Patrocinio Ararat Díaz
(En ocasión a la distinción “Vida con vocación de servicio”,
Club Rotario, 2014)
El Cocuy, es uno
de los municipios más hermosos de Boyacá y de Colombia. Es la capital de la Provincia Gutiérrez y es
denominada la Ciudad Nevado. Su principal oferta turística está representada en
la Sierra Nevada, sin embargo existen otros atractivos como la riqueza cultural
y la arquitectura colonial y republicana de sus casas.
En
ese remanso de paz, nació Camilo Avendaño Cristancho en 1936. Sus padres Lucio
Avendaño Carrero y Ana Victoria Cristancho eran unos serios y amistosos
campesinos que derivaban su sustento de una estación de servicio y de los
productos agropecuarios de pequeñas fincas de su propiedad..
Camilo es el
mayor de cuatro hermanos, de los cuales ha fallecido uno. Según me cuenta él,
por razón de las circunstancias, le tocó asumir la responsabilidad y
orientación de la familia.
Sus primeros
años trascurrieron en su bello pueblo, pero salió de él para Tunja en donde se
hizo bachiller del Colegio de Boyacá, que dicho sea de paso fue fundado por el
General Francisco de Paula Santander. Posteriormente, se fue a Bucaramanga
donde se tituló Ingeniero Electricista en la Universidad Industrial de
Santander en 1962.
Su amigo
personal, el empresario cucuteño Alfonso González fue su mentor inicial. El fue
quien le indujo a echar raíces en nuestra ciudad pues lo presentó para ser en
1963, nuevo funcionario de Centrales Eléctricas de Norte de Santander, donde
tuvo el privilegio de contar con la amistad sincera y amplia de nuestro
excompañero rotario Alberto Estrada Vega, a la sazón Gerente de la empresa.
En CENS, tuvo la
oportunidad de hacer una brillante carrera técnica y administrativa que le
llevó a ser Director de Electrificación Rural, Ingeniero Jefe de Redes y
finalmente Subgerente de la empresa por espacio de 11 años. Dice que participó
en distintos procesos en la CENS naciente como llevar la energía a Salazar,
Gramalote, Ocaña, Agua Chica y Gamarra, montar subestaciones, turbinas,
máquinas y demás equipos de alta y media tensión en los distintos municipios
nortesantanderanos, escribir la historia de la empresa y prepararse
académicamente en Francia y Estados Unidos, para desarrollar de la mejor manera
sus tareas técnicas.
En todo caso, es
sabido que Camilo no solo fue jefe sino un verdadero trabajador y líder, y
cuando tuvo que ponerse el overol y ensuciarse, se puso las botas y ayudó a
sacar carros de CENS de gruesas capas de barro en tiempos de cruentos inviernos
o pasar jornadas enteras sin descanso
dirigiendo operaciones peligrosas de la empresa.
Por otra parte,
tuvo una fugaz incursión en la docencia y dicto cátedras durante unos tres años
en la Universidad Francisco de Paula Santander y en el Instituto Técnico
Salesiano. De ese tiempo, guarda un recuerdo no muy grato porque aún se queja
mucho de la falta de ganas, arrojo y concentración de los estudiantes.
A sus casi 50
años, inició otra etapa importante de su vida, pues junto con Juan Alcides
Santaella, Álvaro Ayala Pérez, Teresita Patiño, Álvaro Uribe Castellanos y
otros amigos, se matriculó en el curso de Ascenso Militar logrando al cabo de
casi nueve meses el Grado de Teniente y sacando el 1er puesto, siendo él “el
más viejito”. Y ha continuado con “esa goma”, pues en el año 2010, es decir a
sus 74 años, hizo el último curso de su formación en la Escuela Superior de
Guerra en Bogotá obteniendo el título de Teniente Coronel, del cual exhibe muy
orondo en su oficina el mosaico de grado. Camilo explica que esto forma parte
de su voluntariado en favor de las comunidades rurales y sobre todo, de las
huestes de los soldados de Colombia.
