Pablo Emilio Ramírez Calderón
Por bondad de mi amigo, el abogado,
escritor e investigador doctor Alberto Donadío Copelo, tengo en mi poder, copia
de la extensa correspondencia del general Leandro Cuberos Niño, con su novia y
posteriormente su esposa, doña Laurita Giusti de Cuberos Niño, dama venezolana, de Colón y a ella voy a referirme.
Carta
de 1922 siendo novios, del General a Laurita
Son centenas de cartas, escritas desde hace
una centuria, abril de 1917, de todas partes del país y del exterior, de
Bogotá, de Cúcuta, de Caracas, de Maracaibo, Curazao, Boconó, de la Cámara de
Representantes, del Senado de la república, etc…, todas ellas muy románticas y
llenas de amor, desde antes del
noviazgo, hasta después del matrimonio por poder en San Cristóbal en
1925, por sus enfrentamientos con el clero, hasta su muerte ocurrida en
Maracaibo, en 1934, cuando se desempeñaba como cónsul de Colombia en la capital
del Estado Zulia, ocasionada por una hemorragia digestiva masiva.
Con las dificultades de la época, ir de un
sitio a otro, era una calamidad, no más a San Cristóbal, peor a Bogotá. A
Maracaibo por barco o pequeñas canoas, de acuerdo con las circunstancias o la
disponibilidad del momento; después del matrimonio, viajar a Bogotá donde el
victorioso general de Peralonso y derrotado
y herido en Palonegro, vivía como congresista, viajar su esposa, recién casada
a la capital, era una verdadera odisea para una dama no acostumbrada a esos
viajes largos, unos trechos en carros y a caballo en otros, pero al fin, logró
hacerlo.
Todas sus cartas, llenas de amor, estaban
plenas de recomendaciones de todo tipo, de un hombre hondamente enamorado, a
una damita, que supo corresponderle y esperarlo, durante largos años, no
obstante la diferencia de edades, para terminar casándose, formar un hogar y
levantar una familia, honra y prestigio de la sociedad y la patria.
En ellas, lucía como médico, recomendándole
alimentación especial, cambios de clima, diversión, paseos al aire libre, dietas
nutritivas para aumentar de peso,
combatir la anemia, los catarros y las gripas ella y su familia.
Son una colección de cartas, con
indicaciones de toda clase y esbozos de la lucha política, de entonces con una
sociedad, pacata y retardataria, en contradicción con un clero beligerante,
orientado por ministros religiosos, que amaestraban turbas facinerosas, listas
a destruir las maquinarias del periódico La Mañana y preparadas para destruir
el recién fundado Comentarios, que gracias a la oportuna movilización del
pueblo, fue salvado de la destrucción.
Carta
de 1928 como esposos, del General a Laurita
Gracias, doctor Donadío, por regalarme,
este archivo documental de la época, no encontrado en ningún otro sitio y que
es parte de la historia íntima de un guerrero, que luchó en las guerras de la
época, en el parlamento y en la prensa,
desde principios del siglo veinte, hasta su muerte en 1934 , enfrentado a los
sectarios poderes, de entonces.
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