él ha disfrutado de sus viajes por EE.UU., Europa y el Medio y Lejano
Oriente.
Un
selfie familiar: Patricia Ararat, el padre Juan Urrego y Patrocinio
Ararat.
Como por el Colegio pasaron varios
sacerdotes inolvidables, “le tomé el pulso” sobre algunos. Aquí están sus
conceptos:
Del padre Miguel Muller, dijo que
fue quién más propagó la devoción por María Auxiliadora, por ello construyó
siete templos en su honor. Impulsó el Técnico Salesiano y trajo a Cúcuta varios
alemanes a enseñar.
Del padre Eduardo ‘El Negro’
Martínez, manifestó que era admirable y polifacético. Manejaba todas máquinas
del Instituto Técnico. Pero su sangre “hervía” por la música. Formó mucha gente
en las bandas de guerra y de música.
Del padre Eladio Agudelo anotó que
era una figura salesiana muy especial para los alumnos y para la comunidad cucuteña.
Era una persona que gozaba del aprecio general por su mística. Me dijo que él
confesaba a los demás curas. Y anotaba una cosa de la cual me preció de haberla
escuchado. Que en su participación de los lunes salesianos en un programa que
se llamaba “las buenas tardes”, el padre Agudelo siempre hablaba del Cúcuta
Deportivo e hilaba este tema con algún mensaje religioso.
Del Padre Pedro León Reyes, me dijo
que era un verdadero prefecto de disciplina, por lo vertical y exigente. Muy
buen catedrático y excelente administrador.
Pasamos a otro campo, entonces habló
de su devoción por la Eucaristía y por María Auxiliadora. Me anotó que a él
Ella nunca le había fallado y que la Virgen se esmera mucho por resolverle las solicitudes
a la comunidad. Agrega que a Ella hay que buscarla con confianza y con toda
seguridad, se la encuentra.
En seguida, yo lo saqué de lo
parroquial y me lo llevé a lo general y el primer tema que salió fue el del
Papa Francisco. Expresó que es una figura que le ha dado a la Iglesia una
imagen diferente que él comparte mucho, pese a “que tengo muchos noviembres
encima”. Está de acuerdo conmigo en que la Iglesia se había retrasado respecto
a la evolución del mundo y de la tecnología y que con Francisco es preciso
acortar distancias.
Anota que hace falta actualización a
la Iglesia en muchos sentidos. Por eso, aun cuando se necesita mucha prudencia,
se requiere más debate de los problemas, más compromiso y de pronto, más
valentía y arrojo, para plantear con firmeza y fuerza los cambios que se
necesitan en nuestra sociedad.
Le “toqué” el punto del desarrollo político
y social de la ciudad y me manifestó que ve a Cúcuta como una ciudad de avanzada
y que aprecia mucho los cambios en infraestructura y urbanismo. Piensa que hace
falta mucho en lo que respecta al desarrollo social y cultural y con tristeza nota
mucha pobreza y falta de instalaciones y programas de arte y cultura.
Después lo “metí en cintura” con el
proceso de paz y dijo que esperaba algo más del Gobierno para que por fin se acabe
la violencia y podamos vivir armónicamente. Coincidió otra vez conmigo en que
“no cree” mucho en la guerrilla por sus constantes inconsistencias. Pero
considera que debemos darles la oportunidad.
Como dicen los muchachos “fue muy
bacano” hablar con el padre Juan, con mi amigo de muchos años. Con el hombre que
a pesar de sus últimos quebrantos de salud, vive feliz sirviéndole a la gente y
viviendo por y para la comunidad. Con una persona que está siempre dispuesta a aprender
y que cree que lo que se hace en esta vida, tiene eco en la eternidad. Con un
señor que como anota Pablo Picasso, “Cuando le dicen que es demasiado viejo para
hacer una cosa, procura hacerlo bastante rápido” o haciendo eco de Gabriel García
Márquez manifiesta “El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto
honrado con la soledad”.
Buena historia del Padre Juan Urrego. Saludos!
ResponderEliminar