De su vida
personal hay que decir que Camilo se casó en 1968 con la dama bochalemera Clara
Teresa Mora Ramos con quien procreó dos hijos: Ricardo y Claudia, graduados en
Ingeniería Electromecánica y Diseño de Modas, respectivamente. Ellos, después
de una pequeña vuelta por los caminos de la vida, se integraron a la empresa,
que fundó Camilo en 1991, cuando se jubiló de CENS. Por cierto que la empresa
es muy próspera y organizada, está en el Barrio Latino, se llama CAC Ingeniería
que por un lado expresa las iniciales de su nombre y por otro, determina su
misión: Se hace ingeniería. Definitivamente
está acordado que sus hijos serán los sucesores y que él controlará y asesorará
aspectos administrativos y financieros.
Con verdadera
fruición, Camilo habla de sus cuatro nietos, tres que le ha dado Claudia
(Felipe, Nicolás y Laura) y uno que ha aportado Ricardo (Camilo Jr). Se
enternece mucho contando que ellos son una maravilla y unas verdaderas fuentes
del saber, pues conversando recibe cantidad de lecciones. Con ellos se siente
joven y cómplice pues le inducen a
prácticas de esta época y de este siglo, como oír y bailar música hip hop y
dance trans.
Consciente de
que “leer
es a la mente, como ejercicio es al cuerpo”, los
hobbies de Camilo son jugar tenis de campo, nadar una hora diaria y disfrutar
de un baño turco diario para comentar con sus amigos noticias y actividades de
la ciudad. También le gusta mucho los animales: tortugas, iguanas y hasta
culebras. Pero todas las mañanas le fascina ponerles comida a los pájaros que
llegan a los jardines de su casa y les prepara raciones de guineos, agua,
azúcar y arroz. Manifiesta que desayunar en su compañía, es un verdadero
deleite.
Después de una
hora y media de charla con este trotamundos, me queda la sensación de que
Camilo es una persona muy vital, organizada, agradable, sencilla, respetuoso,
cumplidora de su deber y que tiene en todo momento, a sus neuronas trabajando, así sea jugando
solitario en lo que se cree especialista. Que se cuida en sus comidas, que odia
las grasas, que prefiere las frutas y mucha agua. Que tiene unas aficiones
sanas en las que sus límites los marca la naturaleza. Que no es un analfabeto
para la computación, que es un buen lector y un mejor televidente.
Al respecto de
estos tópicos, Camilo me contó que desde hace 20 años lee, sin hablar perfectamente
el inglés, la Revista National Geographic y que se entera de temas importantes
y variados relacionados con la salud y el medio ambiente. Y que en la
televisión, le gusta viajar gratis haciendo un turismo mental pues se deleita
con programas que muestran lugares recónditos de la tierra en donde se muestran
mares, lagos, ríos, desiertos, túneles y demás accidentes geográficos del
mundo.
Cree en el Ser
Supremo y espera que sus últimos años, Dios le permita vivirlos ocupado en lo
que más le gusta, abrigado por el seno del hogar, rodeado por el cariño de los
suyos y siempre con ese deseo de servicio que le mantiene vivo y activo.
Culmina mi
trabajo de conocimiento de un gran personaje de Cúcuta que se destaca por su
vida ejemplar, por la eficiencia de su vida profesional y por la claridad y
profundidad de sus planteamientos. Definitivamente, Camilo es merecedor de
nuestra Distinción Rotaria porque ha tenido: “Toda su vida con vocación de
servicio”.
Nota.- Este reconocido cucuteño de corazón, cumplidor de todos sus deberes como
buen ciudadano, profesional y padre de familia, falleció en
Cúcuta a los 81 años, el 1 de octubre de 2017. Fue muy apreciado en los
círculos sociales en los que se movía. Hacía parte de la junta directiva de la
Fundación Cultural “El Cinco a las Cinco”.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.